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Hoy 04 de julio se cumplen cien años del golpe de estado llevado a cabo por Augusto Bernardino Leguía Salcedo (Lambayeque 1863- El Callao 1932), fue la primera interrupción constitucional llevada a cabo por un civil en el siglo XX.

Leguía había regresado al país para participar en las elecciones de 1919, después de 6 años de ausentismo, cuando fue expulsado del país por el presidente Guillermo Billinghurst, miembro del partido Demócrata y rival del partido Civil de donde había sido miembro don Augusto.

Las elecciones 1919 nos muestran un sistema partidario agotado, prácticamente caduco, donde los principales partidos políticos de esa época no tuvieron la suficiente capacidad de entender los cambios en el país, (protestas en aumento de obreros, universitarios y campesinos)a fin de mantenerse en el poder, especialmente el partido Civil, que 4 años atrás había sufrido una importante escisión al desprenderse un grupo de militantes y formar el Partido Nacional Democrático bajo el liderazgo de José de la Riva Agüero y Osma.  A ello, hay que sumarle el fin de la primera guerra mundial (1914-1918) que acarreo consecuencias económicas y sociales en nuestro país que terminaron por agravar las protestas nacionales como la huelga de enero de 1919 que termino con la concesión por parte del gobierno civilista del oligarca José Pardo y Barreda de un decreto en favor de las 8 horas de trabajo en el ámbito estatal como privado previa negociación.

El presidente Pardo y Barreda había convocado a elecciones para mayo y estas se llevaron a cabo entre los días 18 y 19 ejecutándose con relativa normalidad, y hasta donde se tienen noticias hubo imparcialidad por parte del gobierno. Leguía logró derrotar al principal candidato opositor, el ya antiguo dirigente y ultra conservador Antero Aspillaga del partido de gobierno, el Civil; además de, dos candidaturas minúsculas como fueron las de Isaías de Piérola del alicaído partido Demócrata y de José Carlos Bernales que intento formar un partido con apoyo obrero.

Los resultados electorales favorecieron a Leguía, que había recibido el apoyo de los constitucionalistas y de antiguos colaboradores de su primer gobierno (1908-1912), así como también los estudiantes de la universidad de San Marcos, quienes habían proclamado en dos oportunidades “maestro de las juventudes” a quien jamás había dictado un curso en dicha universidad. El apoyo universitario vino en forma de un periódico llamado Germinal que patrocinó la candidatura del ex presidente Leguia. Basadre nos dice sobre el apoyo popular y de las clases menos favorecidas lo siguiente: “Estudiantes, empleados de comercio, empleados públicos, militares de mediana o baja graduación, artesanos y obreros contáronse entre los más entusiastas partidarios de Leguía. (Jave y otros, 1981:69).

Pero a pesar del triunfo leguiísta, este se empezó a cuestionar desde antes incluso del fin de las elecciones. El día 19, el candidato de Piérola renuncio debido a un altercado menor y reclamaba la anulación de los comicios. También se habló de compra de votos (el ya clásico pisco y butifarra) y alteración de los comicios. A pesar del triunfo, y de la limpieza electoral, el éxito de Leguía empezó a ser cuestionado y ello puso en alerta al virtual presidente del país, que debía esperar hasta el 18 de agosto para jurar como nuevo presidente del país.

Frente a esos 3 meses de espera ¿Qué es lo que puedo haber provocado el golpe de estado del 4 de julio? ¿Qué razones motivaron dicha acción? En el libro Objetivo: palacio de gobierno el autor menciona desde 1918 un clima ya hostil y en perjuicio de las fuerzas armadas que “tal vez limpiaron el camino para la impunidad del golpe revolucionario del 4 de julio” (De la Barra, 1967: 138). Este es un dato que deberíamos tener en cuenta para comprender el apoyo que tuvo Leguía, una figura civil, por parte de las fuerzas armadas en su accionar golpista.

Otra razón para entender el golpe leguiísta radica en que, el control del congreso de la república lo mantenía el aún eficaz partido Civil, quien era el principal opositor a la figura de Leguía a pesar de su debilidad interna. Aquí cabe recordar que, las elecciones parlamentarias de acuerdo a la constitución de 1860 se efectuaban cada 2 años para renovar tan solo un tercio del congreso (véase el articulo 57). Al celebrarse las elecciones de 1919, los civilistas eran aun mayoría en el parlamento y por lo tanto Leguía temía que su triunfo no fuese reconocido por el poder legislativo que le era adverso y que le recordaba la férrea oposición vivida durante su primer mandato.

Ante esta situación, Leguía termino de preparar su golpe de estado contra el presidente Pardo y Barreda (a escasos 45 de culminar este su mandato) contando para ello con la gendarmería de Lima, al respecto podemos leer un breve extracto del libro Historia de la Corrupción en el Perú: El golpe contó con un amplio respaldo militar que puso abrupto fin al relativamente honesto gobierno de Pardo, el ultimo del civilismo, y destrozo la oposición organizada, iniciando así una nueva era de dictadura y corrupción. (Quiroz, 2013:296). Producido el golpe sin ninguna oposición, el nuevo dictador deportó al presidente Pardo a Estados Unidos y disolvió el congreso.

Con este accionar anti democrático, Leguía se aseguraba no solo la presidencia del país, sino también la facilidad de contar con un congreso sumiso, “hecho a su medida” que le permitiría gobernar a su antojo. A los pocos meses de instalada la nueva dictadura, Leguía convoco a nuevas elecciones parlamentarias (septiembre de 1919), la llamada Asamblea Nacional que se encargó de redactar una nueva constitución en reemplazo de la de 1860. La nueva constitución fue aprobada en diciembre de dicho año y promulgada el 18 de enero de 1920 y tuvo una vigencia de 13 años. Razón no le falta al título del libro del periodista Pedro Planas “La Republica Autocrática” (1996)

Cabe señalar que este golpe de estado no solo perturbó al clima de estabilidad electoral que se había desarrollo en el país desde 1895, (con 8 elecciones presidenciales hasta 1919 e incluso con el desarrollo de comicios municipales) se retrocedió también al desmantelar el sistema de partidos en competencia por la presidencia de la república; a su vez,  la estabilidad parlamentaria, también se vino abajo a pesar de haberse tambaleado en las crisis de los años 1912, 1914 y 1915, cuando Leguía clausuro el parlamento aquel 4 de julio de 1919.

El régimen instalado por Augusto B. Leguía, reduciría paulatinamente el debate partidario en el simple pro y anti leguiístas sin dejar de mencionar a los convenidos que actuaban según sus intereses o circunstancias. Mencionar a estos últimos sería una tarea inmensa, pero como ejemplo estaría el “opositor” de 1909 Carlos de Piérola, que había propiciado un golpe de estado contra el primer gobierno del señor Leguía y que serviría lealmente a Leguía hasta fines del oncenio desde el congreso.

Finalmente indicaremos que el nefasto golpe de estado de un siglo atrás, fue tan nocivo como los del siglo pasado y los que vendrían después, porque como todo corte al orden democrático, no solo debilita instituciones, sino también destroza sistemas (el partidario y el electoral quedaron reducidos a cenizas para cuando termino el oncenio en agosto de 1930) y lo más importante la perdida de las libertades y derechos.

 

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