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César, Soy! Y no me importa si no lo parezco…

Reflexiones de la mujer del César sobre el ser y el parecer en el contexto de los refranes

Creo que muchas veces las personas toman los refranes a la ligera y hacerlo conlleva a consecuencias muy peligrosas ya que dichos refranes pueden ser inconcientemente aceptados como verdades absolutas, como justificación a determinadas perspectivas sobre una realidad, como recurso para explicar superficialmente de una manera realmente escandalosa una situación que amerita un gran esfuerzo de reflexión.

Los refranes, conjuntos de versos armoniosos al oido; frases recurrentemente escuchadas y mencionadas; oraciones popularmente tradicionales, son frecuentemente aceptados como ansiosas salidas para explicar una circunstancia compleja de la realidad. Sin embargo yo digo que no podemos aceptar un refrán como un referente verdadero, per se, para explicar, justificar y finalmente simplificar, una realidad.

“La mujer del César no sólo debe ser la mujer del César, sino también parecerlo”

¿Es que acaso no sólo basta el hecho de “ser” para también “parecer”?

¿Qué implicancias trae consigo cambiar “la mujer del César” por “el César”?

¿Transmitiría el mismo mensaje decir “El César no sólo debe ser el César, sino también parecerlo”?

¿Por qué el refrán hace referencia “a la mujer del César” y no al César?

¿Existe acaso la posibilidad de “ser” y “no parecer”?

¿Quién en, su sano juicio, se ocuparía y preocuparía de parecer algo que no es?

¿Por qué yo me esforzaría en parecer algo que no soy?

El concepto de “ser” es motivo y ocasión de reflexión de muchas ramas de estudio como la filosofía, la lingüística, la psicología, la antropología, etc.

Según el estudio de Benveniste [1]; que habla sobre el significado de “ser” como verbo por su propio derecho, y no como cópula; en las lenguas indoeuropeas “ser” se expresa con la raíz “es“, que significa “existir, encontrarse con la realidad”.

Existencia y realidad se definen como “lo auténtico, consistente, verdadero.”

“Ser” en su raíz etimológica significa más que una afirmación entre sujeto y atributo, también es más que un término meramente descriptivo de un fenómeno. Denota la realidad de la existencia, lo que es o quien es; afirma autenticidad y la verdad (de él, de ella, de ello).

Al afirmar que alguien o algo es, nos referimos a la esencia de la persona o de la cosa y no meramente a su apariencia.

Si yo soy la mujer del César, ¿debería acaso preocuparme de parecerlo? ¿La complejidad y profundidad de “ser“, no implicaría necesariamente que “parezca“?

Ser”, de por sí, implica varios conceptos filosóficamente complejos, reflexionados desde los presocráticos hasta la filosofía moderna. Y uno de sus puntos críticos es la reflexión y análisis en torno al concepto del proceso, actividad y movimiento como elemento del ser.

También quisiera llevar esta reflexión del ser y parecer a un nivel más íntimamente personal y rozar a pincelazo fino el tema del conocimiento a sí mismo y del “qué dicen ellos que soy yo?

No eres los que tus amigos dicen que eres, tampoco eres lo que tus enemigos dicen que eres; eres… err…. ¿quién eres?

“Si crees ser lo que tus amigos y enemigos dicen que eres, evidentemente no te conoces a ti mismo”[2]

¿Sería esta la respuesta de la mujer del César luego de escuchar el refrán que motiva mi reflexión?

Desde mi enfoque un tanto simplificador; la idea de “ser”, implica cambio, devenir, transformación. El desarrollo, lo impermanente, lo mutable son conceptos inherentes al proceso vital.

El hecho de que la mujer del César esté abierta a la posibilidad de preguntarse, junto con los otros sobre la naturaleza del “ser y la razón de la mujer del César”, es una afirmación categórica de su ser; y que irónicamente, podría ser vista, por una reacción simplista y superficialmente, como la negación de su ser.

Y si el César estuviera en una sociedad budista zen y su mujer le preguntara ¿qué dicen ellos que soy yo?, entonces, ¿qué le respondería el César?

¿Podría la mujer del César ser fiel a sí misma, coherente y valiente para decirles a ellos que no le importa realmente lo que digan que ella es, si ella sabe qué es? ¿Se atrevería a hacerlo en una sociedad como la nuestra? ¿Estaría hablando con seres humanos que ven más allá de los superficial y con profundidad de reflexión? Y si ese no fuera el caso, ¿cuál sería el precio que pagaría la mujer del César? ¿La exclusión, la discriminación, la indiferencia?

César, soy! Y francamente, me importa un pepino lo que digan...

[1] FROMM, Erich. Una primera ojeada, en: ¿Tener o Ser? Madrid, FCE, 1976. pp40
[2] DE MELLO, Anthony. La Oración de la Rana Leer más »