El Ejecutivo comunitario, en un esfuerzo por desbloquear las negociaciones sobre cambio climático de cara a la cumbre que la ONU celebrará en diciembre en Copenhague, presentará mañana una comunicación en la que sugiere una cifra y un método de financiación que aún deberá ser respaldado por los países de la UE y el Parlamento Europeo.
Bruselas sugiere que la UE ofrezca una “contribución justa” de entre 2.000 y 15.000 millones de euros anuales a partir de 2020, aunque reconoce que los países pobres necesitarán alrededor de 100.000 millones de euros anuales para combatir el cambio climático, según el borrador de la comunicación, al que ha tenido acceso Efe, y que podría sufrir modificaciones.
Los gobernantes europeos, en su cumbre del pasado marzo, manifestaron su voluntad de contribuir en una “proporción justa” al esfuerzo global de financiación, pero hasta ahora no se había conocido una cifra concreta.
Las organizaciones medioambientales valoran que la CE dé un paso al frente y especifique una cifra, pero consideran la cantidad demasiado baja.
Desde las instituciones europeas, se llama a la calma y se recuerda con insistencia que todos estos movimientos son estrategias típicas de las negociaciones y que aún queda margen hasta Copenhague, según comentaron a Efe fuentes próximas al expediente.
Bruselas hace hincapié en que la financiación deberá proceder de la combinación de fuentes públicas y privadas, así como de los ingresos del mercado de carbono, y en que habrá que dar prioridad en la recepción de las ayudas a los países “más vulnerables y pobres” dentro del grupo de naciones en desarrollo.
A cambio, los países pobres deben diseñar planes específicos para controlar sus emisiones, fijar objetivos “creíbles” a medio y largo plazo y establecer un “inventario” de gases de efecto invernadero a fin de dar a conocer sus niveles actuales y el punto de partida.
La UE espera que este grupo se comprometa a limitar el crecimiento de sus emisiones contaminantes entre un 15 y un 30 por ciento en comparación a lo que emitirían si continuasen su proceso de industrialización sin tomar ninguna medida.
Los países desarrollados apoyaron en julio el objetivo de impedir que la temperatura del planeta aumente por encima de los dos grados centígrados, un compromiso que fue criticado por muchos por su falta de ambición en vista de que no se consensuó un año de referencia común para las mediciones.
Los científicos aseguran que sólo podrá impedirse que el calentamiento global avance hasta límites peligrosos si se logra una reducción global de emisiones del 50% en 2050 en comparación con los niveles de 1990 y que la caída empiece en 2020.
Los países ricos deberán, por su parte, lograr que sus emisiones se reduzcan entre el 25% y el 40% en 2020 y al menos el 80% en 2050.
La UE se ha comprometido a recortar sus emisiones en un 30 por ciento si otros países desarrollados se comprometen a llevar a cabo reducciones “comparables” y si las naciones en desarrollo más avanzadas -como India o China- contribuyen de manera “adecuada” de acuerdo con sus respectivas responsabilidades y capacidades.
Está por ver qué entiende la UE por “comparable” y “adecuado” para justificar el paso europeo del ya obligatorio recorte del 20% al 30%.