Publicado el : 6 Enero 2011 – 11:42 de la mañana | Por John Tyler (Foto: ANP)

“Demasiado poco, demasiado tarde”. De esta forma describe un activista pro derechos humanos la oferta del gobierno de Holanda de ir en ayuda de la ciudadana holandesa nacida en Holanda, Zahra Bahrami.

La Sra. Bahrami ha sido condenada a muerte por un tribunal en Irán bajo cargos de posesión y venta de drogas. La única esperanza para ella está en manos del ministro de Relaciones Exteriores holandés.
Sadegh Nageshkar es un iraní que vive en Holanda y trabaja para la ONG Activistas de Derechos Humanos por la Democracia en Irán. Nageshkar sostiene que la oferta de asistencia legal para la Sra. Bahrami llega demasiado tarde.

“Ya es muy tarde ya que en este caso Bahrami no tiene la posibilidad de apelar. El caso está cerrado”.

Holandeses sentenciados a muerte en el extranjero
Johannes van Damme, Singapur. Ejecutado el 23 de diciembre de 1994. Convicto de contrabandear heroína. Tenía 4.32 kilos en su maleta. Todos los esfuerzos hechos para que se le conmutara la sentencia, incluida una carta de la Reina Beatriz al entonces presidente de Singapur, Ong Teng Cheong, fueron infructuosos.

Pedro Ruyzing fue sentenciado a muerte en Tailandia en 1995 por ingresar heroína. La sentencia fue conmutada por cadena perpetua y entretanto él ha regresado a Holanda.

Ang Kiem Soei fue sentenciado a muerte en Indonesia en 2003 por participación en la producción de XTC. Se encuentra a la espera de su ejecución en Nusa Kambangan.
Edy Tang y Li Yang, nacidos en China y ciudadanos holandeses fueron condenados a muerte en Tailandia en 2003. La sentencia fue conmutada por cadena perpetua.

Roel Goosen, sentenciado a muerte en 2004 en Zambia por asesinato. La sentencia fue conmutada por cadena perpetua.

Dick Nicolaas fue condenado a muerte en Indonesia en 2006 por instalar una fábrica de XTC en Java. Se encuentra en la prisión de la isla Nusa Kambangan esperando la ejecución.

Mesfin Aman no es un ciudadano holandés pero estaba estudiando en Haarlem. Fue sentenciado a la pena de muerte en Etiopía en 2009. Había huido de su país natal en 2006, después de permanecer en prisión por actividades de oposición al gobierno.

Por último, dos ciudadanos holandeses han sido condenados a muerte en EE.UU. y están a la espera de su ejecución, según informa la organización anti pena de muerte británica Reprieve.

Inocente
Ante el tribunal la Sra. Bahrami mantuvo su inocencia, retractándose de una presunta confesión televisada nacionalmente. Ella manifestó que dicha confesión fue hecha bajo presión. Según la ley iraní, la posesión de 30 o más gramos de cocaína es un delito castigado con la muerte, sin posibilidad de apelación. Las autoridades iraníes sostienen que la señora Bahrami tenía 450 gramos de cocaína en su poder en el momento de ser arrestada, además de 400 gramos de opio. Los cargos por drogas contra la Sra. Bahrami se sumaron a las acusaciones de pertenencia a un grupo armado de oposición, por las cuales también podría recibir la pena de muerte. Esa parte del juicio todavía tiene que celebrarse.

En el caso de la condena a muerte por posesión de drogas, la Sra. Bahrami todavía tiene una última posibilidad de que su pena sea conmutada dentro del sistema legal iraní, a través del así llamado Comité de Perdón. Si está dispuesta a admitir su delito, puede apelar por clemencia ante el comité. Es difícil, aunque no sin precedentes, que el comité otorgue el perdón en casos que involucren drogas.

Precedente
El gobierno holandés dice que ha intentado otorgar asistencia a la Sra. Bahrami, en el sentido de abogar porque tenga un juicio justo, pero eso ha sido ignorado por las autoridades de Teherán que no reconocen la ciudadanía holandesa de la acusada.

Un reciente -y decepcionante- precedente para el caso de la Sra. Bahrami es el de Abdullah al Mansouri, otro iraní nacionalizado holandés. Al Mansouri huyó de Irán en 1988 después de una convicción por cargos de terrorismo y se radicó en Holanda. Fue arrestado en 2006 cuando visitaba Siria, y juzgado nuevamente en Irán. En 2009 fue condenado a 30 años de prisión.
Las autoridades holandesas también vieron frustrados sus intentos de ayudar a Al Mansouri debido a que, de nuevo, Irán no reconoce la doble nacionalidad.

Decepción
La Sra. Bahrami sostiene que no ha recibido un juicio justo. Su hija, Banafshef Najebpour, declaró a Radio Nederland cuánto su madre había contado con Holanda para que ayudara a que recibiera un juicio justo. Banafshef estalló en lágrimas cuando describía su decepción con el gobierno holandés.

“La última vez que vi a mi madre fue el martes de la semana pasada. Estaba bastante bien y estaba segura que recibiría ayuda del gobierno holandés porque sabe que no ha hecho nada malo. Pero la ayuda no llegó”.

El ministro de Relaciones Exteriores de Holanda, Uri Rosenthal reaccionó por escrito ante las noticias de la sentencia contra la Sra. Bahrami. El secretario de Estado dijo que las autoridades holandesas estaban haciendo uso de todas las posibilidades para tratar el tema con Irán.
El caso de la Sra. Bahrami es un desafío temprano para el ministro que lleva sólo algunos meses en su cargo. Ya ha recibido críticas por no dar prioridad a los derechos humanos en la política exterior de los Países Bajos.

Políticos holandeses todavía tienen confianza en las capacidades diplomáticas de Rosenthal. Coskun Çörüz, miembro democratacristiano del Parlamento, hace un llamado al ministro para asegurar que la sentencia no se cumpla.

Momento de presionar
El activista iraní Sadegh Nageshkar comparte esa opinión. Para él, la única posibilidad que tiene la Sra. Bahrami de que se conmute su sentencia es a través de la aplicación de presión política. El proceso legal, dice Nageshkar, ya ha concluido.

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El gobierno holandés ha ofrecido cubrir los gastos legales de la Sra. Bahrami, ahora que ha sido condenada a muerte, pero, teniendo en cuenta que no tiene posibilidad de apelación por una convicción por posesión de drogas, la oferta de asistencia es, efectivamente, demasiado poco, demasiado tarde.

Fuente: Radio Nederland

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