Publicado en Revista ideele, N.º 230, Junio 2013, Sección Actualidad. También en la web de noticias Spacio Libre (08 de julio de 2013).
Por: Carlo Magno Salcedo Cuadros
Profesor de Ciencia Política, UNMSM
El partido político promedio en el Perú confecciona sus listas de candidatos más o menos de la siguiente manera. Dado que la Ley de Partidos Políticos lo obliga a hacer elecciones internas para designar a sus candidatos a cargos de elección popular, es eso lo que debe hacer. Democracia interna, que le dicen.
Claro: esto de que nuestro partido promedio haga elecciones internas es un decir. En verdad, simula hacerlas. Sus elecciones internas solo existen en los papeles, en las actas o documentos que deberá presentar en su momento para inscribir sus listas de candidatos. En todo caso, no realiza un verdadero acto democrático de elección partidaria, sino celebra una pantomima, una farsa de acto electoral para justificar el hecho de que sus listas de candidatos, en todo el país, hayan sido elaboradas por un pequeño grupo (el caudillo del partido y sus más allegados; su cogollo, dirían algunos) en alguna casa u oficina en Lima. Quizá en Camacho, tal vez en Miraflores.
Pero supongamos que nuestro partido promedio es algo más orgánico (o, mejor dicho, menos inorgánico) y tiene algo de militancia que hace algo de vida partidaria, cuando menos en época electoral, y organiza elecciones internas y permite una sana competencia que a veces incluye la posibilidad de que no se presenten “listas únicas” o “listas de consenso”. Hasta allí muy bien. Sin embargo, aquí viene el problema: sus resultados no son respetados, por lo que el proceso electoral interno, hay que decirlo por su nombre, deviene fraudulento.