El tiempo, personaje clave en la crisis hondureña
Publicado el : 17 Julio 2009 – 1:01de la tarde
| Por José Zepeda

Los miles de manifestantes que apoyan a Zelaya han bloqueado importantes carreteras. Sindicatos y organizaciones sociales aumentan su protesta. Roberto Micheletti se mantiene firme, dice que está dispuesto a renunciar a condición de que Zelaya no vuelva al país. Pero las principales iniciativas para intentar resolver la crisis no están en Honduras, sino en Washington y San José de Costa Rica.

José Zepeda

La Secretaria de Estado Hillary Clinton se reunió con sus homólogos de Canadá y México. La conclusión del cónclave ha sido un renovado compromiso con el orden constitucional, es decir, una condena al golpe afirmando que “las acciones tomadas no están de acuerdo con los principios democráticos”. Sin embargo, los tres han omitido el nombre de Zelaya y no han dicho que su retorno sea una condición indispensable para resolver el problema. En síntesis: no nos gusta la irrupción de esta orquesta, como tampoco el cantante anterior. El concierto general es malo.

Intransigencia conduce al fracaso
El presidente de Costa Rica, Oscar Arias, extrema su creatividad política y desea hablar este sábado de un “gobierno de reconciliación nacional”. Micheletti ya se adelantó a decir que le parece una solución inviable. Fue incluso más allá al afirmar que “nosotros no aceptamos que ningún país tiene que imponernos absolutamente nada. Nosotros tenemos una posición y estaremos firmes y no cambiamos de ninguna manera”. Si las posiciones son impermeables al diálogo y cada uno se refugia en sus convicciones, la negociación está condenada al fracaso.

Es cierto que no se trata, en este caso, solamente de Michelleti. Zelaya ha aportado su cuota de intransigencia al llamar, sin pensarlo dos veces, a la insurrección, con la excusa de que el pueblo tiene derecho a rebelarse en contra de la tiranía. Es cierto. Pero una cosa es la desobediencia civil y la protesta, y otra muy distinta, la insurrección, entendida ésta como el uso de todos los métodos posibles. Por sobre cualquier consideración política está la vida de la gente. Y nadie tiene el derecho de arriesgarla. Hay presidentes que han preferido sacrificarse ellos para evitar que se derrame sangre de los suyos.

Costa Rica como mediador
Lo que se necesita esta hora es otra cosa: mantener la calma y respaldar el único canal oficial de contacto entre ambas partes: el encuentro de San José de Costa Rica. A ese propósito se ayuda presionando a las partes para que exhiban real voluntad política y no ocupen el momento para insistir en posiciones intransigentes.

Oscar Arias gestiona de mediador porque cree, sinceramente, que hasta en los peores momentos, la palabra tiene más valor que la violencia. Por eso hacen daño aquellos que, sin conocimiento de causa, sin el más mínimo antecedente, se han abocado a la tarea de intentar minar su prestigio recurriendo a la manida argumentación de que Arias es un peón del imperialismo. El síndrome de persecución, la teoría del complot, la bienaventurada posición de víctima, son, todos, reflejos condicionados, y no argumentación basada en la realidad.

La superación de este dilema democrático está ciertamente en el retorno al orden constitucional, en la celebración urgente de elecciones, en la necesidad de un pacto social renovado que permita la coexistencia de opciones políticas diversas, y en el respeto irrestricto de lo que dicta la ley.

Fuente: radio Nederland

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