Archivo por meses: agosto 2010

El modelo norteamericano de educación superior no es exportable

[FFR, NT:En esta ocasión les ofrezco una traducción (poco cuidada sin duda) de un artículo sobre los modelos universitarios que me pareció interesante]

Lloyd Armstrong (Profesor y rector emérito de la Universidad de California del Sur, autor del blog Changing Higher Education. Publicado el 15 de abril 2010 en: Times Higher Education.

A medida que en los países en desarrollo se fortalece la educación superior, muchos ven la universidad “de estilo estadounidense”, como el modelo deseado. Esto normalmente significa tener una institución que combine la enseñanza en tanto en pre como en posgrado con un amplio programa de investigación internacionalmente reconocido. Los profesores esperan que tanto enseñar como investigar en áreas de reconocimiento internacional sean importantes. Pero ¿se trata realmente un modelo adecuado?
La mayoría de las universidades mundialmente famosas de los EE.UU., que sirven de inspiración para este modelo, empezaron como pequeñas instituciones educativas que respondían a las necesidades de sus comunidades locales. Y como tuvieron éxito en el cumplimiento de esas necesidades, crecieron en tamaño y estatura, hasta que llegaron a convertirse en instituciones de alcance nacional e internacional.
Sin embargo, a lo largo de todo este proceso siempre hubo otras instituciones que las rodearon, que también respondían a diferentes aspectos y necesidades educativas de la comunidad, y que crecían de acuerdo con sus éxitos. Las grandes universidades no son sino la punta de una pirámide de instituciones de todo tipo que se desarrollaron de forma natural enfrentando los problemas de los EE.UU. en el contexto del siglo 20. La amplia base de esta pirámide provee de una capacidad social de trabajo que la sostiene exitosamente, y sobre la cual se apoyan los esfuerzos de las instituciones de élite.
Los problemas de transferir este modelo a otras partes del mundo son muchos. Por ejemplo, fue construido para responder a un contexto que no es, en general, el que vivimos en el siglo 21. Pero peor aún, corresponde al contexto social de los EE.UU. y no a los problemas y las oportunidades que otros países en desarrollo enfrentan en el mundo hoy.
En muchos países se considera este modelo sin tener en cuenta que no cuentan con la misma base de la pirámide. Y no se dan cuenta que sin ella, la universidad de elite no puede desempeñar eficazmente la función que asumen sus defensores. Y por último, pero no menos importante, es que este es el modelo más caro de educación superior que se ha inventado. Combinar la investigación y la enseñanza puede tener ventajas, pero también tiene altos costos. Los profesores investigadores requieren altos salarios en comparación con los que se dedican a la enseñanza, y además forman a pequeños grupos de estudiantes. La construcción y mantenimiento de las instalaciones de investigación son costosos. Al punto que incluso en los EE.UU. se dice que este modelo ya no es sostenible.
Hay componentes del modelo de EE.UU. que vale la pena copiar, tales como el enfoque en la excelencia, la meritocracia y la libertad académica. Sin embargo, los países en desarrollo deben concentrarse en la creación de instituciones de calidad que respondan a los problemas, retos y oportunidades que surjan de sus propias situaciones. Es necesario pensar en enfoques radicalmente distintos que reduzcan el costo de la educación superior, y que al mismo tiempo logren apropiadamente los objetivos educativos.
Este camino independiente es la mejor manera de servir a sus ciudadanos y su futuro. Con el tiempo, lo mejor de estas instituciones llegará a definirse como las de “clase mundial” del siglo 21, tal como ocurrió en los EE.UU. en el siglo 20.
Los países que están construyendo su infraestructura educativa tienen una oportunidad única para crear una visión del siglo 21 la educación superior, sin dejarse agobiar por el peso de lo que había antes. Deberán aprovechar sus oportunidades antes que copiar un modelo antiguo de otros países, no importa qué tan exitoso fue en su tiempo.
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El Perú y la conquista del espacio

Un satélite para el Perú, hay argumentos a favor en La República a los que agregaría los siguientes:
1. Un satélite no es nada sin una estación de monitoreo, y esta no lo es sin un equipo de técnicos y científicos a cargo. De modo que es una oportunidad para juntar a tanto sabio y profesional peruano que estarían dispuestos a hacerse cargo del asunto. La UNI ya ha dado un paso con el proyecto Chasqui; y la PUCP, a través del INRAS, está montando un Radiotelescopio RT20
2. Una estación satelital significa aumentar el potencial de conocimiento del país y vernos como un todo. Dejar de ser un conjunto de islotes desconectados. Visto así forma parte de las políticas de integración cultural y de las tareas de formación de una identidad.
3. Un satélite y sus imágenes proveerá a las universidades, centros de investigación y demás autistas de la ciencia de material para investigar y elaborar propuestas para tener un país mejor, así como participar en proyectos globales de una región nueva, el espacio. Permitirá a los inversionistas tener mejor información para tomar decisiones, y permitirá a las autoridades, y a nosotros mismos, controlar mejor el buen uso de nuestros recursos.
Finalmente opino que necesitamos un satélite civil de uso abierto, y no uno para uso militar. El CONIDA, como el IPEN debe pasar a formar parte del Ministerio de Cultura que por extensión es también el de la ciencia y la tecnología.
FFR
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