“Democracia no sólo cuestión de votos”, once años después (III): democracia y sociedad civil

Continuando con la serie iniciada en nuestro post del 01 de mayo y continuada en el post del 07 de mayo, publico la tercera parte de mi artículo “Democracia no sólo cuestión de votos”, que este mes cumple once años.

DEMOCRACIA Y SOCIEDAD CIVIL

La sociedad civil es un elemento que tiene mucho que ver con la democracia ya que, conforme lo hemos señalado, es la única [o la mejor] garantía de la plena vigencia democrática. En ese sentido, la sociedad civil es una condición previa para el éxito en la implementación de políticas que nos devuelvan un régimen democrático [recuérdese que el artículo original se publicó hace 11 años, en mayo de 1999, cuando en Perú gobernaba el fujimorato, el régimen autoritario instaurado por Alberto Fujimori y su socio Vladimiro Montesinos].
¿Qué tiene que ver una sociedad civil fuerte con la democracia? La respuesta, más que jurídica, es sociológica, [politológica] e, incluso, económica. Observando a las naciones que han conseguido las democracias más sólidas del mundo, se puede constatar que todas ellas cuentan con sociedades civiles poderosas, las que, a su vez, han desarrollado una “cultura democrática” o “cultura de la libertad”. No hay en ello una simple coincidencia; por el contrario, existe una relación de necesidad entre una y otra. Una democracia es fuerte porque tiene una sociedad civil fuerte.

Sobre esa relación, [John] Brademas considera que:

“(…) en una democracia naciente es menester fortalecer las instituciones de la sociedad civil. La exhortación moral y la prosperidad económica no son suficientes para que la democracia arraigue y perdure. Un buen gobierno democrático requiere la participación de la sociedad civil, es decir, de las asociaciones y organizaciones que no están controladas por el Estado, así como donaciones para establecer o reforzar asociaciones o instituciones voluntarias y medidas legislativas para alentar su desarrollo” (“La democracia: Un largo camino por andar”, Washington D.C., CIPE – Center for international Private Enterprise, 1994).

Brademas tiene razón. Entendida la democracia como forma de convivencia social, es inevitable referirse a la sociedad civil. Veamos.

Fuente: http://www.nodo50.org/ocsi/spip/forum.php3?id_article=64

En todo país existen grupos de poder que presionan sobre el gobierno para lograr decisiones favorables a sus intereses; asimismo, cabe la posibilidad que los representantes políticos no cumplan sus funciones de manera adecuada y que, por su lado, las instituciones encargadas del control tampoco cumplan su función fiscalizadora. Estas situaciones se constituyen en elementos distorsionantes que afectan los fines de la democracia. Frente a esa realidad, es la sociedad civil la única que puede constituir grupos de presión que sirvan de contrapeso a los poderes fácticos y es la sociedad civil el último fiscalizador del gobierno.

La democracia, como cualquier otro, es un modelo político, un instrumento, que siempre es utilizado por y para la sociedad. La eficiencia del modelo, entonces, depende del elemento humano que está en su base, es decir, depende de la sociedad civil. Debemos precisar, sin embargo, que esta afirmación no impide concluir que como modelo, como instrumento, la democracia es la forma política más refinada que ha producido la modernidad occidental. Y ello es así porque, precisamente, el gobierno democrático coadyuva a que pueda consolidarse una sociedad civil vigorosa. (CONTINUARÁ…)

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Comentarios

  1. Luis Durán escribió:

    Carlitos… Han pasado tantos años y aquel artículo era tan interesante. Me recuerda un paper que hicimos con alguna gentita sobre LA DEMOCRACIA COMO DIALOGO DE TODOS que derivó en la idea de TODA VIDA NOS IMPORTA tan central en el pensamiento de varios de nostros.

  2. John Richard Borja Ramos escribió:

    Los pensamientos no se pierden y no cambian en esencia, pues tienen una fuente casi institntiva que se alimenta y muda según nuestras travesías académicas… ciudadanos 🙂

  3. Pier Paolo Marzo R. escribió:

    Entonces, si la DEMOCRACIA COMO DIÁLOGO DE TODOS exige que todos tengan capacidad de dialogar, es decir, LIBERTAD CIUDADANA, y además, una sociedad civil fuerte, es decir, LIBERTAD CIUDADANA en organizaciones, para construir una democracia real en el Perú necesitamos construir primero construir ciudadanía efectiva. Por lo tanto, la política que el Perú requiere es básicamente y por varios años más, una política cultural (en el sentido de cambiante de mentalidades y relaciones), antes que una electoral, que simplemente busca ganar elecciones con los presupuestos actuales. Una política cultural (en adelante Política Cultural, para distinguirla de una "política pública en cultura") implicaría construir primero un electorado que ejerce su ciudadanía para recién en las localidades donde exista, buscar su confianza y su favor. Sólo así un esfuerzo político será transformador y valdrá la pena en el Perú.Ése es el reto hacia el Bicentenario de nuestra independencia

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