Por Elsa Lever M.

¿Te has puesto a pensar qué haríamos sin cuerpo? Así es: nada. No habría manera de materializar nuestros pensamientos, ideas, objetivos, ilusiones, sentimientos y emociones.

Nuestra mente es muy poderosa, pero sin cuerpo sólo sería un director de orquesta… sin orquesta. Por eso es tan importante tomar conciencia del valor de nuestro cuerpo, y actuar en consecuencia. En el cuerpo confluyen pensamiento y vida.

¿Cuándo fue la última vez que lo apapachaste y consentiste? ¿Lo has mantenido sano, activo y funcional? Y no estoy hablando de cirugías estéticas o caprichos de vanidad, sino de los factores básicos y necesarios para mantener tu cuerpo al día.

¿Por dónde empezar? Párate frente al espejo y obsérvate. No como un juez, sino como una amiga. No busques formas, tamaños, colores o texturas “perfectas”. No existen. Lo que tienes que buscar son señales de enfermedad o agotamiento. Pero el trabajo no sólo es hacia el físico. Debes acudir al médico para detectar el estado de tu organismo, de tu cuerpo por dentro. La dimensión de tu tarea dependerá de los resultados. Espero no tengas mucho que hacer al respecto. Pero si es al contrario, no dejes de asistir a tus citas médicas y cumplir al pie de la letra las indicaciones.

También es importante que seas honesta contigo misma: ¿estás sana emocionalmente? ¿estás en equilibrio? La atención psicológica no es un último recurso, sino parte integral de tu salud. La mayoría de las enfermedades tienen un origen psicosomático. Eso no significa que “inventemos” malestares, sino que cualquier desequilibrio psicológico (pensamientos-emociones-sentimientos) se manifiesta en el cuerpo en forma de enfermedad.

Como verás, nuestro cuerpo requiere de gran responsabilidad de nuestra parte. Hay mucho que hacer, en lugar de estar perdiendo el tiempo deseando tener otro cuerpo, gastando dinero en busca de la juventud y belleza eternas o quejándonos de los “defectos”, que sólo lo son cuando vivimos de los estereotipos. Piensa en lo triste que resulta saber que quienes más recurren a las cirugías estéticas son personas en crisis: divorcios, desempleo, envejecimiento, duelo, rupturas…

Saber qué tan satisfecha o tranquila te sientes con tu cuerpo, es un termómetro de cómo te sientes con tu vida. Se quiere cambiar el cuerpo para así poder cambiar la existencia, la orientación de la vida. Pero ahí radica el problema, porque es sólo una falsa idea. Las cirugías estéticas, los tatuajes, las perforaciones y otro tipo de modificaciones son sólo síntomas de un odio al cuerpo (y de consumismo y comercialización). Son reflejo de la verdadera idea que se tiene del propio cuerpo: un accesorio que alteramos y adaptamos según la moda imperante; un objeto al que podemos hacerle lo que sea, todo en una carrera interminable y obsesiva de “buscar” una “identidad”, o querer ser eterna.

El cuerpo no es un estorbo o un obstáculo, como pensaban algunos antiguos filósofos, incluso como ciertas ramas de la ciencia lo siguen pensando. No es el “borrador” que hay que corregir. La ingeniería de lo biológico está persiguiendo, incluso, la desaparición del mismo; volverlo una pureza técnica, una máquina (sin metáfora) perfecta. Ahora resulta que es más fácil fabricar y modificar cuerpos a modo, gusto y antojo, que cambiar las mentalidades para que nos aceptemos como somos, con nuestros límites corporales y la irremediable condición humana que representa la muerte.

Por eso revisa el estado general de tu cuerpo, y aplícate en sanar lo dañado, en reducir riesgos de enfermedad, y en aceptarlo y quererlo. A cada una de nosotras nos fue dado un cuerpo para poder llevar a cabo nuestras metas. Cuídalo, protégelo, escúchalo, atiéndelo, defiéndelo y respétalo… ¡Amalo y vive!

Fuente: http://www.ovariofuerte.com/2008/08/columna-no4.html

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