Invertir hoy para reducir desastres futuros* Francisco Rey Marcos

22-05-2009
En un mundo en el que abundan las noticias – normalmente malas – en la esfera internacional, y en el que los medios de comunicación se ven obligados a seleccionar aquellas que consideran más importantes, algunos eventos relevantes corren el riesgo de pasar desapercibidos y de no tener ninguna notoriedad mediática. Y si además ocurren en países tan poco habituales como Bahrein, la ausencia en las páginas de periódicos, televisiones o medios digitales, es total.

Eso es lo que ha ocurrido esta semana con la presentación del Primer Informe de Evaluación Global Bianual de Reducción del Riesgo de Desastres (RRD) 2009 presentado en Bahrein el día 17 de mayo con la presencia del Secretario General de la ONU Ban Ki-moon y otros líderes internacionales, especialmente del mundo árabe. El Informe, el primero de estas características, analiza en profundidad las tendencias internacionales en materia de desastres y de reducción del riesgo, centrándose en dos de las variables más significativas: el efecto del cambio climático sobre estos eventos y las relaciones entre la ocurrencia e impacto de los desastres y la pobreza. Especialmente la extrema pobreza.

El Informe cumple el compromiso adoptado en 2005 por 168 países en el llamado Marco de Acción de Hyogo. En aquella ocasión tuvo lugar en Japón la Conferencia Internacional de Reducción de Riesgos de Desastres que aprobó el citado Marco de Acción. Al realizarse unas semanas después del tsunami que afectó a las costas asiáticas y en un contexto internacional que aún vivía con el shock que produjo aquel dramático evento, la Conferencia contó con una presencia masiva de la comunidad internacional y permitió que se aprobaran numerosas resoluciones y compromisos en materia de reducción, mitigación y preparación ante desastres. Fue allí, por ejemplo, donde el gobierno de Japón se comprometió a financiar un sistema de alerta temprana frente a los tsunamis en el océano Índico similar a los que ya existían en el Atlántico o el Pacífico. Y fue allí, en un país como Japón especialmente sensible a ciertos sucesos como los terremotos, y en las cercanías de la ciudad de Kobe, afectada por enormes seísmos en los últimos años, donde se pudo avanzar en la concepción de que, puesto que el riesgo de desastres está aumentando, más vale que impulsemos las medidas de preparación ante ellos de modo que cuando ocurran su impacto sea menor y las perdidas de vidas humanas y materiales se reduzcan.

Pero pasados casi cinco años de aquel evento y en ausencia, afortunadamente en los últimos meses, de desastres de la magnitud del tsunami, la comunidad internacional tiende a ser olvidadiza y muchas de las cosas propuestas en Hyogo están avanzando demasiado lentamente. Los efectos de la crisis financiera global han sido demoledores en materia de medidas de prevención ante desastres y los gobiernos han interrumpido la dedicación de fondos a mejorar sus sistemas de reducción de riesgos, tal como se proponía en Hyogo. Las propias opiniones públicas tanto de países desarrollados como de países en desarrollo no son conscientes de la importancia de mantener la inversión en reducción de riesgos y ello está ocasionando que el retroceso sea grande. El título del Informe no puede ser más explícito “Invertir hoy para un futuro más seguro”. Pero parece que los gobiernos no se toman suficientemente en serio el asunto y no valoran el elemental “más vale prevenir que curar”.

Este primer Informe centra su atención en la pobreza y en como algunos desastres se concentran en ciertos países en los que la extrema pobreza agrava las condiciones de vulnerabilidad de la población. Los efectos de los desastres están tremendamente concentrados en los países pobres y, aunque fenómenos como Katrina o las inundaciones en Europa Central ponen de manifiesto que las catástrofes nos afectan a todos, los datos de los últimos años con Myanmar, China, Bangladesh o la India a la cabeza, no admiten muchas dudas. También analiza el Informe el cómo las grandes ciudades de los países empobrecidos, las megalópolis de millones de habitantes, aumentan los riesgos de la población pobre que no puede acceder ni tan siquiera a los servicios básicos que una ciudad debería suministrar. Pero el Informe, elaborado con la participación de muchísimas organizaciones e instituciones especializadas de todo el mundo, analiza también los avances producidos y realiza sugerencias para el futuro en un paquete de 20 medidas a ser tomadas con urgencia. Entre ellas, en esta ocasión, destacan aquellas relacionadas con la adaptación al cambio climático y con la consideración de los fenómenos climatológicos como generadores de riesgos de desastre. Y es que, por más que algunos negacionistas se empeñen en lo contrario, la evidencia de que el calentamiento global está agravando algunos tipos de desastres es cada vez más clara.

* Francisco Rey Marcos es Codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH)

Fuente:Tadio Nederland

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