miércoles 14 de abril de 2010

Carlos Angulo Rivas

En política se debe opinar sobre la base de principios fundamentales de ninguna manera por simpatías o antipatías. Casi todos los izquierdistas de la Universidad Católica, durante más de cuarenta años, han tenido la misión de confundir a los ciudadanos.

Se equivocaron con Velasco Alvarado calificándolo de fascista, también con el socialismo realmente existente auspiciando la hegemonía de Estados Unidos en el mundo, sin proponer la democratización del estado soviético; se equivocaron atacando a Ollanta Humala en el 2006 para terminar favoreciendo a Alan García. Se equivocan hoy con Cuba, con Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, y no quieren saber nada con el ALBA. Y ahora, nos sale un tal Carlos Reyna, catedrático-sociólogo con una entrevista donde reinan, en honor a su apellido, las contradicciones. No se necesita tanta verborrea para alinearse con el cura Marcos Arana y la señora Susana Villarán, y mostrar así su antipatía por Ollanta Humala.

Exigir la vacancia presidencial de Alan García por incapacidad moral permanente constituye un acto de decencia pública, pues debería existir en curso un estallido popular, democrático y constitucional. Esta exigencia viene desde, antes y después, del etnocidio cometido en Bagua, hace exactamente un año. La política de represión criminal, corrupción generalizada, inmoralidad endémica, incumplimiento total de las promesas electorales y entreguismo sin patria de por medio, se inició como diseño puesto en práctica a inicios del año 2007. Las consecuencias de este desmadre aprista están a la vista. La vacancia ha demorado más de lo permisible. El aguante de las mayorías nacionales ha sido enorme y, además, en medio de la desocupación, el hambre y la miseria. Por ello, el asesinato de peruanos a manos del gobierno no es una casualidad ni un mal cálculo disuasivo de las fuerzas policiales sino una política de terrorismo de estado. El propósito es meridianamente claro, mientras la pachamanca del enriquecimiento ilícito continúa de forma impune, “faenones” a granel en distintos niveles de la administración pública, la determinación del gobierno es crear pánico a balazos contra la población inerme, a manera de evitar los reclamos, las reivindicaciones y las denuncias.

Si estos motivos existentes, crimen y obscena deshonestidad, no son válidos para vacar a cualquier administrador del estado o de una gran corporación donde se roben el dinero y se observe la incompetencia manifiesta, habría que preguntarse ¿en qué país vivimos? El señor Reyna podrá tener todos los méritos académicos que parezcan, sin embargo, no puede decirnos que la exigencia de Ollanta Humala y de los congresistas nacionalistas es un error. Aquí no se trata del señor Ollanta Humala, por sí y ante sí, sino de que él es el único político que después de la matanza de seis mineros informales en Chala, a balazo limpio, y de treinta heridos, ha recogido el clamor popular de decir ¡basta ya! ¿Hasta dónde se quiere llegar con los asesinatos impunes? Tenemos 76 muertos, de 600 heridos, más de mil 300 líderes gremiales enjuiciados, 1 desaparecido en Bagua y 1 asilado” y con los desaparecidos no investigados seguro son muchos más. La macabra estadística parece no interesarle al catedrático de la Católica. Por supuesto, señor Reyna, no se necesita ser intelectual ilustrado para saber que las otras fuerzas políticas, el oficialismo y sus alianzas, se van a oponer a la vacancia presidencial. Todas ellas están en el mismo negocio de desbancar al Perú. No crea que no lo sabemos, la vacancia tiene que ser forzada como en Argentina, Bolivia, Ecuador y en el mismo Perú cuando Alberto Fujimori. Se trata de la salud de la república y de enjuiciar a los culpables por sus crímenes y latrocinios. Así de simple. Si usted como sociólogo no lo entiende, entonces, que siga la farsa de la gobernabilidad, el acuerdo nacional, la democracia, la libertad y el estado de derecho, todo en manos de los delincuentes.

Tampoco se trata de aparecer como radical señor Reyna. En el Perú debemos educar y educarnos. Se trata de juzgar los hechos y castigar a los culpables. Alberto Fujimori, Vladimiro Montesinos y otros están pagando sus desmanes; y García Pérez y sus secuaces tendrán que pagar los suyos. Independientemente, del acuerdo de los nacionalistas y de Ollanta Humala, debería Usted ser más preciso y explicar por qué considera la vacancia presidencial de un delincuente “como disparatada y desubicada” y por qué el liderazgo opositor de Humala “va a quedar cuestionado”. Como estudioso político, sus argumentos dejan mucho que desear. Usted señor Reyna favorece al poder establecido con sentencias deleznables, primero dice: “no tiene sentido pedir la vacancia del presidente García cuando falta solamente un año para las elecciones y el gobierno ya está prácticamente de salida” pero también afirma: “es tremendamente inmoral poner en riesgo la vida de las personas y el sustento de la propuesta de vacancia de acusar al gobierno de no respetar la vida se justifica, pero aunque la alegación de fondo pueda ser correcta, ésta se puede arruinar si se plantea de una manera desatinada.” En pocas palabras está y no está de acuerdo con la vacancia presidencial.

Está de acuerdo con la vacancia presidencial porque se justifica desde un punto de vista moral, pero no está de acuerdo porque la plantea Ollanta Humala muy cerca de las elecciones. ¿No le parece tal raciocinio un cálculo político ajeno a los principios que deben regir la conducta de un analista creíble? Además, usted mismo señor Reyna agrega: “El pedido de vacancia presidencial pudo tener mayor fundamento luego de la masacre de Bagua, porque una investigación sobre ese hecho va a demostrar que hubo responsabilidad política del presidente García en las muertes de Bagua, porque, según los testimonios de varios ex ministros, que circulan extraoficialmente, García presionó a la entonces ministra Cabanillas para que aplicara la represión en Bagua”. ¿Qué tiene que ver el tiempo con ocurrencias criminales? ¿No cree usted más bien que la acumulación de asesinatos impunes es más que suficientes para vacar al responsable de estos actos vandálicos de ordenar matanzas con el propósito de aterrar a la población?

Me parece que los análisis del señor Reyna parten, única y exclusivamente, desde el balcón de la superestructura de la sociedad y de las endebles y corruptas instituciones del estado, es decir, al margen de los sentimientos más sentidos de la población. Por eso también pide una “Comisión de la Verdad” y no se inclina por la acusación constitucional contra los responsables políticos de tantos crímenes y peculados impunes en el país.

Finalmente, por sí acaso, no pertenezco al partido nacionalista peruano ni soy humalista, ni nada por el estilo, pero considero acertada la propuesta de Ollanta Humala, ya que por fin alguien con representación congresal ha tomado el toro por las astas.

Fuente: Argenpress

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