ORO y RAZÓN ¿difíciles de reconciliar?

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Oro y razón ¿difíciles de reconciliar?
Madrid, 11 de octubre 2010 (Kenneth Rogoff)

Nunca ha sido fácil sostener una conversación racional sobre el valor del oro. Últimamente, con los precios más del 300% por encima de los de la década pasada, es aun más difícil que nunca. El pasado diciembre, mis colegas economistas Martin Feldstein y Nouriel Roubini escribieron artículos en los que cuestionaban el sentimiento alcista del mercado y señalaban los riesgos del oro.

¿Saben qué? Desde que aparecieron sus artículos, el precio ha aumentado aun más. Recientemente alcanzó un récord de 1,300. En diciembre, los analistas a favor del oro sostenían que el precio iba camino a los 2000. Hoy, envalentonados por la apreciación, algunos sugieren que el oro podría llegar a superar esa cifra.

Un inversor en oro con bastante éxito, me explicó que los precios de las acciones perdieron valor durante más de una década antes de que el índice Dow Jones atravesara la barrera de los 1.000, a principios de los años 80. Desde entonces, el índice ha aumentado por encima de 10.000. Ahora que el oro ha atravesado la barrera mágica de los 1.000, ¿por qué no podría aumentar diez veces más?

Ajustado a la inflación, el precio de hoy no está ni cerca del máximo sin precedentes que alcanzó en enero de 1980. En aquel momento, el oro llegó a US$ 850, muy por encima de los 2,000 dólares al cambio de hoy. Pero podría decirse que enero de 1980 fue un “pico inusitado” durante un período de inestabilidad geopolítica extrema. El precio actual del oro de 1,300 dólares onza es más del doble que el promedio histórico ajustado a la inflación ¿Qué justificaría otro gran incremento de ahora en adelante?

Una respuesta seria un colapso del dólar. Con un déficit disparado y políticas fiscales sin rumbo, la pregunta es si una administración populista no recurrirá imprudentemente a la imprenta. Si uno está preocupado por eso, el oro podría ser la cobertura más segura.

Algunos podrían decir que los bonos indexados por inflación ofrecen una protección contra la inflación que es mejor y más directa que el oro. Pero los analistas a favor del oro tienen razón al preocuparse sobre si el gobierno cumplirá o no con sus compromisos en circunstancias extremas. Los gobiernos, limitados por falta de fondos muchas veces convertirán de manera forzada la deuda indexada en deuda no indexada. Hasta EE.UU. derogó cláusulas de indexación de bonos durante la Gran Depresión de los años 30.

El hecho de que una hiperinflación sea posible no la hace probable, de manera que deberíamos ser prudentes cuando decimos que mayores aumentos en el precio del oro están siendo impulsados por expectativas inflacionarias. Algunos indican que la marcha ascendente del oro ha sido motivada en parte por el desarrollo de nuevos instrumentos financieros que facilitan la especulación con el oro.

Este argumento probablemente tenga algo de válido. Los alquimistas medievales se embarcaban en lo que hoy consideramos una búsqueda absurda de maneras de transformar metales básicos en oro. ¿No sería paradójico que la alquimia financiera pudiera hacer que un lingote de oro valiera más?

El argumento más poderoso para justificar el actual precio del oro es el espectacular surgimiento de Asia, América Latina y Oriente Medio en la economía global. A medida que legiones de nuevos consumidores ganan poder adquisitivo aumenta la demanda, haciendo subir el precio de materias primas escasas.

Los bancos centrales de los mercados emergentes necesitan acumular reservas de oro, ya que poseen una proporción inferior a la de los ‘países ricos’. Con un euro menos apetecible como alternativa para diversificar fuera del dólar, el atractivo del oro ha crecido.

Podría decirse que existen factores fundamentales sólidos que respaldan el elevado precio, aunque es debatible si seguirán respaldando precios más altos en el futuro. Los precios del oro son sensibles a los movimientos de las tasas de interés globales. El oro no paga interés y hasta cuesta dinero almacenarlo. Hoy, con las tasas de interés en mínimos récord en muchos países, resulta barato especular con el oro en lugar de invertir en bonos. Pero si los intereses aumentan significativamente, los precios del oro pueden caer en picado.

La mayor parte de la investigación económica sugiere que los precios del oro son difíciles de predecir a corto y medio plazo, siendo las probabilidades de pérdidas y ganancias bastante similares. Resulta peligroso extrapolar a partir de tendencias de corto plazo. El oro ha experimentado un aumento importante, pero lo mismo sucedió con los precios de las viviendas a nivel mundial hasta hace un par de años.

Si uno es un inversor con un buen respaldo económico, un fondo de riqueza soberana o un banco central, resulta sensato tener una porción modesta de su cartera en oro como una protección contra acontecimientos extremos. Pero sigue siendo una apuesta arriesgada.

Estas consideraciones tendrán escasa influencia en los precios. Lo que era válido para los alquimistas del pasado sigue siendo válido hoy: oro y razón son difíciles de reconciliar

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