MITO, RITO Y SIMBOLO EN LA HISTORIA DE LA CULTURA

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MITO, RITO Y SIMBOLO EN LA HISTORIA DE LA CULTURA UNIVERSAL
Desgraciadamente el mundo se ha ido olvidando de la importancia que tienen los términos, mito, rito y símbolo en la historia de la humanidad. Para subsanar este olvido, recurriré a varios grandes maestros que me enseñaron a valorarlos y deseo poder compartir con todos ustedes. Se trata de Joseph Campbell, Mircea Eliade, René Guénon y Raimon Panikkar, ellos son bastante conocidos por haber publicado abundantes libros a los que puedo sumar algunos menos conocidos como Frithjof Schuon, Huston Smith, Jean Hani, Paul Diel, Ananda Kumaraswami , Krishnamurti y Julius Evola, cuyos libros son menos conocidos.
Si el apóstol Pablo insistió en distinguir Mito de Historia, esto se debe al intento cristiano de hacer historia de un milagro. Es verdad que ya lo habían hecho los judíos con los mitos de Adán, Noé, Abraham, Sodoma y Moisés, y todo eso como intervención de un único dios, pero en el caso del cristianismo, el milagro consiste en sostener que humanos – siendo mamíferos y mortales – seamos dioses y espíritus a la misma vez. Es claro que los griegos, entre quienes Pablo propagaba esta posibilidad de encarnación del verbo (logos) en la carne, resultaba comprensible ya que sus mitos estaban llenos de semidioses, y en alguno de estos, tenían a Zeus por dios y una humana por madre. Por eso, Pablo insistió en separar el hecho histórico del mito a pesar que él solo había “conocido” a Jesús a través de una Visión, pero eso no tenía porque sorprender a los griegos que tenían frecuentes “visiones” que, a veces, estaban vinculados – entre otros – con el oráculo de Delfos, y es así que la historia y el mito pasaron a ser casi sinónimos.
Si empezamos a tratar el tema del mito según J. Campbell, él explica que los mitos ayudan a explicar lo que la mente puede aceptar pero hay aquellos a los que el cuerpo se resiste. En efecto, la mente puede volar y muy posiblemente, los hemos vivido, casi todos, en sueños. Pero, el cuerpo sabe que no puede hacer lo que la mente imagina y para podérnoslo explicar los griegos, nos contaron el mito de Ícaro, hijo de Dédalo, constructor del laberinto. También lo Incas, tienen un mito de uno de los hermanos Ayar que desarrolla alas y vuela para fundar el Cusco al convertirse en la piedra alrededor de la cual se construirá elCusco (esa piedra estaba al centro del Qorikancha). Mitos como este, muestran las limitaciones físicas frente a la infinitud de la imaginación y el sueño. Los mitos, claro, pintan como lo ilimitado tiene que quedar fijado por lo limitado, siendo esto aquello a lo que se tiende a llamar “lo natural”. De este término que deriva de la palabra naturaleza y en la visión de las religiones monoteístas encierra a lo humano en lo físico, visible o palpable y, por eso, la contraponen a lo espiritual. La insistencia en que todo es resultado de la creación de un solo dios resulta en una casi exclusividad tres religiones monoteístas: Judaísmo, Cristianismo e Islam. Si lo contemplamos de esa manera, me temo que podemos caer fácilmente en un dualismo inútil que consiste en que un Yahvé, Dios o Alá están frente a un Maligno, Satanás, Diablo. Esto, nos acercaría a la antigua religión persa que explica a Ahura Mazda frente a Angra Manyu en los mitos del Zoroastrismo (Zaratustra) que se expandió por el Cercano Oriente hace más de cuatro mil años como una lucha, casi eterna, entre el dios creador contra el dios destructor y llegó a influir en el cristianismo con el nombre de Maniqueismo, que consiste en reducir todo a una división entre lo bueno y lo malo. Lo cierto es que la verdad es triple y no doble y de allí La Trinidad cristiana (ver el libro con ese nombre de Raimon Panikkar) y La Gran Triada sobre la metafísica china en el libro con ese nombre de René Guénon. Podemos llevar esta concepción triada a la cosmovisión Inca. Aquí hay quienes quieren ver un dualismo en la división entre Hanan y Urin porque omiten el valor del término Chaupin que, dicho sea de paso, es la raíz de la palabra Chavin.
Para explorar el sentido que J. Campbell le da a los mitos, vale la pena dedicar unos minutos a un mito conocido por la mayoría: el de Adán y Eva, porque nos puede llevar a comprender las razones por las que Campbell llega a sostener que los humanos de todas las culturas repetimos los mismos mitos, ( él reclama que hay un Monomito humano universal), y nos lo explica así: Adán y Eva vivían felices en el Edén y la serpiente sugiere que desobedezcan y coman el fruto del árbol del conocimiento que tienen prohibido. Es interesante recordar que en el Edén había otro árbol, el de la vida eterna. Al desobedecer, Adán y Eva se dan cuenta que están desnudos, es decir, han entrado en el orden de la moral y de la ética y ahora tienen la capacidad de escoger entre el bien y el mal. Antes eran simplemente felices, como niños. Cuando se les castiga con la expulsión, algunos textos dicen que Dios dice que felizmente no comieron de los frutos de otro árbol. Esto es interesante, porque es frecuente que muchos mitos de creación expliquen la muerte como un error o un descuido. Esto nos recuerda a un mito contemporáneo de ese, en la vecina Babilonia, que no es otro que aquel donde otro hombre ejemplar, Gilgamesh, nada hasta el fondo de un lago para resucitar a su amigo muerto, en busca de una planta de la vida eterna que ahí abajo crece y con ella resucitará a su amigo y luego de arrancarla, se queda dormido en la playa del lago donde aparece la serpiente y se la come. Por eso, las serpientes tienen la fama de inmortalidad porque mudan de piel cada cierto tiempo y los humanos no. También, en el mito fundacional japonés, los humanos primordiales cometen errores como Izanami (divinidad femenina) que muere al crear al dios fuego (quemada, claro) y cuando Izanagui (esposo) la va a buscar al otro mundo, al encontrarla, la abraza tanto que queda despedazada. Pero, debo advertir que, en este caso, su despedazamiento resulta dando la fertilidad a la tierra y se convierte en madre de los alimentos y de los humanos. No es este último muy distinto al mito griego de Orfeo y Euridice, donde él intenta rescatarla del mundo de los muertos de la misma manera que Koré (Persephone) es rescatada del mundo de los muertos o reino de Hades (Plutón) y devuelta a su madre Demeter (Cibeles = Cereales) provocando la primavera y verano. En otoño, debe volver al reino de Hades. Es así como los mitos nos muestran la forma de acceder a la felicidad paradisíaca y reconocer que la vida es eterna en la mayoría de culturas, e incluye, sin duda, a la Inca
De esta manera es como la muerte y resurrección se presentan en los mitos del mundo. Aprovecho para decir que pueden ser leídos, pero aun mejor, escuchados como poemas y que, en parte, llega a ser un modo mucho más entretenido de acceder a la verdad que las explicaciones científicas. Permítaseme criticar ese empeño educativo en colegios y universidades modernas por enfatizar sobre la esperanza que la mayoría anda creyendo acerca de que la ciencia logrará hallará las respuestas a todas las preguntas humanas, pero los humanos seguimos hambrientos de metafísica y llenos de temores a la muerte. Frente a eso, los mitos ofrecen moralejas y de allí podemos deducir que son sustento de una u otra cultura como un gran poema fundacional. Veamos cómo los dos primeros libros de la Torá (Pentateuco Mosaico) contienen los mitos de la fundación del mundo y los tres siguientes contienen las reglas morales señalando comportamiento ético aceptable desde el establecimiento desde con quien puedes compartir sexo y con quien no, hasta aquello qué puedes comer y cuales alimentos son impuros para ti y, por cierto, incluyen reglas jurídicas y los castigos quedan establecidos. Asimismo cabe recordar ese mito griego que condena a Tántalo (amigo del supremo dios Zeus) a torturas que harían reír a quienes temen al infierno cristiano, pues su castigo eterno de tener sed y hambre pero estar rodeado de frutas que no podrá alcanzar y alimentos que se esfuman al tocarlos. Eso se debe a que quiso pasarse de vivo queriendo alabar a los dioses con la carne de su hijo y haberle robado su perro a Zeus y haber mentido. Esas manifestaciones de egolatría deberán ser castigadas con esa severidad sobrecogedora.
Los mitos dan lugar a los ritos. El punto de partida es reconocer la vida como un regalo impagable. ¿Cómo devolverle a la divinidad el favor de estar vivo? Eso da lugar a todos los ritos. A propósito de los cuales vale la pena leer al libro de Agustín Paniker titulado El Sueño de Shitala – Un Viaje al Mundo de las Religiones – en él se demuestra que no hace falta creer en Dios, ni en doctrinas, ni dictadores eclesiásticos para que existan religiones pero no hay religión sin ritos e incluso no hace falta que la llamemos religión, los humanos no saben, ni pueden, vivir sin ritos. Los rituales propician la buena suerte y evitan lo indeseable y todos los pueblos del mundo saben que tener buena suerte es un milagro y es así cómo todos llegan a la conclusión que la mala suerte es consecuencia de no haber hecho las ceremonias correspondientes de la manera correcta. De esta manera religiosa de vivir derivan todas las reglas sociales de cada pueblo o cultura que vemos en lo que llamamos educación que las madres comunican a sus hijos. Es allí donde encontramos los mandamientos del tipo “tienes que saludar” o “debes agradecer por la comida que te alimenta” o “respeta a tus mayores”, y asimismo, los ritos incluyen los castigos que se deben aplicar y de esos ritos derivan todas las leyes que ordenan a los pueblos e incluyen jueces, policías, gobernadores y gobernados y todos deberán tener presente aquellos mitos de los cuales derivan las reglas sociales.
Acerca de los mitos y los ritos, cabe hacer una reflexión sobre el moderno concepto de la libertad que está siendo llevado a extremos actualmente, sobre todo por los jóvenes, que desconocen el origen de ese concepto. Muchos creen que la verdad de la declaración de Estados Unidos acerca de los humanos naciendo libres e iguales y destinados a la búsqueda de la felicidad es una regla universal, recordando su afinidad con la Revolución Francesa. Cabe dejar en claro que esa declaración de derechos no sería aplicable en el Japón ni en Arabia por citar solo dos ejemplos y en el caso del Perú, podemos apreciar en Lima una tendencia hacia la admiración por lo norteamericano, pero eso no se extiende al mundo andino, pues los Andes estamos más cercanos a los paradigmas japoneses y menos en lo relativo al campesinado de la sierra o la selva. Si volvemos a lo dicho al comienzo sobre los mitos, observaremos que la imaginación nos puede ilusionar con lo posibilidad de volar pero el cuerpo no. Lo mismo es aplicable a cualquier libertad donde, por cierto, cabe aquello que se dice acerca de que mi libertad termina donde comienza la libertad del otro y también recordar todos los intentos que hubo durante la Revolución Francesa y Rusa para hacer desaparecer la propiedad, llegando a comenzar por poner fin a los matrimonios. Es curioso que ahora cunda la moda de no casarse en la cultura occidental. Eso no ocurre en Asia.
De este modo, esta evaluación de la modernidad nos lleva al tema del simbolismo porque la gente moderna y no se da cuenta que, de la misma manera que vive sus mitos y sus ritos, aunque no estén relacionados con religión alguna, todo nuestro lenguaje está constituido por símbolos. Un ejemplo de la mentalidad científica moderna es creer que el sol es un astro de hidrógeno pero olvidar de señalar lo más importante: es el símbolo de la luz así como la noche simboliza al silencio y la intimidad. También es evidente que los cristianos no pueden evitar pensar en Jesucristo en términos históricos cuando es evidente que el cristianismo está lleno de simbología. Para ilustrarlo, tomemos a la cruz y evitemos leerlo en el ámbito temporal, es decir, no como ubicado hace dos mil años y reconozcamos que representa un árbol dentro del cual Cristo es la fruta, por esto podemos reconocer a Cristo como alimento y ese el significado de la comunión, sin lo cual la misa corre el riesgo de convertirse en un rito sin sentido. Claro que el simbolismo se ve enriquecido por el mito según el cual la cruz fue clavada sobre la cabeza de Adán y de allí se deduce su condición de Nueva Alianza, Redención de los Pecados, Salvador del Mundo, Mesías, etc. El símbolo del árbol (Mallki en qechua y de allí Mallku) como antepasado es equivalente al de montaña (Orqo en qechua y de allí Señor Montaña= Apu) y por eso, también antepasado. Tampoco debemos olvidar que el Buda se iluminó al pie de un árbol, ni olvidar que se trata del árbol de la vida eterna cuyo fruto Adán no comió.
Tampoco debemos olvidar que en el mundo de la metafísica tiene múltiples significados y en eso radica la importancia del simbolismo que los jóvenes parecen preferir pasar por alto o no darse cuenta que la Virgen María simboliza a la Pachamama y que, quien nada entiende de simbolismo, prefiere creer que es una madre que tuvo un niño-dios hace 2000 años. La verdad es que tendría más sentido que el día de la madre sea celebrado por los cristianos en el 8 de Diciembre en vez de aquel domingo de Mayo que no corresponde a calendario tradicional alguno. Respecto a esto, me atrevo a decir que nuestro día de la Pachamama es el 1º. De Agosto y es probable que la razón de las grandes celebraciones andinas de la virgen en Agosto y Setiembre (Asunción y Natividad) reciben tanta veneración por corresponder a nuestro calendario ancestral al estar próximas a la llegada de la primavera, que es cuando vamos a sembrar el maíz.
Espero que esta introducción a una lectura renovada de la utilidad de los mitos, ritos y simbolismos para que nos ayude a comprender que la religión Inca no fue un conglomerado de ritos extraños sino que, más bien, queda enmarcado dentro de las grandes civilizaciones del mundo.

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