Ya son más de 2 años de estar lejos de las montañas, excepto por alguna caminata o salida de un par de días por alguna laguna o acercamiento a un glaciar en la sierra de Lima. Luego de este tiempo una pregunta me sigue y sigue rondando la mente: ¿Cómo se aprende a vivir lejos de las montañas? y la respuesta que me viene es: pues muy fácil ya que, como todo, es cuestión de tiempo, el tiempo todo lo borra y hace que las sensaciones y visiones sean cada vez más sólo simples recuerdos, así suele pasar con casi todo en la vida. Sin embargo, simplemente ¿nos debemos resignar a ello, a que el tiempo borre las cosas, que borre nuestros sueños?…..yo creo que no y si algo de especial tenemos los seres humanos es que podemos trascender al tiempo y las distancias y en el momento menos pensado podemos atrevernos, una vez más, a vivir nuestros sueños.
Todo esto lo voy a llevar al mundo montañero ya que es aquí, en las montañas, en donde he logrado conocer a muchas personas con esta idea a flor de piel y es que ¿quizás las personas que han vivido experiencias muy intensas tienen más presente este cambio de actitud?, ¿quizás por haber vivido ciertas situaciones intensas, cualquiera sea su naturaleza, nos deja propensos a esto?. Definitivamente no es una exclusividad y, como puse arriba, todas las personas tenemos esa capacidad, sólo que algunas necesitamos de un catalizador o un detonante, incluso ese detonante puede ser el haber experimentado sentimientos muy intensos como los grandes amores o las grandes decepciones o ¿a nadie le ha ocurrido?.
Quizás sea exageración de algunos, me incluyo, el tema de comparar muchas cosas de la vida con una escalada en alguna montaña, un ascenso en un glaciar, una expedición o una exploración a lugares lejanos, pero cada vez siento más que justamente eso nos enseñan las montañas, a poder establecer un punto de vista diferente, quizás hasta soñador acerca de las cosas cotidianas de la vida. Así como ocurre con las montañas, quizás muchas cosas que nos ocurren en la vida nos pueden dar un punto de vista especial y ser un catalizador de sueños, sobretodo las experiencias intensas y, en el caso de “los conquistadores de lo inútil”, una escalada intensa en la montaña es una de ellas.
¿Será por esa búsqueda de ese detonante o catalizador que nos vamos a la montaña?, y de nuevo surge la pregunta que siempre nos suelen hacer: ¿por qué lo hacemos?, ¿por qué vamos a las montañas?, ¿por qué regresamos una y otra vez?. Las respuestas a esto serán diversas y depende de cada uno. En mi caso hace años opté por ya no responder y sólo me quedé con una respuesta valedera para mi: “sólo si vives la experiencia quizás puedas encontrar una respuesta” y sólo quizás, pues es muy probable que para muchos no sea más que una experiencia tonta, terrible, dolorosa y muy incómoda.
Escribiendo esto sólo quiero animar a todos a retomar nuestros sueños de vida, nuestros sueños de montañas, recordar aquellas charlas interminables en un campo base al pie de un glaciar, soñando con hacer todas las rutas posibles y procurar más vidas para poder escalar todas las montañas posibles, simplemente renovar nuestros sueños de montaña y estando allí viendo como el cielo cambia de colores en una amanecida, renovar nuestros sueños de vida.
Mi gran consuelo es que las montañas aún están ahí y con ellas los amigos de montaña, sólo es cuestión de retomar las ganas, retomar los sueños, planear de nuevo las rutas, completar las cumbres no alcanzadas, mucho que hacer y sin embargo a muchos nos falta dar el primer paso. Por mi parte escribiendo después de tantos meses estas ideas estoy dando al menos un paso. Estamos a la mitad de temporada y felizmente no tan lejos de las montañas ahora. Aún tendremos buen clima y con el hielo bien duro al amanecer y si no el sur siempre nos espera con sus imponentes seismiles…..ya de sólo pensarlo mi mente vuela a las alturas para recordar esos paisajes que simplemente nos hacen recordar la presencia de Dios en todos lados y máa ahí, en donde la simpleza de las cosas “adquieren condiciones extraordinarias”……
Y a las personas para las que el tema montañero lo sienten lejano, hagan la comparación y la aproximación a sus situaciones especiales e intensas, seguro que todos hemos tenido o tenemos nuestros propios detonadores de sueños, nuestra propia montaña interior.
Un abrazo a todos,
Hugo