Crecer a mi manera – The Way, Way Back (2013)

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The Way, Way Back busca acomodarse dentro del coming of age, pero decide alejarse de propuestas similares en el género y concentrarse en los vergonzosos contubernios de la adolescencia, los pequeños —y muy reales— conflictos que componen la adultez temprana, con todos sus matices y consecuencias. La familia disfuncional, la extrema timidez, la parsimonia del verano, la necesidad de una figura de guía y el amor no correspondido son aquellos elementos más o menos paradigmáticos a la hora de crecer, y todos tienen cabida en el film. Al final, incluso con sus excesos y confusiones, la historia se mantiene como una propuesta empática y relevante sobre los miedos cotidianos y lo poco que podemos hacer para enfrentarlos, un acto de remembranza frente a la adolescencia y eso que nos deja al futuro.

The Way Way Back ensambla un conjunto de rostros conocidos para volverse los personajes principales del microcosmos de Duncan, adolescente de trece años, de piel pálida, mirada confundida y actitud nerviosa, un geek en toda la regla. Entre los personajes se encuentran Pam, la madre de Duncan, afable y también extraña en ese mundo, quien intenta lo posible por adaptarse a su divorcio y nuevo compromiso con Trent. Trent, a veces encantador y a  casi siempre contrlador, lleva consigo a su rebelde hija adolescente y a su vecina, Betty risueña, siempre con un vaso de licor en su mano. Betty viene con su hija, Susanna, quien tampoco se siente a gusto en el mundillo de verano. Cada quien hace lo que puede por disfrutar de lo que se supone que deben disfrutar, por más que no les sea sencillo. Duncan intenta encontrarle sentido a sus días, y su búsqueda lo lleva al parque acuático local, donde se hace amigo de Owen, inmaduro supervisor del local, quien lo acoge y le ofrece un trabajo de verano.

Este es un film sobre personas en conflictos cotidianos, y Faxon y Rash lo filman así. Se preocupan por las relaciones que rodean a Duncan y los efectos en su desarrollo, que parecen ser irreversibles. La relación entre Trent y Duncan es el punto medular del film y es filmada desde lo implícito. En el fondo, Trent es un idiota, pero los realizadores no intentan forzarnos a creer que lo es. Necesitamos cierto tiempo para entender la dinámica de manipulación y amedrentamiento a Duncan. Trent es un sujeto formal, definido por la regla y cercano al arquetipo de “macho” como tantos otros. Al ver a Duncan, silencioso, extraño y sin iniciativa, el incentivo para “ponerlo a regla” parece ser enorme. A Trent le molesta Duncan, porque no sabe cómo llegar a él. A Duncan le molesta Trent porque su presencia parece seguirlo a todas partes y repetirle lo mismo: que es un “3 de 10” y que “no lo intenta”.  A través de pequeñas indirectas, “lecciones” y presiones disfrazadas de disciplina, Trent, sin nunca perder el tono amable, parece declararle la guerra a Duncan y viceversa.

Ello motiva el segundo acto, que pone a Duncan en el parque acuático y nos presenta una nueva seguidilla de extraños personajes, sus manías y su peculiar encanto.Queda claro desde este segundo acto, una vez que Duncan va al parque, que este es un film que funciona mejor como drama que como comedia, sobre todo porque los realizadores, en su ópera prima, no siempre parecen encontrar el timing adecuado para la risa y parecen estancarse en ciertos clichés del género. Por momentos, Faxon y Rash viran su estilo hacia la quirky comedy, con un par de escenas más cercanas al blockbuster cómico antes que a un drama indie. ¿Se trata de un intento por enganchar a más audiencia? Lo que sí sabemos es que ese cambio brusco parece también afectar la relación entre Duncan y Owen, aunque esto sí para bien.

La idea inicial de Owen —un sujeto que no quiere crecer y que, a través de su franqueza, implica un soplo de aire fresco frente al restrictivo mundo de Trent— funciona bastante bien, en la medida en que cuestiona los roles parentales paradigmáticos y nos presenta una fantasía deseable: ¿Quién no quisiera que el chico malo sea su guía? Aun así, parece que el personaje de Owen termina hablando y actuando de más: a veces demasiado manierismo, a veces demasiado show-off y arrogancia con el resto, lo que puede quitarle credibilidad con la audiencia. Menos mal, Rockwell, experto en adaptar rebeldes a la pgrant antalla, filtra los excesos de Owen con suficiente veracidad y encanto y hace que sus escenas aporten significativamente al filme, más como una suerte de espejo de Duncan que como convicente gurú.

Aún con las dificultades de estilo, el trabajo de los realizadores, sincero y directo, con un montaje lineal, música indie de fondo y cierto ojo para encontrar las situaciones más difíciles dentro de los eventos cotidianos, es efectivo y permite que la historia se desarrolle sin contratiempos, enfrentando a Duncan y a los demás con su rutina. Quizás Faxon y Rash pudieron poner más atención a los eventos en el parque acuático, pero, de todas maneras, de eso no va el film: no nos importa lo que sucede en el parque, sino cómo eso parece afectar a Duncan. Y eso queda claro. Duncan es algo más seguro de sí mismo, más abierto con la gente, más capaz de intentar entender lo que sucede a su alrededor. Pero no parece ser suficiente. Cuando dolorosos eventos vuelven a confrontar a Duncan con la realidad, él tiene que aceptar que la inocente aventura de verano también tiene su fin.

Los adultos en The Way, Way Back hacen lo que pueden para acoplarse a un mundo que no parece comprenderles. Que Pam se mantenga con Trent al final del film parece un acto desesperado por no quedarse sola, pero ello ignoraría lo que hemos visto hasta el momento. Pam se acerca a Trent por la estabilidad que le brinda: vacaciones en la playa, amigos, una figura masculina que pueda hacerse cargo de Duncan. Es un acercamiento a la felicidad, o algo que se la parezca.  De igual forma, Owen y su amor de siempre, Caitlin, hacen lo que pueden para que lo suyo funcione, a pesar de todos los obstáculos en el camino.

Así también Duncan, un poco más confiado, pero igual sometido a la duda, tiene que despedirse del resto. Cualquiera que haya tenido un trabajo por horas y un romance de verano sabe identificar la inmediata melancolía que Faxon y Rash han impreso en el film, con mayor razón en su cierre. Aun así, los recuerdos, impresos en el celuloide, quedan para siempre. Simplemente, verano.

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Anselmi

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