No más Chávez, no más Uribe, no más reelección presidencial

Fuente: www.elespectador.com

Como resultado de una campaña promovida desde Colombia a través de facebook y twitter, dos de las más influyentes redes sociales de internet, el pasado 4 de setiembre, en diversas ciudades del mundo se realizaron movilizaciones en contra del mandatario venezolano, bajo los eslóganes “No más Chávez” o “Chávez dictador”.

Aunque en esa oportunidad no participé en las actividades de la campaña, valga manifestar que comparto su propósito, ya que considero que el gobierno del presidente venezolano Hugo Chávez Frías, cada vez muestra mayores síntomas de estar transitando raudamente el camino para convertirse en un régimen abiertamente autoritario (tal como se desprende de lo manifestado aquí o aquí). Ciertamente, uno de los síntomas de ese proceso fue la reforma constitucional promovida e impuesta por dicho gobierno, para establecer la reelección presidencial indefinida (así como la de todos los cargos de elección popular); lo que permitirá al mandatario venezolano perpetuarse en el poder.
Reaccionando ante la campaña “No más Chávez”, y haciendo gala de la estrategia “la mejor defensa es el ataque”, partidarios del régimen chavista iniciaron la campaña “No + Uribe, No + Oligarquías en América Latina, No + Imperio”, sobre la cual he tomado conocimiento gracias a una gentil invitación que me hiciera Álvaro Campana para unirme al grupo de esa campaña creado en el facebook. Como parte de esta campaña, por cierto, se lucha contra la segunda reelección del mandatario colombiano, bajo el eslogan “No a la segunda reelección”.

Aunque no comparto necesariamente el sustrato ideológico que está en la base de la campaña “No + Uribe, No + Oligarquías en América Latina, No + Imperio”, sí debo ser enfático en manifestar que, tal como cuestiono la enmienda constitucional venezolana para permitir la reelección indefinida de Chávez, y con el mismo rigor, deploro la cruzada que está promoviendo el presidente colombiano Álvaro Uribe para reformar la constitución de su país y, con ello, lograr una nueva reelección. Por ello, del contenido de esta última campaña podría suscribir sin ningún problema el eslogan “No más Uribe”.

Afiche de la campaña "No más Chávez"

Respecto a esta cuestión, en un comentario realizado en un post publicado a propósito del rescate de Ingrid Betancourt y otros rehenes de las FARC, por el ejército colombiano (02 de julio de 2008), manifesté lo siguiente:

“Ojalá que Uribe no aproveche esta situación [el exitoso rescate de Betancourt y los otro rehenes] para ceder a la tentación de perpetuarse en el poder. Si lo hace, podría terminar borrando con el codo los logros que ahora ha hecho con la mano, como le pasó a Fujimori” (comentario realizado el 19 de julio de 2008).

Atendiendo a los acontecimientos que se vienen desarrollando en Colombia, es claro que Uribe ya ha cedido a esa tentación. Por tanto, por el bien de la democracia en Colombia y en la región, Álvaro Uribe debe ser firmemente combatido en ese propósito; a pesar que, según las encuestas, Uribe recibiría el apoyo mayoritario del pueblo colombiano en su cometido (tal como en su oportunidad fue apoyado Chávez en análoga situación).

El presidente Uribe ha pretendido justificar sus pretensiones reeleccionistas manifestando que: “No quiero ser percibido como alguien que se aferra al poder, pero quiero estar seguro de la consolidación de políticas como la seguridad democrática y confianza inversionista, que necesitan continuidad”. Ese es el mismo tipo de argumento utilizado por todos aquellos caudillos que pretenden perpetuarse en el poder; y lo que en verdad denotan es que sus autores se consideran poco menos que imprescindibles e insustituibles, y sobre todo, que ya se han convertido en adictos al poder.

Sin embargo, lo que la historia ha demostrado hasta la saciedad es la validez universal de la famosa frase acuñada por Lord Acton: “El poder corrompe, el poder absoluto corrompe absolutamente.” De allí que una de las principales virtudes de las democracias respecto a los regímenes autoritarios es la posibilidad de limitar el poder político; y una de las formas de hacerlo es, precisamente, estableciendo límites temporales a su ejercicio. De allí la necesidad de establecer estrictamente la alternancia en el poder, lo que en el caso de realidades como la latinoamericana, implica proscribir la reelección presidencial.

En efecto, dadas las peculiaridades de los presidencialismos latinoamericanos, que concentran en la figura del presidente de la república un poder exagerado, en estos regímenes políticos debería proscribirse la reelección presidencial, más aún si ésta se pretende indefinida; ya que es claro que la reelección presidencial se está convirtiendo, por lo menos en la región, en la forma contemporánea para establecer regímenes autoritarios, que aunque se camuflan tras ciertas formalidades de las democracias representativas (como la realización de “elecciones”), atentan contra uno de las características fundamentales de los regímenes democráticos: la alternancia en el poder.

Afiche de la campaña "No más Uribe"

Lamentablemente, a contrapelo de las necesidades de la consolidación democrática, el “virus reeleccionista” parece que está irrumpiendo con fuerza en la región. Por cierto, aunque en modo alguno es justificable el golpe de Estado y el quiebre del orden constitucional ocurrido en Honduras, no debe perderse de vista que la crisis política en ese país se originó a partir de las pretensiones del presidente Manuel Zelaya de reformar la constitución de su país para establecer la reelección.

Cabe precisar que un autoritarismo de izquierda no es mejor que uno de derecha. Las violaciones a los derechos humanos y a las libertades fundamentales son igual de indignantes hayan sido cometidas por los Castro o por los Somoza, por Stalin o por Pinochet. Por ello, hay que evitar los regímenes autoritarios a toda costa y una manera de hacerlo es combatiendo la reelección presidencial, sea que esta se pretenda en regímenes de derecha, liberales, o como se los quiera denominar, o en regímenes de izquierda, socialistas o “progresistas”. Lo que no resultaría coherente es combatir las pretensiones autoritarias de unos y hacerse de la vista gorda cuando el mismo tipo de pretensiones son promovidas por gobernantes con quienes consideremos tener afinidad ideológica. No es coherente, en suma, combatir el autoritarismo de Uribe y Fujimori y, al mismo tiempo, hacerse de la vista gorda respecto al autoritarismo de Chávez y de los Castro, o viceversa.

Por todo lo manifestado, propongo más bien la campaña: ¡NO MÁS CHÁVEZ, NO MÁS URIBE, NO MÁS REELECCIÓN PRESIDENCIAL!

Puntuación: 4.57 / Votos: 23

Comentarios

  1. Francisco Calderón escribió:

    Estoy de acuerdo con lo que plantea el autor de esa entrada, sea cual sea el gobierno, la reeleción idefinida es un virus, que se ha propagado por el continente, haciendo olvidar a los gobernantes de un valor fundamental de la democracia: Alternancia del Poder. Aunque Uribe es buen gobernante, debe terminar su mandato y darle chance a otra persona de poder gobernar, así como debería hacer el Presidente Chávez

  2. Jose Luis Wattley Diaz escribió:

    Vivivmos una epoca de populismo desenfrenado y descarado, se intentara por todos los medios mostrarse como mesias por cualquiero de estos señores, ya basta de seguirles el juego asi sean muy buenos, la alternabilidad es necesaria en una sana democracia lo contrario al final se convierte en tirania o es un desastre, para muestras un boton con Venezuela.

  3. Francisco Calderón escribió:

    Estoy de acuerdo contigo José.. al presidente se le venció el tiempo hace mucho tiempo, pero no ha querido aceptarlo, y ha querido implementar un proceso "socialista"(eso no es socialismo), cuando la constitución se define al país como una democracia participativa. Y así debería ser el gobierno

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *