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Miller´s Crossing es, como otros tantos filmes de cine negro, una historia sobre los límites de la moral y lo que criminales y malhechores le deben a otros. Si nos ponemos a pensar, las mejores películas sobre el crimen organizado y/o basadas en la novela negra (desde Scorsese hasta Leone, de Billy Wilder hasta las adaptaciones de Hammet y Chandler) son, en el fondo, fábulas morales perspicaces, historias sobre el cómo actuar colisiona con el cómo se actúa: historias de carácter, crisis de identidad, conflictos de rol, tensiones por honorabilidad y, sobre todo, crisis espirituales. El cine de los hermanos Coen, una reinvención cínica y cercana al absurdo de la novela negra, y con una obsesión con desencuadrar los supuestos del cine policial, se ha construido casi en su totalidad a partir de estas cuestiones. Ningún personaje parece escapar del vaivén moral y sus consecuencias. Cuando la muy embarazada Marge Gunderson en Fargo (1996) está a punto de rendirse en su búsqueda del secuestrador de Jean Lundegaard (que resulta ser su torpe y bobalicón esposo, Jerry), un paso en falso en el encuentro con un viejo amigo -que finge otra vida para impresionarla – le lleva a la corazonada necesaria para resolver el caso. En No Country For Old Men (2007) un golpe de codicia desata una feroz cacería a cargo de un despiadado criminal con su retorcido sentido de la moral y la justicia.
La lección es bastante sencilla: un quiebre del espíritu, un paso en falso en la performance social, un desvío de la norma, es suficiente para desatar el caos moral y, sobre todo, el efecto en cadena que condena a sus protagonistas, lo que suele darse de la manera más hiperbólica posible. No sería descabellado pensar en los hermanos Coen como moralistas. Es común que en sus historias -inquietantes, sangrientas y con muchos muertos apilados al final-, quede con vida el personaje incorruptible, el protagonista de buen corazón y moral incontestada. Marge Gunderson sobrevive a la investigación en Fargo y mira con horror los intensos efectos de la codicia y la manipulación de las personas a su alrededor. En el epílogo de No Country For Old Men, el retirado sheriff Ed Tom Bell, ileso luego de la cacería humano que desató un maletín lleno de billetes, admite con culpa y frustración que ya no conoce este mundo, y que es incapaz de comprender la crueldad a la que se ha enfrentado toda su carrera. Los Coen puede ser moralistas, sí, pero nunca desde una mirada de esperanza: estos personajes sobreviven solo para atestiguar los daños irremediables a su alrededor, para aceptar, con horror e impotencia, que su cruzada moral no podrá salvar a los otros.

No existe un personaje así en Miller´s Crossing, quizás uno de los principales motivos por los que la película no tuvo el impacto de Fargo o No Country For Old Men, a pesar de la astucia de su libreto y el detalle de su puesta en escena. En este film de cine negro ningún personaje termina incorrupto y ninguno puede aducir de haberlo sido antes. Todos están manchados y casi siempre son despreciables. El protagonista, Tom Reagan, consejero de un mafioso irlandés en una ciudad desconocida, es el mejor ejemplo. A pesar de que su jefe es bueno con él y confía en su palabra, él actúa de forma cruel e indiferente ante sus demandas, y se acuesta con su mujer, Verna Bernbaum, lo más cercano a una femme fatale en el film. Reagan es frío con ella, incapaz de demostrar el afecto que, según queremos creer, genuinamente tiene por ella. Cuando las tensiones entre mafias rivales aumentan, no sabemos de qué lado está el protagonista. Reagan parece acomodarse según vaya las cosas, sin ningún compromiso serio, ni siquiera consigo mismo.
Algo parecido sucede con los otros personajes, casi igual de impenetrables que Tom. Verna parece incapaz de decidir por sí misma o romper su relación con el mafioso y su amante. El jefe de la banda rival, Johnny Caspar, en una brillante interpretación de Jon Polito, es un hombrecito inseguro y deseoso de hacerse respetar sin importar a quién sacrifique en el camino. Su segundo al mando, el gigante Eddie Dane, se ha acostumbrado a abusar de su poder y es mucho más despiadado que su jefe. Y, entre tantos criminales y embusteros, destaca Bernie Bernbaum, hermano de Verna, un corredor de apuestas escurridizo y manipulador, motivo de la disputa entre Caspar y la banda rival, incapaz de mantenerse fiel a nadie y siempre dispuesto a mover los hilos mientras evade todo riesgo. Irónicamente, el personaje más decente del film es Leo O´Bannon, el jefe criminal de la facción irlandesa y jefe de Tom, un gentil mafioso que funge como figura de autoridad para su consejero, e interpretado con maestría por Albert Finney en una interpretación contenida y muy convincente.

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