Day: 8 julio, 2009

La responsabilidad de los medios

La responsabilidad de los medios

¿Cuál es el límite? Ha tenido que morir una mujer para que nos demos cuenta de que la televisión trata con frialdad, irresponsabilidad y morbo la violencia machista. Hace demasiados años que sufrimos programas como el ahora denostado El Diario de Patricia. Programas que sacan a la luz pública miedos, miserias y desamores de cualquiera capaz de desnudar su íntimo privado sobre lo público televisivo, o que lo engañan para que lo haga.

El diario de Patricia sólo es la punta del iceberg de los programas que promocionan y refuerzan las violencias contra la mujer y lo femenino. Así ocurre, por ejemplo, en Gran Hermano, en Escenas de Matrimonio, que normaliza la lucha de género, en los programas de corazón que trivializan la violencia o en los telediarios que se regodean en presentar el caso de agresión y se olvidan de colocar en el lugar del culpable a los agresores. No hay que olvidar que la mayor parte de ellos se emiten en horario infantil.

Este caso de tanto impacto mediático (quizá por la coincidencia con la semana del 25 de noviembre, día internacional contra la violencia machista) no es por desgracia nuevo ni anecdótico. Hace unos meses una mujer sufrió agresiones graves causadas por su ex pareja a la salida del mismo programa.

Este tipo de delitos ligados al género no se juzgan con el mismo rasero. ¿Dónde se ha visto que un delincuente pida perdón a su víctima en público? ¿Pueden imaginar por un momento a un violador o atracador pidiendo perdón a su víctima e intentando alcanzar la reconciliación con la connivencia y el engaño de la presentadora? Pero mejor no demos ideas.
Lo único que podríamos salvar de esta muestra de terrorismo televisivo es que la gente ya sabe que la violencia machista puede tener cualquier cara, incluso una amable y romántica.

El objetivo de estos reality shows es claro: inventar protagonistas anónimos, arrancar del sofá a quien sólo observaba y colocarlo dentro de la televisión. A cambio se le ofrece un bocadillo y los gastos de viaje.

Al amparo de esos programas, a mediados de los años 90 surgieron empresas subcontratadas por las productoras que se dedicaban en exclusiva a buscar y entrenar a personas que hoy clasificaríamos como aprendices de friki. En aquellos primeros tiempos de la telerrealidad, una asociación que investigaba sobre sexualidades en la facultad de sociología recibía a diario llamadas en busca de cualquier persona gay, lesbiana, transexual o bisexual que quisiera contar su historia frente a las cámaras. La captación la llevaba a cabo gente joven de la facultad que, acostumbrada a reclutar voluntarios para grupos de discusión y grupos focales de opinión para estudios de mercado, montó una empresa que surtía a estos programas telebasura de la carnaza necesaria para alimentarlos. En cada convocatoria se realizan perfiles psicosociales completos a través de una entrevista por teléfono y otra personal en el estudio, antes del programa. En ocasiones se les pide que generen conflicto y que sean agresivos a la hora de participar.

Esta práctica continúa siendo habitual. Hace apenas tres semanas recibía la invitación de un canal para participar en un documental de interés social, no como experto en prevención de violencia, sino solicitando que llevara a una de mis alumnas de 15 años para que hablara de su historia de maltrato. También buscaban algún chico de esa edad que manifestara trazas de hombre agresor y que quisiera dar testimonio, en esta ocasión con la cara oculta y la voz distorsionada. De esta forma sólo se normaliza la violencia. Los testimonios personales no informan, sino que deforman y parcializan la realidad.
Seamos conscientes por un momento de cómo la televisión trata el tema de la violencia de género sobre las mujeres y lo femenino. A las víctimas se las expone, se dan sus datos, se habla sin pudor de sus costumbres, y si eran divorciadas, separadas o promiscuas. De los agresores sólo sabemos sus iniciales y que han cometido una agresión que algunos vecinos no entienden: “Sí, discutían mucho, pero él parecía muy buena persona y amable, era muy educado”. Pocas veces se dice algo sobre el castigo que debe recibir o sobre sus antecedentes violentos.

Pero, ¿por qué se mantienen en pantalla programas de tan bajo calado ético? La respuesta es clara. Son programas baratos de máxima audiencia, el paradigma del capitalismo. Más por menos y a costa de lo que sea. Un programa de estas características apenas tiene un coste de producción de entre 20.000 y 30.000 euros, y audiencias que superan los tres millones. ¿Qué audiencia y qué costes tendrían programas de verdadero debate social como aquéllos de La Clave de José Luis Balbín?

Las consecuencias de años sin reflexión nos llevan al punto en que nos encontramos. Las violencias están normalizadas. Convertimos lo anecdótico en normal, y lo habitual en ajeno y poco importante. Quienes dirigen las televisiones públicas y privadas tienen al menos tanta responsabilidad como quienes enseñamos desde las aulas.

Basta ya de hipocresía. No tenemos la televisión que merecemos sino la que nos ofrecen. Es más difícil y caro hacer programas con sensibilidad social, implicados con los cambios, con la igualdad, con el sostenimiento del planeta, con el poder solidario universalizado y con las personas, en lugar de con los impúdicos intereses económicos.

Vivimos en un entorno de creciente crispación, si bien con muchos más medios y mayor capacidad de elección que el que heredamos. Pero esta libertad sólo existe si se ejerce.

Erick Pescador Albiach es sociólogo y sexólogo. Especialista en género, masculinidades y prevención de violencia

Fuente: http://blogs.publico.es/dominiopublico/146/la-responsabilidad-de-los-medios/#comment-27988
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Burnout: el desgaste de la vocación

Burnout: el desgaste de la vocación

Conocé sobre esta enfermedad que ataca una zona muy particular: la identidad profesional. Además, consejos para llevar una vida laboral sana.

Por propiedades y funcionamientos análogos, el hombre siempre se ha referido a su propio cuerpo como una “máquina”, en el que cada engranaje y tornillo tiene una razón de ser y actúa en nombre de un programa común. Vale preguntarse entonces qué ocurre cuando este complejo mecanismo se desgasta por su repetido uso (o mal uso) y sus piezas comienzan a fallar, queriendo ejecutar inútilmente una función que ya no pueden cumplir y que sólo logra recalentar la máquina hasta averiarla por completo.
Ya sea con fines didácticos o por un oscuro sentido del humor, psicólogos y médicos se valieron de esta metáfora para describir y dar nombre a una reciente enfermedad psico-física que se da en el seno de las sociedades modernas y que afecta la vida de los profesionales: el Burnout o síndrome de desgaste profesional.
La palabra Burnout significa quemarse hasta extinguirse, y ha sido pensada específicamente para referir la situación de trabajadores sociales, de la salud y de la educación: profesionales cuyo trato con personas que sufren enfermedades, padecimientos crónicos o violencia puede terminar por afectarlos psicológicamente.
El estadounidense Herbert Freudenberger fue quien, en 1974, describió por primera vez esta enfermedad de carácter clínico como “una sensación de fracaso y una experiencia agotadora que resulta de una sobrecarga por exigencias de energía, recursos personales o fuerza espiritual del trabajador.” El psiquiatra basó sus estudios en la observación de la evolución que sufrían unos cuidadores voluntarios de personas con adicción a drogas. Del entusiasmo inicial, al desanimo y desinterés, el grupo de profesionales a cargo terminó por descuidar sus tareas.
El tener que ser testigo de padecimientos de distinto tipo, sumado al cumplimiento de la propia práctica profesional, genera en determinados trabajadores una patología que con frecuencia se asimila al estrés. Sin embargo, se diferencia de éste porque afecta a una zona muy particular: la identidad profesional.
El docente que juzga que su entrega a la docencia no tiene el éxito esperado, el personal de enfermería, que se ocupan de personas infectadas con HIV, los profesionales dedicados a la oncología y a los enfermos cardíacos: todos experimentan vivencias de sufrimiento y pérdidas permanentes y por ello son potenciales víctimas del burnout.
Guillermo Augusto Vilaseca, licenciado en psicología de la Universidad de la Buenos Aires (UBA) y orador del V Congreso Internacional de Estrés Traumático en nuestro país, considera de extrema importancia investigar esta patología porque cree que explica lo que ocurre hoy con los profesionales. “La clave está en estudiar qué pasa con sus ilusiones cuando se topan con las realidad, y cuál es la consecuencia de este defasaje; porqué, más allá de que todos inician desde su vocación con muchas ganas una tarea, al tiempo de andar en ella empiezan a sentirse, por lo menos, incómodos en la misma”.
Este agotamiento espiritual, emocional y físico no solo repercute en la calidad de vida de los profesionales, sino que también ocasiona una declinación en su capacidad para realizar su tarea con alegría, lo que se expresa en un descenso de la calidad y cantidad del rendimiento de trabajo. “Cuando se habla del proceso Burnout, del quemarse, lo que se quema es la vocación. La identidad profesional es lo que se va deteriorando; y entonces, nos vamos encontrando con personas que se sienten cada vez menos eficaces, menos efectivas, con menos ganas y entusiasmo de desarrollar su actividad”, agrega Vilaseca.
A medida que se va desarrollando la enfermedad, el descontento avanza y el trabajo comienza a carecer de sentido para el profesional. Los síntomas, que antes solo podían observarse en el plano psicológico, comienzan a hacerse visibles en el cuerpo. En esta fase es común sufrir fatiga permanente, insomnio, cefaleas, disminución del deseo sexual, gastritis, estado de tensión y otros.
El profesional comienza a atentar contra si mismo. Con frecuencia, muchos buscan ampararse en las drogas y en el alcohol. Por último, se produce el colapso emocional y físico final que obliga al trabajador a dejar el empleo.
¿Es imposible llevar una vida profesional sana que mantenga el nivel de entusiasmo del trabajador por su actividad y no perjudique su salud? Recientes investigaciones sobre el tema afirman que para prevenir el síndrome existe una serie de consejos que ayudan a mejorar la calidad de vida laboral además de prevenir el estrés en el trabajo:

– Fomentar los cambios de hábitos que lo perjudican
– Realizar ejercicios físicos y de relajación
– Administrar el tiempo de manera gratificante
– Evaluar sus fuerzas y debilidades de un modo realista
– Aprender a decir No
– Delegar algunas tareas
– No dejarse vencer por la frustración
– Cultivar actitudes positivas
– Mantener una vida social activa
– No faltar a los encuentros familiares o amistosos
– Aprender a conocerse a sí mismo

Por: Rosario Fernández Arias

Fuente: http://www.tuestilogalicia.com/ArticulosDetalle/tabid/63/ItemID/870/View/Details/language/es-AR/Default.aspx (más…)

Mujer: ¿Para qué estar en la política?

Mujer: ¿Para qué estar en la política?
Bogotá-Mª Isabel García
13-05-2009
Después de compartir experiencias y poner en común la situación legal y real de la participación de la mujer en la política en la subregión andina, delegadas de Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela decidieron unir voluntades para ampliar los espacios democráticos en los que tengan cabida con discursos y formas propias de incursionar en la vida pública y el poder.
El seminario “Mujeres repensando la política”, realizado del 7 al 9 de mayo en Bogotá, fue convocado por el Centro de Investigación y Acción Social Económica, CIASE, organización mixta que pone énfasis en los asuntos de género. El Instituto de Participación y Acción Comunal de Bogotá y la Diputación de Cataluña, España, auspiciaron el evento.
Tras un repaso de la situación subregional y la coyuntura de crisis global, las delegadas expresaron consenso en que, pese a circunstancias nacionales diversas, hay condiciones para profundizar la democracia en América Latina. Al final, acordaron constituir tres mesas de trabajo que promuevan acciones conjuntas de las redes nacionales de mujeres, y denunciar las prácticas clientelistas, el caudillismo y la politiquería.
Rosa Emilia Salamanca, colombiana, presidenta ejecutiva del CIASE destacó como positivos los espacios para lograr la paridad y equidad que dejan las nuevas Constituciones de Venezuela, Bolivia y Ecuador; en tanto, dijo que en Colombia se observa un retroceso en la Ley de cuotas.
De cómo un grupo de campesinas y comerciantes pobres de Bolivia se rebelaron contra los interese leoninos del sector financiero y crearon su propia red de bancos para las mujeres, habló la presidenta del Centro de Mujeres Aimaras La Candelaria, Clotilde Márquez Cruz. La experiencia que inició hace 8 años fue la respuesta a una pregunta sencilla y revolucionaria: ¿Por qué no podemos ser banco nosotras? Ahora intentan, en la práctica, responder a otro interrogante.
Desde su ámbito académico, Magdalena Valdivieso, chilena, vinculada de larga data a la Universidad Central de Venezuela y su Centro de Estudios de la Mujer, advirtió sobre los riesgos que el actual momento de crisis puede significar para algunas conquistas, y llamó la atención del peligro latente de masculinizar el ejercicio político como una forma de sobrevivir en la jungla patriarcal de las corporaciones públicas.
Elizabeth Cazar, militante del Movimiento Popular Democrático e integrante de la Asociación de Mujeres Municipalistas, quien a los 20 años fue elegida concejala de Ibarra, relató cómo el actual sistema electoral de su país la dejó por fuera del escaño que había preservado en dos elecciones consecutivas. Y es que, pese a haber obtenido más del doble de votos que otras contrincantes que sí lograron una curul, ella quedó por fuera.
Mujeres particulares, diversas procedencias, y la decisión única de transformar lo que se entiende por poder y oficio público respondiendo al interrogante que durante los tres días del seminario rondó las sesiones de trabajo. ¿Para qué quieren las mujeres estar en la política?
*Clotilde Márquez es presidenta del centro de mujeres aimaras La Candelaria.

FUENTE: Radio naderland (más…)

Ecuador: La desaparición de Mama Tránsito Amaguaña

Ecuador: La desaparición de Mama Tránsito Amaguaña
13-05-2009
A la edad de cien años ha fallecido este símbolo de lucha y resistencia de los pueblos Indígenas del Ecuador. Mama Tránsito fue una precursora en las luchas por los derechos indígenas y de las mujeres, en contra de la brutal explotación que tenía lugar en las haciendas.
Prácticamente iletrada, fue una de las fundadoras de la Federación Ecuatoriana de Indios, la organización que ahora se llama Confederación Kichwa del Ecuador, Ecuarunari y la Confederación de nacionalidades Indígenas del ecuador, la CONAIE.

Reiteradas veces encarcelada
Diferentes gobiernos ecuatorianos encarcelaron a Mama Tránsito, acusándola de comunista y guerrillera, sólo por defender los derechos de las comunidades.
Si bien el ex presidente Lucio Gutiérrez le adjudicó un premio durante su mandato, Tránsito Amaguaña falleció en la pobreza en su comunidad natal “La Chimba” en Cayambe.

Escuelas bilingües
Junto a Dolores Cacuango, Mama Tránsito fundó las primeras escuelas bilingües para las comunidades indígenas en Cayambe, cerca de Quito, algo totalmente inusual en aquella época y que ahora conoce numerosos ejemplos en todo Ecuador.

Un ejemplo
El presidente de Ecuarunari, *Humberto Cholango, comentó a Radio Nederland que “mama Tránsito ha sido una de las lideresas nuestras que luchó durante cien años por los derechos de los pueblos indígenas, contra la explotación, contra el sometimiento a lo que eran objeto los pueblos indigenas y por recuperar las tierras, por recuperar la educación y hacer respetar la dignidad de los indígenas”. “Ha sido una de las líderes más emblemática para el ecuador y América latina”.

FUENTE: Radio Nederland (más…)