Fiabilidad de la información sobre salud en internet
Conscientes de que prevenir es curar, preocupados por unos síntomas que desconocen, o simplemente interesados por la enfermedad que alguien de su entorno padece, cada vez los ciudadanos demandan más información sobre salud. Y muchos de ellos la buscan en Internet, donde con sólo teclear algunas palabras en un buscador obtenemos miles de resultados capaces de satisfacer nuestra curiosidad. Muestra de ello es el dato que el Instituto Nacional de Estadística arroja para el pasado año: doce millones de personas buscaron entonces información sobre salud en la web.
Pero esos resultados no siempre son fiables o de calidad, o no llega a encontrarlos, y el paciente no tiene por qué ser capaz de discernir lo bueno de lo malo, incluso a veces se agrava ese vacío informativo inicial provocando infoxicación por el exceso de resultados, desinformación, confusión o llevando al paciente al autodiagnóstico o la automedicación. Se trata de una situación que conocen muy bien médicos, que se enfrentan a esta problemática en sus consultas día a día, y profesionales de la información biomédica, para quienes esta cuestión se convierte en todo un desafío del actual sistema sanitario, como deja entrever el último número de la revista especializada El Profesional de la Información.
Información para médicos :
Los destinatarios de los sistemas de información biomédica han sido siempre los propios profesionales, que requieren de información altamente especializada para mantener su labor al día. Desde hace unos pocos años se viene prestando además atención al colectivo de ciudadanos, para quienes el derecho a una información veraz sobre salud es esencial en la prevención y curación de enfermedades.
Toni González Pacanowski y Pablo Medina Aguerreberre distinguen cuatro redes de información médica: profesional —enfocada a los especialistas del sector—, institucional —dirigida desde la propia Administración y con el ciudadano como destinatario final—, comercial —encabezada por grandes compañías como Google o Microsoft— y social. En esta última, pacientes y familiares forman grupos de autoayuda a través de foros, blogs y otros sitios web con el objetivo de compartir sus percepciones y experiencias con otras personas.
Lucha contra la información falsa:
En otro rango, la circulación de bulos y fraudes por la red (especialmente a través del correo electrónico), también conocidos por el nombre inglés hoax (engaño) que nos alertan de la posibilidad de contraer una grave enfermedad ante la exposición a tal o cual elemento, contribuye a crear incertidumbre y falsas ideas que en ocasiones rozan la superstición.
Es necesario, por lo tanto, que el internauta conozca el auténtico valor de la información a la que se enfrenta y su procedencia, y sea capaz de evaluar la solvencia de las fuentes consultadas y de desmontar la información fraudulenta. Con el objetivo de facilitar esa labor se han creado acreditaciones como el código HON, un sello de calidad privado que certifica la calidad de la información en determinados sitios web.
Pero sin duda lo fundamental es que los usuarios sean capaces de discernir. Es lo que se conoce como alfabetización informacional, competencia incluida en los actuales planes de estudio universitarios, y que consiste en la habilidad de encontrar la información adecuada en un momento dado y saber cómo emplearla.
En el ejercicio de esa labor alfabetizadora, Aurora Vall y Concepción Rodríguez—también en la citada revista El Profesional de la Información— señalan como fundamental el papel del médico-divulgador y la colaboración de los profesionales del sector sanitario con bibliotecarios, documentalistas y otras instituciones sociales, como bibliotecas públicas.
Autora:Natalia Arroyo Vázquez
Equipo de redacción El Profesional de la Información
Bien, ya no dejaré que me engañen ni que engañen a mi mamá.