Por Hugo Huberman, desde Colombia | 5.1.2010

Virgelina Chara se nombra esta mujer afro habladora y genuina, camina sin estridencias en el Encuentro de la Red de Masculinidades Ni Hegemónicas de Colombia. Anda suave y su verde que te quiero ver en su cabeza la ilumina mas aún. Desciende de los Chará, los negros esclavos que regaron esta América.

52 años la convocan a andar su historia, de Cauca a Bogotá, seis hijos y seis nietos son parte de su familia hoy, ha trabajado en casas de familia, de chica; luego el M19 la tuvo entre sus filas, vendedora ambulante, lideresa comunitaria y defensora incansable de los derechos humanos.

Ella sabe más de lo que habla, desde el 2003 está en Bogotá, corrida de tanto correr.
La primera vez, de su pueblo a la guerrilla andando, la segunda en Cali tomando tierras donde conformaron un barrio. Sin embargo en 1987 Virgelina fue tomada, torturada y golpeada por las fuerzas militares. El barrio, los hijos y las hijas quedaron atrás, había que salvar la piel.

En los 2000 seguían peleando por legalidad de los territorios que ocupaban, los paramilitares comenzaron a matar los líderes uno a uno. Volver a desplazarse…
Llega el 2003, Virgelina sabe que vienen por ella, así de simple, así de complejo.
Su hijo reclutado con ellos le avisa, me dice: ‘la guerra no respeta a nadie y a mí sí que menos. Ese 21 de Febrero del 2003, mientras nosotros emprendíamos camino hacia Bogotá, en el barrio asesinaron a 17 personas. Como a las diez de la noche entraron a mi casa, tumbaron la puerta y se llevaron los documentos de la organización. En el barrio nadie vio nada, nadie hizo nada’.

En Bogotá consiguieron que Afrodes (Asociación de Desplazados Afrocolombianos) les prestara 500 mil pesos para poder establecerse. Tocando en una puerta y en otra Virgelina consiguió que el Instituto Latinoamericano de Servicios Legales Alternativos le concediera una beca de casi un millón de pesos por seis meses y con ese dinero logró sostener a su familia y otras más personas que también tuvieron que venirse de Cali para Bogotá desplazadas. Era gente que conocía de los procesos sociales.

Ella no abandonaba lo suyo. ‘Vea, iba a las reuniones de la Asamblea Permanente de la Sociedad Civil por la Paz, me vinculé con los procesos de comunidades de Afrodes, con la asociación Minga, con la Alianza Social de Organizaciones Sociales y Afines, y con la Conferencia Nacional Afrocolombiana’.
Poco a poco, como todo lo suyo, con mujeres del barrio el Rocío de Bógota organizó talleres de artesanías de jabón, bijouteri y tejidos. Comenzaron las reuniones 20 mujeres del Barrio Rafael Uribe. ‘Con esas señoras nos inventábamos talleres que para aprender a hacer mermeladas, tortas, bolsos y muñecas en jabón. Eso nos permitía tener un ingreso y empezar a meterles a las mujeres en la cabeza que eran sujetas de derechos y que debían luchar por que les fueran respetados’.

En Julio del 2003 nace la Asociación Mujer y Trabajo, que recién pudieron legalizar en Diciembre del 2006. Hoy con su Asociación Mujer y Trabajo tiene procesos organizativos con mujeres en sectores como Sierra Morena, en Ciudad Bolívar; Quiroga, Diana Turbay, Nueva Esperanza y San Marcos, en Rafael Uribe Uribe; Villa Rosita, en Usme; Rincón de Suba, en Suba, y con los vendedores ambulantes de la Plaza España,en Los Mártires. ‘Lo que hacemos en esos sectores es dictarles capacitaciones, charlas, crear unidades productivas, ayudarles a vender sus productos y por ahí de paso meterles formación social y política’, agrega escondiendo su sonrisa.

Esta es una organización casi familiar en la que trabajan sus hijos, quienes son los que sirven de secretarios y dan los talleres de mermeladas, tortas y collares. Nadie tiene sueldo fijo y, por el contrario, cuando logran sacar proyectos la mayoría del dinero se va en pagar el arriendo del lugar, darles algo a las mujeres por sus productos y comprar material para seguir produciendo. ‘Hay meses en que estamos al haber…Debemos hasta la madre…’, rezonga.

Hace un año Amaury Moguea entró a reforzar el trabajo de Virgelina. Él es un estudiante de último semestre de sociología, de la Universidad Cooperativa de Colombia, que les ayuda dictando los talleres de formación en derechos humanos y ahora asesorándolos sobre cómo hacer el acompañamiento a las personas que llegan a la asociación pidiendo ayuda porque han sido vulnerados sus derechos.
En Bogotá el hecho de denunciar lo de su hijo y sus desplazamientos, la ha llevado a ser secuestrada y amenazada más de una vez: ‘negra de eso no se habla, negra de eso no se discute’.

Sólo la llamaron por su nombre en pleno día y la llevaron varias veces. Cuenta que cuando escucha su nombre ahora ‘no doy papaya: por nada del mundo volteo a mirar cuando me llaman, me fijo muy bien quién va a mi lado y ante cualquier situación que me alerte, reacciono’.

Virgelina deambula por las calles bogotanas con el miedo a cuestas, sabiendo que su historia no está terminada. Ahí va la negra Virge, mas allá de sus desplazos.

Enviado por Hugo Huberman

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