Banda ancha e inclusión social: ¿ahora sí?

La Comisión de Banda Ancha para el Desarrollo Digital, establecida en mayo de 2010 por la Unión Internacional de la Telecomunicaciones (ITU) y la UNESCO, ha dirigido recientemente una carta abierta a los líderes mundiales, políticos y ciudadanos que asistieron recientemente a la reunión de líderes del G20 en México, en la que pide su apoyo al desarrollo de la infraestructura de banda ancha y sus aplicaciones. La carta señala que, como el agua, las carreteras, el ferrocarril y la electricidad, la banda ancha es de fundamental importancia para el desarrollo social y económico de todas las naciones. Sin embargo, advierte que las inversiones no deben centrarse sólo en la infraestructura técnica sino también en la disponibilidad de contenidos relevantes, en aplicaciones y servicios en múltiples lenguas, en apoyo a los medios de comunicación, al desarrollo de la alfabetización informacional, para eliminar las desigualdades y lograr a través de la banda ancha la inclusión para todos. La carta también hace referencia a la necesidad de que el desarrollo socioeconómico sostenible incluya los cuatro pilares de las sociedades del conocimiento: libertad de expresión, educación de calidad para todos, acceso a la información y el conocimiento, y respeto a la diversidad lingüística y cultural.

Coincidentemente en el Perú, la semana pasada, el Congreso aprobó por amplia mayoría el proyecto de Ley de Promoción por el Estado de la Banda Ancha y la Construcción de la Red Dorsal Nacional de Fibra Óptica. Se dice que la norma permitirá una mayor velocidad en la transmisión de datos y beneficiará a un gran número de poblaciones que no tienen aún acceso a Internet en nuestro país. Será también de suma utilidad en escuelas, establecimientos de salud, comisarías, municipalidades, y otras instituciones del estado, especialmente aquellas que se encuentran alejadas de las grandes ciudades.

La falta de conexión a Internet en la mayoría de nuestras bibliotecas públicas, escolares y aún universitarias, en el marco de una prolongada situación de postración, nos hace tomar la noticia con cierto pesimismo y preguntarnos, a la vez, cuánto del beneficio anunciado por esta ley y cuánto del pedido de ITU y UNESCO se hará realidad y podrá llegar a las bibliotecas en un corto o mediano plazo. Es cierto que el problema que las aqueja no se soluciona únicamente con conectividad y rapidez en la transmisión, pero también es cierto que este avance puede contribuir a romper el aislamiento y facilitar intercambios provechosos. Aguardemos atentos y con cautelosa esperanza que la norma recién aprobada entre en vigencia, para así observar si Internet va incorporándose a todas las bibliotecas de nuestro país, como es nuestro deseo, para facilitar el cumplimiento de objetivos tan importantes como dar acceso a la información y al conocimiento y plasmar el derecho a la educación y la cultura de todo ciudadano.