Alienación

«Pruébame dijo el veneno»

– Pero, ¿qué opinas?

– ¿qué opino de qué?

– Del chico que pasó

– ¿quién pasó? No sé quién pasó…

– Ah, es que no lo viste.

– …

– Digo, no sé entonces qué te parece físicamente

(ay Dios Mío… por favor que no sea contagioso)

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– Y, a pesar de todo, he de reconocer algo… es una buena persona. No es un ser malo, ni cruel.

– ¡Oh, pero ese es un gran inicio! ¡Es bastante diría yo!

– Sí claro… ¿y lo demás? ¡es desgastante! (y preocupante)

– Es un comienzo noble ser bueno… digamos.

– ¿Pero, y el intelecto digno de respeto?

– Y claaaaro… ¡la pregunta!

– Te apuesto que mañana el niño Immanuelito (Kant) me manda a peinar calaveras a la calle Melancolía.

* * *

(Después de escuchar hablar de chicos, y chicos y más chicos -no pensé regresionar a las épocas de la adolescencia porque todo el mundo gira en torno a los chicos – huí hacia lejanas tierras fenomenológicas.

La esperanza se derramó cuando tiempo después, en tierras extranjeras escuché a la antítesis radical del eje de mi alienación aterrorizante, hablar sobre la objetividad de los valores en las disputas fenomenológicas del mundo de la vida. Casi lloro.

¡Hay todavía esperanza en el mundo! Todavía se puede pensar… en el mundo hay muchas cosas para reflexionar, más allá de sólo chicos.

Lo miro todo en retrospectiva, y me parece surrealista siquiera gozar de esta esperanza. ¡qué tiempos estos!)

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