Por Belén Sola

Texto inédito, extraído del libro “Experiencias de Aprendizaje con el Arte Actual en las Políticas de la Diversidad”. VV.AA., de la misma autora, Ed. MUSAC, que tiene prevista su publicación en septiembre de 2009.

Hay proyectos que se ponen en marcha mucho antes de poder tan siquiera entender las razones de los vínculos que se están creando y el porqué de éstos. A través de la intuición que propicia el acercamiento a los públicos, terminas creando una responsabilidad del departamento educativo hacia personas que, de alguna forma rediseñan y enriquecen las funciones de un departamento educativo. Éste ha sido el caso del trabajo realizado en la prisión de León, donde he comprendido muchos aspectos de nuestra colaboración cuando ya llevábamos tiempo trabajando. Fue en una de mis últimas visitas a la prisión, en noviembre de 2008, cuando reparé en un rótulo grabado en la puerta de entrada, en el que está transcrito el articulo 25.2 de la constitución española: Las penas privativas de libertad estarán orientadas hacia la reeducación y la reinserción social (…). Los internos, tendrán derechos al acceso a la cultura y al desarrollo integral de su personalidad.

En los últimos meses, las entrevistas a los medios de comunicación que hemos tenido por motivo de la revista Hipatia, hacían mención a una especie de trabajo social que se estaba haciendo desde el MUSAC con ciertos colectivos de la ciudad. Esta apreciación tal vez tenga que ver con el primer párrafo de este artículo: Las penas privativas de libertad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social (…). Sin embargo, yo mantenía y mantengo ahora, que este proyecto tiene la misma base formativa y educativa que el resto de la programación del DEAC, con la diferencia de hallarnos ante un colectivo con imposibilidad total de acceder al museo. De esta manera, se hacía especialmente significativo y familiar el párrafo segundo del artículo mencionado: Los internos, tendrán derechos al acceso a la cultura y al desarrollo integral de su personalidad.

De alguna manera, encontrarme este artículo de forma casual, me ha dado las razones para seguir afirmando que la colaboración con la prisión, así como la realizada con otros usuarios pertenecientes a los denominados colectivos excluidos o marginados socialmente, se basa y persigue los mismos objetivos conceptuales en cuanto a la educación, el arte y la intervención en el contexto social que hemos expuesto en las páginas de este libro. El supuesto trabajo social puede ser, sin duda, un ámbito más propiciado en torno a estos proyectos y en el que los profesionales que trabajan en ese ámbito y los usuarios de estos colectivos pueden verse beneficiados.

Pienso que es importante definir nuestro trabajo, sobre todo en esos espacios donde las líneas entre disciplinas parecen no estar claras. Trabajo social y arteterapia, pueden ser ámbitos que “aparecen en”, que se “benefician de” o que se “apoyan en” nuestras prácticas, pero no son las materias con las que trabaja el DEAC.

Las primeras salidas de grupos de la prisión al MUSAC fueron en el año 2007, comenzamos a trabajar sobre la obra de Carles Congost [1] expuesta en ese momento en las vitrinas del museo. Hicieron dos visitas al MUSAC en el verano de 2007 y el equipo del DEAC se trasladó a prisión a continuar el proyecto en tres ocasiones en septiembre. La propuesta de trabajo consistió en la elaboración textual y gráfica de un conflicto, en formato de telenovela. Dividimos por grupos el equipo y cada uno tenía que decidir las cuestiones fundamentales que les planteamos: escribir un argumento y perfilar los personajes. La historia, como cualquier narración novelada seguía las pautas de exposición, conflicto y desenlace. En ella, los participantes tenían que interpretar un rol. Después de escuchar las versiones de sus historias donde la resolución de los conflictos estaba marcada por la manera de actuar/ser de los personajes interpretados, volvíamos a intentar otras diferentes maneras de concluir las historias. Esto se hizo desmontando a los personajes: primero analizamos los estereotipos que habían elegido, en su mayoría impuestos por motivo de género o la condición social, y después los volvíamos a construir. En esta segunda fase, vimos la posibilidad de solucionar problemas o actuar de otras formas si ensayábamos nuevas identidades y relaciones entre ellas. La experiencia quedó documentada a través de imágenes y un video en el que los grupos dialogan sobre el proceso de trabajo.

Partiendo de esta primera experiencia, y conscientes de todo el potencial educativo/creativo que las personas en la prisión pueden demandar/ofrecer. Quisimos generar una relación más estable y duradera con la prisión.

En una población de mil setecientos presos, lo primero fue decidir qué queríamos hacer y cómo. Un primer acercamiento al espacio real que supone una microciudad de hierro, una prisión construida en 1995, con todas las mejoras que incluyen aspectos de accesibilidad, seguridad y confort para los reclusos y los funcionarios. Además, un proyecto directivo bastante abierto a propuestas de educación y socialización de las personas internas. Todo ello, posibilitó este conocimiento del entorno y sus particularidades poblacionales.

La base. ¿Con quién vamos a trabajar?

De mil setecientos presos, apenas ciento treinta son mujeres. Este dato fue definitivo para entender una carencia en los programas formativos y ocupacionales que se estaba dando por un simple motivo de porcentajes. Éstos eran muchos menos ofrecidos a mujeres, puesto que estaban en clara desventaja numérica con los varones, pero por otro lado, encontramos en la población reclusa femenina, unos parámetros de unidad que no podíamos dejar de lado.

Tal vez el más importante para dirigir nuestro trabajo hacia las mujeres, era esa situación de desventaja. A la evidente discriminación que sufrimos las mujeres en la calle, en la cárcel hay que sumar la discriminación racial, (el 80% son de otros países o de otras etnias del estado español), la discriminación social (por temas en relación a la prostitución y la droga fundamentalmente) o la discriminación sexual (aunque es difícil tener datos objetivos en este sentido), entre otras. Todas estas desventajas esenciales, son por supuesto sostenidas por la discriminación cultural que las mantiene. No es casual que las personas más marginales y desprotegidas se encuentren en la prisión.

El conducto. ¿Cómo/a través de qué lo haremos?

El trabajo por tanto, se decidió hacer con el modulo 10 de la prisión: el módulo de mujeres. En una primera reunión, nos mostraron su interés en publicar una revista que ya tenían – a nivel de redacción- bastante elaborada, nos dieron sus textos y les hicimos la propuesta de poner en marcha la publicación.

La publicación será el conducto para el trabajo educativo que nos proponemos. Un inmejorable medio para trabajar los objetivos conceptuales que el DEAC tenía establecidos. El MUSAC apoyaría en el diseño, edición, publicación y distribución de la revista, y desde el DEAC, se formalizaba el compromiso de trabajar mensualmente con ellas para hacerles llegar información, documentación y apoyo en la coordinación y la consecución de una línea editorial, además de actuar como catalizador y generador de sus propias motivaciones e intereses.

El proceso. ¿Cómo, porqué y para qué lo haremos?

A través de la revista se cumplen muchas posibilidades y objetivos, algunos más evidentes que otros:
• Ellas son las protagonistas del trabajo en todo momento.
• Posibilita el doble parámetro de colectivo -subjetividad múltiple- y personas -subjetividad individual-. Esto significa que podemos trabajar en las pedagogías del género desde dos lugares [2] :

El común: ¿Por qué una revista hecha por las mujeres?, ¿qué es lo que la diferencia de una realizada por hombres o por ambos sexos? Cuestiones que ellas mismas analizan y reflejan en la propia estructura de la revista, pensada por mujeres encarceladas para mujeres encarceladas o libres.

El autónomo: Como lugar que sitúa a las mujeres como enunciadoras de su propia voz. Su palabra va a ser leída y tenida en cuenta, sin necesidad de condicionantes culturales, económicos, sociales o políticos.

• El interés en que la revista no tomara un lugar satélite con el resto de programas del DEAC, ha propiciado la utilización de la publicación como excusa para la realización de otros actos, aprovechando a los artistas y profesionales que pasan por el museo para impartir talleres o realizar actividades. Es el caso del taller de escritura creativa de Sara Rosenberg, que se ofreció por la tarde en el MUSAC y por la mañana en el módulo de mujeres de la prisión en diciembre de 2007, o la actuación-performance sonora que tuvo lugar en las navidades de ese mismo año, por el grupo Ciegas con Pistola, del músico leones Nilo Gallego, dentro del programa de actos de navidad de la prisión, y que celebraba el nacimiento de la publicación.

En Septiembre de 2008, se presenta al público Hipatia, con una periodicidad bimestral y una tirada de dos mil ejemplares. Esta publicación es distribuida gratuitamente a todos los centros penitenciarios, museos y centros de arte, bibliotecas y colectivos que lo solicitan de toda España.

[1] Carles Congost. 19 de mayo / 2 de septiembre de 2007.
Proyecto de Carles Congost para las vitrinas del vestíbulo. En la primera vitrina se mostrará en formato expositivo, la nueva fotonovela de Congost contenida en el libro Say I´m Your Number One (que se presentó con la inauguración de la exposición). En ella se narran las vicisitudes a las que se enfrentan los miembros de The Congosound, al no poder cumplir con las obligaciones propias de un grupo de música, desatendiendo así aquellos eventos artístico-musicales a los que son invitados. La historia de The Congosound, planteada como una especie de biopic musical, manifiesta las problemáticas que rodean la producción musical en nuestros días a la vez que pone en marcha una serie de reflexiones sobre el trabajo en equipo, el paso del tiempo y las crisis existenciales en aras de la madurez.
[2] Entendemos la colectividad como un espacio para devenir desde la individualidad. Como apuntan Lorena Méndez y Fernando Fuentes (La Lleca. Cómo hacemos lo que hacemos. México.2008): La colectividad para nosotros no significa la contención de las identidades de quienes están en el proyecto, sino su desbordamiento a un tercer espacio. Pensamos en el proyecto como la construcción de este tercer espacio que no sea del individual “yo” ni del colectivo (entendido tradicionalmente), sino en donde se podrían generar nuevas subjetividades, y por ende colectividades.

Fuente: MujeresNet

Puntuación: 0 / Votos: 0