Directora General de la Unesco
Viernes 3 de Diciembre del 2010
Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y el Perú comparten un patrimonio cultural de valor excepcional: el Qhapaq Ñan o sistema vial andino. Mañana sábado 4, los presidentes de estos seis países firmarán, en Mar del Plata (Argentina), una declaración conjunta que ratifica el compromiso de preservar de forma colectiva ese patrimonio común, y presentar una candidatura única de inscripción en la lista de Patrimonio Mundial de Unesco.
La firma de este acuerdo al más alto nivel es un acto político de gran trascendencia, a la altura de la inmensidad y el valor universal del Qhapaq Ñan. Así se inicia la última etapa de un proyecto sumamente ambicioso de más de siete años de duración, que ha necesitado la cooperación técnica de centenares de expertos para hacer el inventario de los elementos de ese acervo cultural extraordinario, armonizar las técnicas de conservación y llegar a una interpretación común de una historia compartida. Esta labor ingente, coordinada por el Centro del Patrimonio Mundial de Unesco, a petición de los seis estados interesados, constituye un testimonio de la fuerza de la cultura como factor de paz.
El mensaje representado por este acuerdo cobra aun más fuerza por referirse a una red de rutas que es un símbolo patente del acercamiento entre culturas, seres humanos y territorios. Por eso, es también una fuente de enseñanzas inagotable.
El Qhapaq Ñan, eje de comunicación principal del imperio incaico, era la espina dorsal de una vasta red de caminos que se extendía a lo largo de miles de kilómetros. Creado en uno de los entornos naturales más hostiles del planeta, ese sistema vial es una de las realizaciones más colosales del ingenio humano.
Los incas supieron articular todo el conocimiento andino y enlazar con acierto redes de caminos regionales que habían empezado a formarse dos mil años antes, y lograron ponerlas al servicio de un imperio, jalonándolas de centros de producción, establecimientos de comercio y lugares de culto. Esta prodigiosa unificación se consiguió en menos de un siglo, sin ayuda de la rueda y con la única fuerza motriz del hombre y los camélidos andinos.
Gracias a un eficaz sistema de relevos, las mercancías circulaban rápidamente y los chasquis, mensajeros del inca, recorrían a pie desiertos, valles y junglas, de las cumbres nevadas de los cerros al litoral del Pacífico. El Qhapaq Ñan encierra también un tesoro de innovaciones tecnológicas de los incas para allanar terrenos, cultivar zonas áridas, transportar alimentos y crear sistemas de drenaje y de abastecimiento de agua a distancias increíbles, venciendo las variaciones de la temperatura y el viento.
La región cuenta ya con numerosos sitios inscritos en la lista del Patrimonio Mundial. Sin embargo, ahora se va a establecer por primera vez un plan de gestión integral de todos ellos para salvaguardar, al mismo tiempo, un patrimonio natural –cuya biodiversidad es una de las más ricas del planeta– y un patrimonio cultural que incluirá las tradiciones indígenas y locales. Se trata de proteger el sistema de forma integrada y promover con ello una cooperación que abarque, en su conjunto, un itinerario cultural de dimensión continental.
Debido a sus ramificaciones culturales, técnicas y simbólicas, este proyecto está a la altura de las ambiciones de Unesco y representa un mensaje de gran fuerza para todas las naciones del mundo. Gracias a él, la Convención del Patrimonio Mundial se adentra plena y efectivamente en el siglo XXI. Además, no solo va a impulsar los trabajos de investigación durante varias generaciones, sino que va a constituir un modelo metodológico para otros proyectos a escala continental, como los relativos a la Ruta de la Seda o las Vías Romanas.
La mundialización plantea desafíos que, por ser comunes, debemos también afrontar colectivamente. Tenemos que compartir conocimientos teóricos y prácticos no solo entre las naciones, sino también entre las sociedades que las componen. No debemos desperdiciar ninguna oportunidad para exaltar lo que nos une.
Desde que fui elegida para dirigir Unesco, abogo por una visión nueva de la cultura como vector del desarrollo e instrumento político de cooperación, entendimiento mutuo y reconciliación. La voluntad que anima a Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y el Perú a preservar juntos un patrimonio común eleva esa cooperación a un grado pocas veces alcanzado.
Este es el “segundo milagro” del Qhapaq Ñan, después del de su construcción con un esfuerzo humano colosal.
fUENTE:
http://elcomercio.pe/impresa/notas/qhapaq-nan/20101203/678378
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