Con Luis Paulino Mora

Estos dos últimos días he tenido la oportunidad de volver a conversar y pensar -como pocas veces-alrededor de la reforma judicial, gracias a la presencia en el Perú de don Luis Paulino Mora, actual Presidente de la Corte Suprema de Justicia de Costa Rica y un viejo conocido mío desde los tiempos del INECIP.

Luis Paulino ha venido ya varias veces a Perú, pero es la primera vez que nos cruzamos por aquí, y es la primera oportunidad que tuve también de escucharlo en el marco de un auditorio peruano. En verdad, es una pena apreciar que, a pesar de ser uno de los principales líderes de la reforma judicial en Iberoamérica y el impulsor de toda la modernización institucional y los niveles de eficiencia que muestra el poder judicial costarricense, aquí se le haga tan poco caso. Inclusive mientras esperaba que comenzara su participación en la Academia de la Magistratura, escuché que una de las asistentes le decía a alguien por teléfono: “si, estoy aqui, han traido a un vocal supremo de fuera, y tuve que venir a escucharlo…”. O sea, para esta persona era lo mismo escuchar a Luis Paulino que a un vocal supremo de Surinam o Lesotho.

Y es una lástima porque, creo si alguien tiene ideas claras sobre hacia donde debe apuntar la reforma de los sistemas judiciales en el continente en el momento actual, ese es Luis Paulino Mora. Ello no solo se fundamenta en sus 12 años al frente del Poder Judicial en Costa Rica, sino también en su vasta experiencia y conocimiento del funcionamiento de los poderes judiciales en América Latina. Y si bien podemos estar de acuerdo o no con lo que proponga, lo cierto es que no puede negarse que su experiencia pesa, y mucho, y hay mucho por aprender a partir de lo que dice, como les quedo bien claro a los miembros de la justicia comercial.

Las ideas, iniciativas y propuestas de Luis Paulino son vastas y numerosas, por lo que remito a quienes quieren conocerlas con mayor profundidad a algunos de sus escritos (ver abajo). Por mi parte, yo quiero resaltar tres de ellas. La primera es su apuesta por una justicia predominantemente oral y de cero papel, que no es lo mismo aunque muchos caen en una confusión de ambos términos. Porque si bien una justicia oral necesita sostenerse en ciertos aspectos en la escritura (por ejemplo, para registrar la decisión final del juez o el acuerdo entre las partes), esta dimensión escrita puede registrarse o no en papel, dependiendo de los recursos tecnológicos de los que disponga el magistrado. Precisamente, lo que propone Luis Paulino es que en lo posible ambos aspectos deben combinarse, lo que brindará una mayor rapidez y eficiencia a la justicia además de darle una dimensión ecológica que la hace responsable ante el ambiente.

La segunda idea es la necesidad de separar radicalmente la dimensión administrativa de la jurisdiccional al interior de los poderes judiciales, de manera tal que el juez deje de perder su tiempo en labores administrativas para poder concentrarse así en su labor jurisdiccional, que es la que le da su razón de ser. Este es un punto sobre el que existe aún un fuerte debate en nuestro país, debido a la mala experiencia que se dio al respecto durante la reforma fujimorista y por las denuncias de corrupción que aún pesan sobre muchos funcionarios administrativos en la actualidad. El mismo Luis Paulino narró que en un inicio no fue partidario de esta separación, pero que la experiencia y la razón le hicieron cambiar de idea y que en la actualidad es un convencido de esta separación, lo que sin embargo no debe significar un trabajo paralelo sino una estrecha comunicación entre ambas dimensiones.

Finalmente, la tercera idea es la necesidad de impulsar un fuerte cambio cultural en los sistemas judiciales a fin de poder incorporar el uso de nuevas tecnologías, sobre las cuales existen aún muchas resistencias. Y esto no se refiere solamente al uso masivo de computadoras en los juzgados, lo que no implica en realidad un cambio si éstas se siguen usando a la manera de máquinas de escribir. Las prácticas narradas por Luis Paulino en sus intervenciones muestran claramente que aún queda mucho por avanzar en nuestro país para recepcionar y entender el uso de la tecnología en la labor judicial, siendo más los temores infundados que las certezas que brinda la experiencia. Por ejemplo, aqui a muchos magistrados les pareció inconcebible que bastara notificar una sentencia mediante un mensaje de texto a un celular, o que los magistrados emitan sus votos mediante un lector de huellas digitales, mientras que en Brasil o Costa Rica esto ya es plenamente aceptado.

En fin, presencias como las de don Luis Paulino Mora siempre son refrescantes, y esperamos que haya permitido a algunos magistrados repensar sus ideas acerca de su labor. Por mi parte, le agradezco haber podido conversar sobre algunas ideas propias acerca de la reforma de la justicia de paz. Esperamos poder tenerlo nuevamente pronto por aquí, maestro.

Nota final.- Para quien quiera leer algunos trabajos de Luis Paulino Mora en la web, los remito a los siguientes enlaces:

“Algunas observaciones sobre gestión judicial en América Latina” (ver aquí)

“Una justicia de cara al ciudadano” (ver aquí)

“Administración de justicia y administración de tribunales” (ver acá), y

“La Corte Suprema de Justicia de Costa Rica, organización actual y perspectivas futuras” (ver aquí).

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