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Se anota pautas para elaborar estudios de impacto ambiental

¿Cuál es la verdadera formulación de Conesa para evaluar impactos ambientales?

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Oscar Cuya

30 de junio del 2016, Lima – Perú

Si usted responde que la formulación es la siguiente: I = ± [3 IN + 2 EX + MO + PE + RV + SI + AC + EF + PR + MC]; podríamos inferir que tiene un conocimiento parcial del método, pues efectivamente esa formulación es correcta pero para una evaluación, como señala Conesa (2010), p. 235, 276, “meramente cualitativa al nivel requerido por un estudio de impacto ambiental simplificado”  que “no determina la importancia real del impacto” (Conesa, 2010, p. 264-265).

La respuesta tendría que ser la siguiente: V = (I/Imax * M2)1/3

V   = Valor total del impacto; I    = Importancia del impacto (fase cualitativa); M = Magnitud del impacto (fase cuantitativa). Imax es el máximo valor de las importancias (la importancia estandarizada).

“Hay que advertir que la importancia del impacto o efecto no debe confundirse con la importancia del factor afectado” según señala Conesa (2010), p.237. Así, en la fase cualitativa, la importancia total es igual al “total de la importancia del impacto o efecto” multiplicado por la “importancia del factor o unidad de importancia del parámetro (UIP)”. En la práctica actual, en el medio nacional, los analistas de impacto omiten este detalle, por lo que conjeturamos que no estarían aplicando realmente el método Conesa.

Asimismo, no debe olvidarse que para determinar la magnitud del impacto (en el método Conesa, 2010) debe acudirse al índice de calidad ambiental (ICA) y su función de transformación. Si bien en la literatura se puede encontrar numerosas funciones de transformación, debe tenerse en consideración lo que señala Gómez Orea (2003), p. 336, que “la forma y estructura de la función puede permanecer constante pero sus parámetros pueden variar en el tiempo y el sitio, según condición social, criterios técnicos y exigencias legales. Dicha función debe reflejar una especie de concertación entre la racionalidad técnica y la percepción social”.

Función de transformación para obtener el Índice de calidad ambienal (ICA)

Función de transformación para obtener el Índice de calidad ambienal (ICA)

Información adicional podría encontrarse en los archivos siguientes:

Explicación del método cuantitativo de Vicente Conesa

Matriz cuantitativa según Vicente Conesa

Modelo de hoja de cálculo del método cuantitativo de Vicente Conesa

Literatura citada

Conesa, Vicente (2010). Guía metodológica para la evaluación del impacto ambiental. 4ª ed. Madrid: Mundi Prensa

Gómez, Domingo (2003). Evaluación de impacto ambiental. Un instrumento preventivo para la gestión ambiental. Madrid: Mundi Prensa.

Principios epistemológicos y metodológicos para el diseño de una línea de base con fines de predicción de impactos ambientales

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Oscar Cuya

09 de diciembre

Lima – Perú

Introducción

Si estamos elaborando una guía metodológica para orientar el desarrollo de una línea de base, con fines del Estudio de Impacto Ambiental (EIA), debemos asegurar que esta guía facilite la implementación de lo que los Términos de Referencia (TDR) de los EIA establecen.

Los TDR de los EIA pueden ser comunes para un cierto grupo de actividades, pero, ello no elimina la necesidad de que cada proyecto tenga TDR específicos para sus estudios de impacto ambiental. Esta afirmación tendrá validez siempre y cuando consideremos que los TDR establecen el contenido y alcance del EIA; y así lo señala, el Decreto Supremo Nº 019-2009-MINAM, Reglamento de la Ley del Sistema Nacional de Evaluación de Impacto Ambiental (SNEIA) que define los TDR como sigue: “Propuesta de contenido y alcance de un Estudio de Impacto Ambiental que precisa los lineamientos e instrucciones para encargarlo y elaborarlo, en función a la naturaleza de un proyecto. Contiene la determinación de la línea base, la descripción del proyecto, la caracterización ambiental, según sea el caso, el plan de participación ciudadana y la valorización económica del impacto ambiental de los proyectos sujetos al proceso de Evaluación de Impacto Ambiental” (1).

Dado que no hay método sin supuestos teóricos, por más que se diga que estamos frente a un método práctico o pragmático, no debemos olvidar que todo método no deja de tener principios teóricos, incluso de orden epistemológico, ontológico y axiológico. Cuando más se reafirme que cierto método es “aséptico” de teorías es cuando más se debe elucidar los principios teóricos del método. Como base, debemos partir asumiendo que los datos, por más objetivos que nos parezcan, vienen ya con una carga teórica, aquella que hemos empleado para interpretar la información que nos proporciona la realidad.

La carga teórica de los datos

Un método se soporta en un conjunto de ideas o sistema conceptual. En sentido metafórico, podríamos decir que el método está engarzado o engastado en un marco teórico. Siempre habrá que tener en cuenta que las observaciones o datos dependen de la teoría, que equivale a decir que los datos están cargados de una teoría u otra.

Norwood Russell Hanson (1924-1967) sostuvo que lo que vemos y percibimos no es lo que reciben nuestros sentidos, sino una resultante de la información sensorial filtrada, mediante el filtro que son nuestros preconceptos existentes. (2)

Cuando diseñamos el EIA, es decir establecemos sus alcances y contenidos, debemos tener en consideración que la observación de “X” está moldeada por un conocimiento previo de “X”. El lenguaje o las notaciones usados para expresar lo que conocemos, y sin los cuales habría muy poco que pudiera reconocerse como conocimiento, ejercen también influencia sobre las observaciones. (2)

Los datos tomados en campo requerirán su interpretación. La base teórica o los principios teóricos que se empleen para interpretar los datos podrían llevar a diferentes conclusiones. Es decir, los mismos datos, podrían generar diferentes conclusiones, dependiendo de los principios teóricos que se empleen.

Sistematizar y reordenar los principios teóricos

Los TDR no deben constituir una exigencia de contenidos técnicos y científicos disjuntos proveniente de diferentes marcos teóricos, no explicitados, tal como son en la actualidad. Deben ser un todo coherente soportado por principios teóricos que conforman un sistema conceptual organizado, con una jerarquía de principios y deducibles, orientados a la predicción de cambios en las variables indicadoras de impactos ambientales, dado que ello es lo central en un EIA.

En suma, los TDR deben modificar el principio tácito o implícito de pensamiento museístico, es decir de coleccionar objetos y datos; pues, bajo dicho principio, mientras mayor cantidad y diversidad de datos se colecte mejor será la línea de base. Este principio es erróneo pues de los datos no sale la explicación y predicción, sino de las teorías o principios. Los datos sirven para confirmar o rechazar la conjetura o hipótesis de impacto.

Necesidad de un diccionario terminográfico

Para reducir la interpretación discrecional de los términos y conceptos; leyes, principios y teorías; es necesario como primera tarea establecer un diccionario terminográfico. La guía metodológica para la elaboración de la línea de base de un EIA debe incluir este diccionario.

¿Qué no debe ser una guía metodológica de línea de base?

No debe ser una guía para tomar datos estandarizados de campo de los componentes y procesos naturales y sociales (que los hay muchos y excelentes) sino una guía para interpretar datos con fines de establecer las variables indicadoras de impacto de los objetos, hechos, componentes o fenómenos de interés; así como una guía para delimitar los sitios geográficos sensibles o vulnerables, es decir, ¿dónde los valores de las variables indicadoras estarían fuera de los límites aceptables de cambio?

¿A que denominaremos guía metodológica? ¿A una secuencia de pasos para tomar los datos u observaciones de campo y procesarlos?; o ¿una guía para interpretar los datos o fenómenos?

Necesidad de alinear la línea de base con la predicción y valoración del impacto ambiental

Por ejemplo, los TDR de EIA en minería metálica señalan que “se deberá identificar y caracterizar los impactos ambientales en las fases de construcción y operación del proyecto a través de la formulación de las matrices (causa-efecto), así como determinar la valoración de la importancia de los impactos, así como de su magnitud (cantidad de factor ambiental afectado)” (3).

Si aceptamos que la magnitud de un impacto es la “cantidad de factor ambiental afectado” y la importancia de un impacto es la valoración del mismo, debemos tener como primera premisa, respecto a la línea de base, que ella debe proporcionar la información para tal propósito; y no únicamente, una situación “congelada” antes de proyecto para las comparaciones “dato antes” versus “datos después”. Las variables tienen una historia, una línea de tiempo, una tendencia en el tiempo, una trayectoria o comportamiento en el tiempo, y ello no puede reducirse a un set datos de una o dos temporadas, por lo menos conceptualmente.

En suma, la línea de base tiene que proporcionar el comportamiento o trayectoria de las variables indicadoras de impacto para poder predecir el impacto. Asimismo, para valorar la importancia tiene que establecer los umbrales o límites aceptables de cambio (en los cuales el sistema ambiental se mantiene y no involuciona a otro sistema). Aquí es donde se plantean las variables sensibles o vulnerables.

La escala espacial y temporal

La realidad la podemos observar en varias escalas. Las cosas y hechos están insertos en sus tendencias o historia, algo determina algo. Si un hecho origina otro hecho, digamos las causas y sus efectos, estamos en el eje del tiempo, en la historia. Si nos proyectaremos al futuro al predecir un impacto, una línea de base está obligada a presentar las historias o tendencia del factor ambiental. Solo así la línea de base sería pertinente.

Que no haya suficiente información histórica para trazar curvas de tendencias (enfoque inductivo) o suficientes principios teóricos para predecir comportamientos de fenómenos (enfoque deductivo) no es una justificación para presentar datos de dos temporadas (a cómo de lugar, no importa difieran solo en tres meses) y suponer que con ello ya se ha resuelto la historicidad de la variable. ¿Cómo lograr la historicidad o tendencia de todas las variables de los factores ambientales que se ha considerado evaluar? Es un gran desafío, pues no se tiene información histórica sobre gran parte de las variables de impacto ambiental.

Los fenómenos ocurren en diferentes escalas. Una línea de base tendrá que ser una información en varias escalas, incluso anidadas. En el caso social, lo que ocurra al nivel de las familias que interactuarán con el proyecto no se podrá vislumbrar si estamos trabajando con promedios regionales. El indicador, un instrumento semántico estadístico, generaliza y hace más cómodo el discurso sobre alguna variable, pero desaparecen justamente los extremos o los comportamientos extraños, es decir justamente los que podrían ser los comportamientos vulnerables.

Suponer que el estudio de impacto ambiental detallado debe ser eso, estudios detallados; y los estudios de impacto ambiental semi detallados deben ser tales, estudios de semidetalle menos profundos que los detallados, es un tremendo error. Ambos estudios deben tener las escalas (cartográficas, geográficas, de resolución) necesarias para abordar, bien, un estudio de un proyecto que presenta altos riesgos ambientales u otro con menores riesgos ambientales. No es un asunto de información más detallada o menos detallada, es un asunto de información suficiente o pertinente para abordar la naturaleza de mayor o menor riesgo o impacto ambiental.

También debemos recordar que las disciplinas técnicas o científicas tienen sus propios campos o particiones. Por ejemplo, podemos anotar que la ecología moderna se asume desde diferentes enfoques: hábitat, poblaciones, comunidades, ecosistema, paisaje, ecología social. Cada enfoque permite abordar cierto tipo de problema.

Límites aceptables de cambio

Los conceptos de capacidad de carga o estándar de calidad ambiental (ECA) son principios insuficientes para incluir el principio de manejo adaptativo del ecosociosistema, el cual se fundamenta en las variables de potencial de cambio, conectividad y resiliencia. Los umbrales de mayor o menor significación de los cambios, en las variables indicadoras de impacto, no deben asociarse únicamente a la capacidad de carga o el ECA sino principalmente deben tener correspondencia con los límites aceptables de cambio.

Criterios para un diagnóstico del ecosistema

Es importante enfatizar que un diagnóstico no es un recuento pormenorizado o inventario detallado de la realidad sino una descripción a partir de variables diagnósticas, es decir variables que corresponden a los objetos, hechos, procesos o fenómenos que estructuran el sistema.  Estas variables diagnósticas constituirían a su vez variables indicadoras de impactos ambientales.

Otro aspecto a considerar son los objetivos de una línea de base; y esta se orienta a la identificación del status presente del ecosistema, sus estilos y tasas de cambio. La pregunta a responder es: ¿Cómo está el ecosistema antes del proyecto? En cambio, el objetivo de un programa de monitoreo lo constituye el seguimiento de la evolución del ecosistema y sus respuestas a las acciones del proyecto. En este caso la pregunta a responder es:    ¿Qué variables del ecosistema cambian como consecuencia de las acciones del proyecto, en qué sentido cambian y con qué velocidad lo hacen?

Es conveniente incluir entre los criterios de diagnóstico los elementos siguientes:

  • Nivel de descripción (Características esenciales del ecosistema)
  • Escala espacial
  • Escala temporal
  • Variables de medición
  • Estado de referencia (valores de referencia)
  • Perturbación

Interpretación de los datos de línea de base

Como se planteaba al comienzo en este miniensayo, una guía para elaborar líneas de base no debe ser una guía metodológica para recoger datos de campo y procesarlas sino una guía para interpretar los datos con miras a la predicción del impacto.

La interpretación de los datos, que incluye la determinación de escalas espaciales y temporales de las variables indicadoras de impacto, debe permitir establecer los siguientes análisis temáticos:

  • Hábitat críticos
  • Uso del Territorio (T) en el área de influencia del proyecto
    • En territorios comunales
    • Áreas de conservación biológica/social
    • En áreas para producción
    • Uso actual
    • Uso potencial (Zonificación ecológica)
  • Integridad del ecosistema (I)
  • Servicios del ecosistema (E)
  • Vulnerabilidad social (V)
  • Conflictividad social (C)

Síntesis Final

Una guía para elaborar líneas de base no debe ser una guía metodológica para recoger datos de campo y procesarlos sino una guía para interpretar los datos con miras a la predicción del impacto. ¿Podríamos estar en discrepancia? ¿Usted qué opina?

Referencias

  1. PERÚ-MINAM. Reglamento de la Ley 27446 Ley del Sistema Nacional de Evaluación de Impacto Ambiental. D.S. No019-2009-MINAM de setiembre del, 2009.
  2. Filotecnóloga. La Carga Teórica según Hanson [Internet]. Internauta Sin Pauta. [citado 9 de diciembre de 2015]. Recuperado a partir de: https://filotecnologa.wordpress.com/2012/01/31/la-carga-teorica-segun-hanson/
  3. PERÚ-MINEM. Aprueban Términos de Referencia Comunes para la elaboración de Estudios de Impacto Ambiental Detallados y Semidetallados de las Actividades de Exploración, Beneficio, Labor General, Transporte y Almacenamiento Minero y otros, en cumplimiento del D.S.No 040-2014-EM. R.M. No 116-2015-MEM/DM mar 13, 2015.

Es necesario cada vez una estrategia o diseño metodológico de evaluación de impacto ambiental

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Oscar Cuya Matos

Introducción

Intentaremos aclarar que una evaluación de impacto ambiental requiere reglas heurísticas más que algoritmos o ecuaciones de impacto. Así como un profesional de la medicina, antes de prescribir alguna recomendación o receta, se apoya en un conjunto de análisis, con métodos y técnicas particulares, para confirmar sus conjeturas y concluir su diagnóstico, un analista de impactos tendría a su disposición un conjunto de métodos y técnicas, a partir del cual elegir los más convenientes y con ellos elaborar una estrategia o diseño metodológico para la predicción y categorización del impacto ambiental del proyecto en estudio.

En general, los analistas de impactos ambientales no se preocupan por reflexionar sobre sus métodos; para ellos, el método es un medio, en cambio para el metodólogo es un fin. Adoptaremos, entonces, la actitud del metodólogo para tratar lo concerniente al método de evaluación de impacto ambiental.

Metodología, métodos y técnicas, estrategias y tácticas

Conesa (2010) anota como “metodologías más serias y representativas” (p. 201) lo siguiente: método de Ma Teresa Estevan Bolea (desarrollado y mejorado 1984-2001), método de Domingo Gómez Orea (desarrollado y mejorado 1986-2003) y método de Vicente Conesa Fernández – Vítora (desarrollado y mejorado 1990-2010). El citado autor elabora una clasificación de los métodos de evaluación de impacto ambiental, considerando las clases siguientes: matrices causa efecto (matriz de Leopold); listas de chequeo; redes (Sorensen); sistemas cartográficos; análisis de sistemas; sistemas de indicadores, índices e integración (Fisher – Davies, Índice Global) y sistemas cuantitativos (Batelle Columbus).

Para interpretar lo que señala Conesa (2010), y antes de proseguir con la exposición, será necesario clarificar a qué nos referiremos con los términos ‘método’ y ‘técnica’. Incluso, previo a todo ello, debemos saber que la metodología produce reglas o procedimientos cuyo seguimiento cuidadoso contribuye a la objetividad, confiabilidad y validez de la aplicación de cierto método. La metodología examina críticamente los métodos y procura la instrumentación de técnicas específicas para lograr productos cognoscitivos y tecnológicos confiables. Es una actividad instrumental pero depende (explícita o tácitamente) de una poderosa sustentación conceptual. Díaz (2002).

Hasta este punto no tendríamos mayores desacuerdos respecto a lo que entendemos por metodología. Toca, entonces, ahora referirse al método y la técnica. También habrá que comentar algo sobre los conceptos de estrategia y táctica, pues existe bastante relación, entre estos conceptos, pues todos ellos aluden a un conjunto de acciones.

El método y la técnica tienen en común que aluden a procedimientos, es decir a un conjunto de acciones en secuencia y sistemáticas, que conducen a la obtención del fin predeterminado. En ambos casos se está en contraposición a un quehacer desordenado y casual. Las diferencias de significado, entre ambos términos, serían solo de gradación y jerarquía.

Con relación al método se puede decir que es un procedimiento general orientado hacia un fin, que incluye diversos procedimientos, algunos organizados como técnicas. Entre sus características se puede anotar su pretensión de universalidad y objetividad. En cambio, la técnica es un conjunto de acciones secuenciadas y más específicas que se enmarcan en el método. Todo método incluye supuestos teórico-epistemológicos.

Referente a la evaluación de impacto ambiental podríamos considerar como técnicas a las matrices, listas de verificación, cuestionarios, redes de encadenamiento causal, mapas, modelos matemáticos, etcétera. Estas técnicas serían además los instrumentos. El uso de estos instrumentos, solo o en conjunto, conformarían un método, en la medida de alguna particularidad teórica o práctica. Así, se podría decir que el método de Vicente Conesa (2010) se basa en la técnica de matrices y el método de Sorensen, en la técnica de redes de encadenamiento.

Con relación a la estrategia y táctica podría decirse, en sentido amplio, que la estrategia es la coordinación de acciones para alcanzar un objetivo y que se organiza en tácticas. Es un accionar más flexible aunque más complejo, más organizado y apoyado en alguna teoría. Las tácticas son las maniobras o procedimientos específicos que se aplican de acuerdo a las circunstancias, para implementar la estrategia.

La evaluación de impacto ambiental de un proyecto específico requeriría una estrategia o diseño metodológico particular a los procesos y componentes del proyecto con potencial de causar impactos; y específico, a las sensibilidades y vulnerabilidades del medio.

Al “arsenal” de métodos y técnicas de evaluación de impacto ambiental, tales como se describen en los textos clásicos de Canter (1977), Gómez (2003) y Conesa (2010), habría que añadir o construir nuevos métodos sobre la base de los avances teóricos de las disciplinas ambientales, por ejemplo, el manejo adaptativo de Holling (1973), Holling y Gunderson (2001); también los hábitats críticos tal como lo detallan las normas de desempeño y guías de orientación del IFC (2012), las áreas biológicas sensibles (ABS), los servicios ecosistémicos, la integridad del ecosistema, los riesgos ecológicos, entre los desarrollos de las ciencias ecológicas.

El marco teórico que da soporte a los métodos de evaluación de impacto ambiental debe incorporar los conceptos de ciudadanía universal; desarrollo humano; sostenibilidad ecológica; enfoques transversales de género, interculturalidad y derechos humanos; justicia ambiental, discriminación ambiental.

Acerca de las metodologías de evaluación de impacto ambiental

Una propuesta metodológica para la evaluación de impacto ambiental debería proporcionar un conjunto de métodos objetivos, confiables y válidos, soportados en principios científicos; de tal manera que cada grupo de analistas ambientales, cuando elabore un EsIA, establecería una estrategia particular para la evaluación del impacto ambiental del proyecto en cuestión. Esta estrategia metodológica se conformaría con los métodos de evaluación de impacto que aplican al caso en estudio. En suma, la propuesta metodológica proporcionaría un conjunto de métodos, alguno o varios de los cuales integrarían una estrategia metodológica para abordar un estudio en específico.

Sería como el diseño metodológico de una investigación científica, en la cual no existe un diseño único y definitivo aplicable sin más. La investigación se diseña, y por tanto habrá tantos diseños como investigación se realice. Análogamente, la evaluación de impacto ambiental de un proyecto requiere el diseño metodológico específico o la elaboración de una particular estrategia metodológica.

Así como en la investigación no existirá un único instrumento automatizado que una vez aplicado proporcione los resultados y conclusiones de la investigación, en la evaluación de impacto ambiental tampoco existirá un único instrumento que proporcione la predicción y calificación de los impactos. Se explica esta asunción considerando que tanto la investigación como la evaluación de impacto ambiental son procesos con fases indagatorias en las cuales se plantean conjeturas e hipótesis, y luego fases de prueba o confirmatorias, en las cuales alguna hipótesis queda firme y otras habrán sido desechadas.

Podría decirse que la evaluación de impacto ambiental es una investigación de hechos que ocurrirán en el futuro: los impactos del proyecto; y para esta investigación de hechos futuros se podría contar con un “arsenal” de métodos y técnicas, en constante actualización. Evidentemente, no todos los métodos deberán aplicarse en todos los estudios sino los idóneos para el caso específico, los cuales pasarían a conformar la estrategia o diseño metodológico de la predicción y caracterización del impacto ambiental del proyecto en cuestión.

Probablemente, el analista de impacto ambiental, tanto si es un evaluador o revisor, esté esperanzado en un único instrumento, estandarizado y calibrado, al modo de un instrumento físico, que aplicado al proyecto en cuestión pueda ofrecer, como la lectura de un instrumento, la predicción y calificación de los impactos ambientales. Incluso, los analistas de pensamiento cuantitativo, probablemente, ansíen contar con la completa y definitiva formulación o “ecuación” del impacto ambiental. Nada más lejos de la realidad, puesto que las variables de impacto ambiental son más enunciados de preferencias o valoraciones axiológicas que variables evaluables o medibles. Algún desarrollo mayor sobre lo que significa medir, evaluar o valorar se necesitará para discutir este punto.

Las formulaciones de impacto ambiental constituyen un método más; y necesariamente requieren ser complementadas con otros métodos, para superar sus limitaciones. Dado que hay un sinnúmero de formulaciones o ecuaciones, cada una más extensa que la otra, podría ser suficiente la construcción de una ecuación con las variables comunes a las múltiples formulaciones (magnitud, duración y extensión); incluso, así sería más comprensible por la población cuando de explicarles la formulación se trate o cuando se realicen talleres participativos de evaluación de impacto ambiental con la población, y se procure dar legitimidad al proceso de evaluación de impacto ambiental del proyecto.

Metodologías para predecir y metodologías para caracterizar impactos

Es usual que los analistas de impactos ambientales cuando se refieren a metodologías de evaluación de impacto, inmediatamente, lo asocien a la calificación del impacto ambiental, sin tomarse mayor tiempo o preocupación en las metodologías de predicción de impactos. Dado que se tiene en la literatura o en estudios anteriores o similares una relacion de impactos, se da por sentado que tales serán los impactos ambientales que también ocasionará el proyecto que se está evaluando. Esta práctica acostumbrada, muy pragmática por cierto, podría  pecar de facilista e incluso arbitraria si no se emplean métodos de apropiados de predicción de impactos.

Es conveniente tener en cuenta que la fase más crítica es la predicción del impacto. En esta etapa se tendrá que considerar la predicción del algún cambio en los componentes ambientales ocasionado por el proyecto;  y además, seguidamente, una predicción subsiguiente del efecto del cambio en la salud y bienestar de la población. Para toda esta tarea la metodología de la explicación y predicción científica será de mucha utilidad. Ella requiere el uso de principios, leyes o teorías científicas.

Explicar científicamente supone establecer las condiciones suficientes que producen el evento deseado, la regularidad o el proceso. La explicación, también muestra que las circunstancias descritas incrementan la probabilidad de ocurrencia de un fenómeno; y por otro lado, elucidan el funcionamiento interno que produce el fenómeno. Asimismo, establece las tendencias implicadas en cuanto a la ocurrencia del hecho (Bunge, 2000).

Las explicaciones pueden estar basadas en diferentes modelos lógicos: el modelo de cobertura legal, que incluye los tipos nomológico-deductivos; estadístico-deductivos y estadístico-inductivos, las explicaciones funcionales o teleológicas, las mecanísmicas, las genéticas, las pragmáticas, las causales y las por unificación y subsunción teórica, (Nagel, 1961, p. 27-38), (Díez and Moulines, 1997, p. 223).

Por ejemplo, si se tiene equipos con motores se generará emisiones de partículas y gases; y por tanto, habrá un efecto de incremento de gases en la atmósfera. Podría cuantificarse las emisiones y estimarse su dispersión (ello implica un modelo matemático y un programa informático para generar isolíneas de dispersión). Una vez obtenida la magnitud del efecto queda la valoración en términos de importancia respecto a la salud y bienestar y con ello el efecto tendrá un significado ambiental.

No hay que olvidar que hay principios científicos involucrados implícitamente en el modelo predictivo. Para los casos en los cuales no se tiene modelos matemáticos y programas informáticos la predicción de efectos subsecuentes implica de igual modo acudir a principios científicos, para deductivamente establecer los efectos e intentar estimar un valor a partir de mediciones de las variables predictoras.

Objetividad, confiabilidad y validez del método

Dado que las tablas de impacto son instrumentos de evaluación, estas deben ser validadas antes, en cuanto a su consistencia y confiabilidad. Esta exigencia obliga a elucidar la naturaleza de los instrumentos de evaluación del impacto ambiental. Así, cuando decimos que un impacto es de mayor magnitud y es más significativo que otro, estamos frente a alguna acción que puede reconocerse bien como medición, evaluación o valoración

La metodología que se diseñe deberá problematizar lo referente a la “medición del impacto ambiental. Cuando se aborda el problema de la medición del impacto ambiental surgen preguntas como las siguientes: ¿Se mide, evalúa o valora los impactos? ¿Tiene sentido crear algoritmos o formulaciones al modo de ecuaciones para evaluar el impacto ambiental? Una propuesta metodológica para la evaluación del impacto ambiental deberá responder con claridad tales preguntas.

En la teoría clásica, formulada por Norman Robert Campbell, en 1920, la medición es concebida como medición de magnitudes, por tanto es posible definir, desde esta teoría, el proceso de medición como las operaciones que permiten asignar números a la cantidad de una determinada propiedad (para variables discretas) o magnitud (para variables continuas) que un objeto posee (Canales Cerón, 2006, p. 39-49).

La aplicación de esta teoría de la medición en la evaluación de impacto ambiental no es posible pues las variables principales, con las cuales trata la evaluación de impactos, son cualitativas en su mayoría, pues el impacto ambiental tiene que ver el bienestar y calidad de vida de la población, y muchos de sus indicadores no corresponden a conceptos métricos.

Stanley Steven, en 1946, planteó la denominada “Teoría representacional de la medida”. En esta teoría se define ‘medir’ no como asignar números de acuerdo a la magnitud o cantidad en que un objeto posee una determinada propiedad (definición clásica), sino como asignar número de acuerdo a un regla (Stevens, 1946, Canales Cerón, 2006, p. 39-49). Como consecuencia de la eliminación de la noción de magnitud o cantidad y reemplazarla por la noción de “regla de asignación”, se amplió el ámbito de la medición hacia propiedades para las cuales las nociones de cantidad o magnitud no parecen aplicables (Canales Cerón, 2006, p. 39-49). Los instrumentos de evaluación del impacto ambiental tendrían que cumplir, al menos, con la exigencia de la teoría representacional de la medición.

Conclusión

No hay un método único de evaluación del impacto ambiental. Es más apropiado considerar una estrategia o diseño metodológico propio para un determinado estudio de impacto ambiental. Esta estrategia deberá seleccionar los métodos y técnicas que mejor apliquen al caso específico. Digamos, entonces, que la evaluación de impacto ambiental requiere reglas heurísticas más que algoritmos.

Temas para investigar

Suponiendo que usted está investigando en metodologías de la evaluación de impacto ambiental, intente respuestas para las preguntas siguientes:

¿Cómo lograr objetividad metodológica en la aplicacion de las matrices de impacto ambiental?
¿Y cómo lograr objetividad empírica en el uso de la matrices de impacto ambiental?

Referencias bibliográficas

Bunge, M., 2000. La investigación científica: su estrategia y su filosofía. Siglo XXI.
Canales Cerón, M., 2006. Metodologías de la investigación social. Lom Ediciones, Santiago de Chile.
Canter, L.W., 1977. Environmental impact assessment. McGraw-Hill.
Conesa, V., 2010. Guía metodológica para la evaluación del impacto ambiental, 4th ed. Mundi Prensa, Madrid.
Díaz, E., 2002. Los discursos y los métodos. Métodos de innovación y métodos de validación. Perspect. Metodol. 2, 5–22.
Díez, J.A., Moulines, C.U., 1997. Fundamentos de filosofía de la ciencia. Ariel, Barcelona.
Gómez, D., 2003. Evaluación de impacto ambiental. Un instrumento preventivo para la gestión ambiental, 2 ed. ed. Mundi Prensa, Madrid.
Holling, C.S., 1973. Resilience and Stability of Ecological Systems. Annu. Rev. Ecol. Syst. 4, 1–23.
Holling, C.S., Gunderson, L.H., 2001. Resilience and adaptative cycles, in: Panarchy: Understanding Transformations in Human and Natural Systems. Island Press.
IFC, C.F.I., 2012. Normas de desempeño social y ambiental. IFC, Washington D.C.
Mari, L., 2003. Epistemology of measurement. Measurement, Fundamental of Measurement 34, 17–30. doi:10.1016/S0263-2241(03)00016-2
Nagel, E., 1961. La estructura de la ciencia: Problemas en la lógica de la investigación científica. Paidos, Barcelona.
Stevens, S.S., 1946. On the theory of scales of measurement. Bobbs-Merrill, College Division.

Los mapas parlantes, la zonificación ecológica, el ordenamiento del territorio y la evaluación de impacto ambiental

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Oscar Cuya

En la investigación social y en especial en los estudios de impacto ambiental (EsIA) se elaboran mapas parlantes.  “La asamblea comunal elige a un grupo de pobladores compuesto por seis a ocho personas, quienes describen la situación de los recursos naturales, los sistemas productivos, el medio ambiente, tanto del área rural como urbana (…) con la ayuda de dibujos de mapas” (Clavería, p.39).

Tales mapas son valiosísimos para la evaluación del impacto ambiental. Superponiendo sobre dichos mapas, los componentes físicos del proyecto, se podría delimitar las áreas que recibirían mayor efecto;  y con ello tener una base para la medición, valoración y ulterior compensación económica de impactos (si fuera el caso); sin embargo, casi no se emplean estos mapas parlantes para tales fines.

El especialista en cartografía restará importancia a los mapas parlantes puesto que la información no está georreferenciada,  es decir no tiene coordenadas. Dirá que ese mapa es, en realidad, un croquis y que está bien que se generen, pero que no corresponde incorporarlos en el juego de mapas que tiene que elaborarse y presentarse para completar el estudio (EsIA).

En la fase del EsIA, en la que se elaboran las matrices de impacto, se utilizan los diferentes mapas temáticos, que ubican y muestran las características de los componentes físicos y  biológicos del medio; pero no es habitual el uso de los mapas parlantes. Las decenas de mapas parlantes van al archivo, y algunos, escaneados,  van al anexo del estudio para dejar constancia que efectivamente se elaboraron mapas parlantes.

Será importante, antes, definir lo que denominamos carta, mapa y plano. Podríamos decir que  “una ‘carta’ es la representación del terreno sobre un formato plano, es decir de dos dimensiones. Cuando la superficie es pequeña y por tanto la curvatura terrestre no influirá en la representación cartográfica, se recurre a una representación plana, de forma que todos los puntos representados están vistos desde su perpendicular. A esta representación cartográfica se le denomina ‘plano’ y pertenece al campo de la topografía. Esto funciona bien para distancias pequeñas, pero se recurre a un sistema de proyección cuando la superficie que estemos considerando es bastante grande y por tanto influenciada por la curvatura terrestre. A esta parte de la tierra representada se le llama ‘mapa’ y pertenece al campo de la Geodesia”. Fuente: Perú Ruteable (2010).

Así definidos tales representaciones probablemente quede confirmado que los mapas parlantes son croquis. Mas nada impide que busquemos una situación intermedia y agreguemos  referencia cartográfica al mapa parlante. Los actuales GPS permiten registrar la ubicación de los sitios con un nivel aceptable de exactitud.

Y todo este texto para invitarles a ver la película “La Travesía de Chumpi”, de Teleandes Producciones (2009), en la que se muestra a la población Achuar elaborando su mapa con el auxilio de un GPS. También quedan invitados a leer la narración de los sucesos que ocurrieron durante la filmación de la película. Así, el relato de Fernando Valdivia sobre una serie de acontecimientos pone en relieve las diferentes percepciones con las cuales tratamos, cuando nos comunicamos. En su texto se advierte también un llamado a la investigación (Valdivia, 2008).

La Travesía de Irar y Chumpi: filmando con los jibaro-achuar – Segunda Parte (Valdivia, 2008)

http://teleandesproducciones.blogspot.com/2008/10/la-travesa-de-irar-y-chumpi-filmando.html

La película “La travesía de Chumpi” muestra algo de la vida cotidiana en Chicherta, una comunidad Achuar de la cuenca del río Pastaza.  Los acontecimientos se centran en una expedición de un grupo de la comunidad que se dirige hacia un lugar que consideran sagrado; y la elaboración de un mapa con un GPS, que muestra los recursos y sitios de interés de sumo valor para la comunidad (Teleandes Producciones, 2009).

Luego de ver la película surgen reflexiones sobre varios instrumentos de gestión de la política ambiental del Perú. Si bien hablamos del ordenamiento territorial y la zonificación económica ecológica deberíamos tener en cuenta que los espacios territoriales “no están vacíos ni desordenados”.

Veamos entonces la película: La Travesía de Chumpi

(Valdivia, 2009; Teleandes Producciones, 2009).

https://vimeo.com/59512111

http://teleandesproducciones.blogspot.com/search/label/LA%20TRAVESIA%20DE%20CHUMPI

Y ahora que estamos tratando sobre películas también podría ser recomendable ver la siguiente:

“Tierra Prometida”, película dirigida por Gus Van Sant, interpretada por Matt Damon, John Krasinski y Frances McDormand.

Un ejecutivo de una gran empresa, llega a un pequeño pueblo para gestionar la  compra de los derechos de perforación petrolera a los propietarios de las tierras. En esa población, el ejecutivo tendrá ocasión de reconsiderar los procesos de participación ciudadana (Sant, 2013).

http://www.imdb.com/title/tt2091473/

Literatura citada

Clavería Huerse, R. (n.d.). Metodología “SAS Cholo”: Fortalecimiento del capital social y humano en los planes de desarrollo local con enfoque de género e interculturalidad.
G.L., K. (2010, February 13). Mapas. Conceptos básicos. Tomado de http://perut.org/index.php?topic=109.0
Sant, G. V. (2013). Promised Land. Drama.
Teleandes Producciones. (2009). LA TRAVESIA DE CHUMPI. Tomado de https://vimeo.com/59512111
Valdivia, F. (2008, October 26). La Travesía de Irar y Chumpi: filmando con los jibaro-achuar – Segunda Parte. Tomado de http://teleandesproducciones.blogspot.com/2008/10/la-travesa-de-irar-y-chumpi-filmando.html
Valdivia, F. (2009, September 6). Este 21 de octubre se estrena LA TRAVESIA DE CHUMPI. Tomado de http://teleandesproducciones.blogspot.com/search/label/LA%20TRAVESIA%20DE%20CHUMPI

La evaluación de impacto ambiental como una disciplina técnica

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Oscar Cuya

Los estudios de impacto ambiental (EsIA) son considerados productos técnico-científicos por sus propios desarrolladores, quienes comparten ciertos marcos teóricos y procedimientos que implícitamente conforman una disciplina técnica, la cual podría ser denominada “Evaluación de Impacto Ambiental” dado que los textos, manuales y normas legales hacen referencia con dicho epíteto a los EsIA y al proceso técnico, administrativo y participativo que se sigue para su revisión y aprobación por parte de alguna autoridad estatal. Esta disciplina tendría como tarea central la predicción y valoración de los impactos ambientales de los proyectos o intervenciones humanas, en general, sobre el ambiente.

Los EsIA no solo deben predecir los cambios en las variables físicas, económicas y sociales sino valorarlas, en el sentido de valiosos por su calidad o como estimación monetaria de las pérdidas de servicios ecológicos o ambientales. Esta valoración implicará preferencias de orden subjetivo, tanto individuales como colectivas (de los grupos de interés).

La elaboración de un EsIA más que una actividad científica es una actividad técnica que produce un “documento”. Este documento es un estudio predictivo de los efectos que ocasiona un proyecto sobre el ambiente, es decir sobre el  medio y la población.

Dado que los impactos ambientales de los proyectos son de naturaleza física, económica o social, en la elaboración del EsIA confluyen múltiples disciplinas científicas y técnicas, cada cual con su propio marco teórico y metodología, y accionar teórico y metodológico, bastante disociado, que hace que el EsIA solo sea multidisciplinario y no un estudio integrado o interdisciplinario.

Si se estableciera explícitamente una disciplina denominada evaluación de impacto ambiental quizá se logre un mejor estudio. Esta disciplina articularía diversas ciencias y técnicas alrededor de la predicción, calificación y valoración del impacto ambiental; tendría su propia identidad axiomática y metodológica, incorporando también algunos, pero no todos, los conceptos y métodos de la ecología y de las ciencias sociales y generando otros nuevos. Todo este razonamiento es compatible con lo que señala Gallopín (2000), “es probablemente que a través de la alternativa de articulación se puede dar de mejor manera la cooperación e integración entre disciplinas y no a través de la absorción de la temática ambiental por una u otra de las disciplinas existentes actualmente (p. 127).

Podría tenerse desacuerdos sobre la naturaleza técnica o científica del EsIA pero no en la necesidad de los conocimientos científicos para elaborar un estudio pertinente. Dado que los EsIA deben predecir los impactos sobre el medio y la población, por la futura intervención de un proyecto, la naturaleza explicativa y predictiva de los conocimientos científicos sin duda facilitan la predicción de los impactos ambientales.

¿Y usted qué piensa? ¿Podríamos decir que existe una disciplina científica o tecnológica denominada “Evaluación de Impacto Ambiental”?

Literatura citada

Gallopín, G. (2000). Ecología y ambiente. In Los problemas del conocimiento y la perspectiva ambiental del desarrollo (pp. 88–141). México D.F.: Siglo XXI.

Una formulación para categorizar los proyectos por su nivel de riesgo o impacto ambiental

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Oscar Cuya

 21 de mayo del 2015

En el Perú, dado que los estudios de impacto ambiental detallados (EIA-d) serán revisados y aprobados por el Servicio Nacional de Certificación Ambiental para las Inversiones Sostenibles (SENACE), Artículo 1° de la Ley 29968, se ha puesto tácitamente, en la agenda de prioridades, la determinación del procedimiento para la clasificación de los proyectos de acuerdo con su riesgo ambiental; dicho de otro modo, el procedimiento material y objetivo para establecer los tipos de proyectos que requerirán estudios de impacto ambiental detallado (EIA-d) o en su defecto, estudios de impacto ambiental semidetallado (EIA-sd).

Tanto si se opte por clasificaciones anticipadas o un procedimiento de clasificación caso por caso se requerirá un instrumento de clasificación, el cual deberá reunir tres requisitos esenciales: confiabilidad, validez y objetividad; es decir además de ser legal y legítimo deberá cumplir con todas las exigencias de un instrumento de investigación cuantitativa o cualitativa.

La elaboración de tal instrumento debe partir de los principios del análisis y evaluación de riesgos, así como de los desarrollos teóricos actuales sobre servicios ecosistémicos, integridad del ecosistema, vulnerabilidad social, presencia de conflictos socioambientales, entre otros criterios.

La evaluación de riesgos es una técnica que posee un soporte teórico bastante desarrollado así como toda una instrumentación de evaluación cualitativa y cuantitativa, que bien pueden adecuarse para fines de la categorización de los proyectos por sus riesgos ambientales.

En el Perú hay abundante material técnico y de divulgación sobre proyectos y su evaluación de riesgos. Por ejemplo, en el sitio virtual del Ministerio de Economía se encuentran manuales, guías y presentaciones multimedia sobre la evaluación de riesgos para los proyectos de inversión pública (PIP).

El documento, elaborado por la Dirección General de Programación Multianual del MEF-Perú “Conceptos asociados a la gestión del riesgo de desastre en la planificación e inversión para el desarrollo” presenta un marco conceptual sobre la gestión del riesgo. Sobre la base de dicho material se presentan a continuación definiciones adicionales:

¿Qué es el riesgo?

El riesgo es la probabilidad de que la unidad social o sus medios de vida sufran daños y pérdidas a consecuencia del impacto de un peligro. El riesgo es función de una amenaza o peligro y de condiciones de vulnerabilidad de una unidad social. Estos dos factores del riesgo son dependientes entre sí, no existe peligro sin vulnerabilidad y viceversa; no existen independientemente pero se definen por separado para una mejor comprensión del riesgo. (MEF. Perú, 2006, p.17)

¿Qué es un peligro?

El peligro, también llamado amenaza, es un evento de origen natural, socio natural o antropogénico que por su magnitud y características puede causar daño. (MEF. Perú, 2006, pp. 10-11)

Es preciso tener muy claro que el peligro o amenaza es la probabilidad de ocurrencia de un evento y no el evento en sí mismo. El nivel de peligro depende de la intensidad, localización, área de impacto, duración y periodo de recurrencia del evento. Se pueden tener los tipos siguientes de peligro:

Peligro natural

Es el asociado a fenómenos meteorológicos, geotectónicos, biológicos, de carácter extremo o fuera de lo normal (sismos, lluvias intensas o tormentas, sequías, tsunamis, etc.)

Peligro socio natural

Es el que corresponde a una inadecuada relación hombre-naturaleza; está relacionado con procesos de degradación ambiental o de intervención humana sobre los ecosistemas. Se expresa en el aumento de la frecuencia y severidad de los fenómenos naturales o puede dar origen a peligros naturales donde no existían antes y puede reducir los efectos mitigantes de los ecosistemas naturales (tala, quema, deforestación, desertificación, erosión hídrica, deslizamientos e inundaciones, huaycos, salinización de tierras).

Peligro tecnológico o antropogénico

Está relacionado a procesos de modernización, industrialización, desregulación industrial o la importación, manejo, manipulación de desechos o productos tóxicos. Todo cambio tecnológico, así como la introducción de tecnología nueva o temporal, puede tener un papel en el aumento o disminución de otros peligros.

La vulnerabilidad

La vulnerabilidad es la susceptibilidad de una unidad social (familias, comunidad, sociedad), estructura física o actividad económica que la sustentan, de sufrir daños por acción de un peligro o amenaza. Tres factores, ante la ocurrencia o posible ocurrencia de un desastre, explican la vulnerabilidad:

Grado de exposición

La vulnerabilidad surge por las condiciones inseguras que representa la exposición, respecto a un peligro que actúa como elemento activador del desastre.

Fragilidad

Está referida al nivel de resistencia y protección frente al impacto de un peligro amenaza, es decir las condiciones de desventaja o debilidad relativa de una unidad social por las condiciones socioeconómicas.

Resiliencia

Este término se refiere al nivel de asimilación o la capacidad de recuperación que pueda tener la unidad social frente al impacto de un peligro-amenaza. Se expresa en limitaciones de acceso o adaptabilidad de la unidad social y su incapacidad o deficiencia en absorber el impacto de un fenómeno peligroso.

A partir de los conceptos desarrollados por el documento mencionado (MEF. Perú, 2006) podríamos intentar la elaboración de generalizaciones al modo de fórmulas.

A = Amenaza

El nivel de amenaza es una función de su probabilidad de ocurrencia, su intensidad, duración, extensión y recurrencia.

A = p × i × d × e × r

p = probabilidad; i = intensidad; d = duración; e = extensión; r = recurrencia

V =Vulnerabilidad del medio receptor

La vulnerabilidad del elemento bajo peligro o medio receptor es una función de la exposición a la amenaza, así como de su fragilidad y resiliencia. La vulnerabilidad será elevada si la exposición y la fragilidad son elevadas y si la resiliencia es baja.

V = ex × f × 1/re

Ex = exposición del medio u objeto receptor al peligro;

f    = fragilidad del medio u objeto receptor

re  = resiliencia del medio u objeto receptor

A partir de las funciones anteriores tendríamos también una formulación general del riesgo.

R =Riesgo

R= A × V

A = Amenaza,  V = Vulnerabilidad del medio u objeto receptor

La formulación final sería la siguiente:

R = [p × i ×  d × e × r] ×[ ex × f × 1/re ]

Hagamos un ejercicio de adaptación de la formulación de riesgo a una formulación para categorizar proyectos.

Transforme a una formulación como R = [p × i ×  d × e × r] ×[ ex × f × 1/re ], las variables de la expresión siguiente

CP = F([E, D, R, P], [T, I, E, V, C])

Donde (CP) es la categoría del proyecto; (F) = Función matemática; (E) = Extensión del área de facilidades del proyecto; (D) = Duración del proyecto; (R) = Factor de riesgo de contaminación; (P) = Número total de trabajadores directos. T = Usos del territorio en el área de influencia del proyecto como es el caso de territorios comunales, áreas de conservación biológica, áreas para producción, tipos de uso actual y potencial (zonificación ecológica); I = Integridad o salud del ecosistema; E = Servicios del ecosistema; V = Vulnerabilidad social; C = Conflictividad social.

Tendríamos una función como la que sigue: CP = [E × D ×  R × P] ×[T × I × E x V × C × 1/re ]

¿Le parece apropiado usar la teoría del riesgo en la categorización de los proyectos con fines de establecer el nivel de los estudios de impacto ambiental convenientes?

Literatura citada

Ministerio de Economía y Finanzas (MEF)-Perú (2006). Conceptos asociados a la gestión del riesgo de desastre en la planificación e inversión para el desarrollo. Lima: Dirección General de Programación Multianual del MEF

Screening, scoping e impacto ambiental: resolvamos un ejercicio

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Oscar Cuya
20 de mayo de 2005

El proceso de screening determina si el proyecto, en particular, requiere un estudio de impacto ambiental (EIA) y de qué tipo. En cambio, el proceso de scoping identifica los impactos potenciales y establece el contenido y alcance del EIA. Estos dos procesos se retroalimentan. Así, para decidir si corresponde un EIA detallado o un EIA semidetallado debemos inferir si el proyecto presentará impactos altos o moderados, y para ello se requiere pensar en las amenazas del proyecto y las fragilidades del área de influencia (es decir debemos realizar un scoping).

En nuestro medio, en ocasiones, algunas empresas titulares de algún proyecto, encargan un scoping o estudio de alcance, como un informe especial para su propio uso interno, pero no es lo usual. En general, el screening y scoping es un razonamiento que siempre se realiza antes de iniciar el EIA.

Las empresas de consultoría ambiental emplean este razonamiento, incluso, para preparar la propuesta técnica económica del servicio de elaboración de un EIA. Así, ni bien se recibe la invitación para cotizar un EIA se desencadena un conjunto de preguntas: ¿a qué ministerio se presentará el EIA? ¿Qué normas deberán tenerse en cuenta? ¿Qué otros permisos serán necesarios? ¿Qué otras autoridades tendrán opinión vinculante en la fase de revisión del EIA? Las respuestas permitirán reconocer la autoridad competente y con ello precisar el marco legal sectorial que aplique. Todo esto proceso es parte de screening. Mientras se sigue en el tamizado de obligaciones específicas que tendrá que atender el EIA, se empieza a “visualizar” en la mente el proyecto, sus componentes y sobre todo sus impactos. Este otro ejercicio panorámico ya es el scoping del proyecto.

“Dejar todo en el entrenamiento hace la victoria inevitable” reza el slogan de una firma comercial (MARATHON). La “práctica hace al maestro” afirma un dicho popular. Efectivamente, la práctica permitirá que logremos un dominio de la disciplina de la evaluación de impacto ambiental. Ahora, aseguremos el dominio del razonamiento screening y scoping; y para ello resolvamos el caso siguiente:

Certificación ambiental de un proyecto de producción comercial de camarones de río Cryphiops caementarius

En una localidad, en la cercanía de un río de la costa central peruana (región Lima), se tiene pensado un proyecto de producción de camarones en pozas de cría. Se prevé la construcción de 8 pozas en un terreno inmediato a la faja marginal del río, con una producción anual de cuatro toneladas de camarones por poza.

Este proyecto estará a cargo de la Comunidad Campesina, tanto en la fase de construcción como de operación. La Comunidad ha decidido elaborar el expediente respectivo, para solicitar financiamiento vía el Sistema Nacional de Inversión Pública (SNIP).

Las autoridades de la Comunidad han solicitado a la Facultad de Ingeniería Geográfica, Ambiental y en Ecoturismo (FIGAE), el asesoramiento experto para obtener la certificación ambiental del proyecto de producción de camarones. Las autoridades comunales no tienen mucho conocimiento de las normas ambientales y esperan que la FIGAE aplique la legislación que corresponda, resuelva si el proyecto está dentro de los alcances del Sistema Nacional de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA) y si fuera el caso, prepare el expediente de evaluación preliminar con la categorización que corresponde (DIA, EIA-sd o EIA-d) y los respectivos términos de referencia, indicando a qué autoridad ambiental se presentará y cuanto deberá pagársele al Estado por el derecho del trámite.

Las autoridades han indicado que no podrán pagar los servicios de la consultoría solicitada a la FIGAE pero tendrán muy en cuenta el espíritu desprendido, solidario y muy profesional de la Escuela. Esperan un documento listo para enviar al Ministerio o la autoridad ambiental que corresponda.

Los estudiantes responden las preguntas siguientes: ¿El proyecto está sujeto al Sistema Nacional de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA) que señala la Ley 27446? ¿Cómo deberá abordar los requisitos ambientales, para el financiamiento de proyectos, establecidos por el SNIP? ¿A qué autoridad ambiental corresponde la certificación ambiental? ¿Qué nivel de EIA le corresponde, de acuerdo con la Ley 27446? ¿Cuánto cuesta ingresar el documento a la autoridad ambiental para su revisión? ¿Cuánto tardará el expediente en aprobarse? ¿Afectará a los servicios ecosistémicos? ¿Cuál es el valor que se obtuvo en la matriz de riesgo e impacto ambiental en el scoping realizado?

Si la información sobre el proyecto y el medio son insuficientes se espera que los estudiantes apliquen el juicio de experto. Deberán aplicar la legislación e instrumentos que correspondan. En todos los casos, deberá señalarse la norma en la cual se basa el trámite. Se sugiere que los estudiantes “perfilen” o “formulen” el proyecto como primera tarea.

Anímese a resolver el caso.

El método de Battelle-Columbus como instrumento para evaluar la importancia del impacto ambiental

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Oscar Cuya

 

INTRODUCCIÓN

Entre los especialistas de impacto ambiental es muy conocido el método de Battelle-Columbus como un método cuantitativo de evaluación de la magnitud del impacto ambiental; incluso así lo refiere Conesa (2010), p.194. Sin embargo, dicho método, en sentido estricto, es un método cualitativo o semicuantitativo de valoración de la importancia del impacto, a través de la estimación de un índice de calidad ambiental.

El método de Battelle-Columbus es subjetivo, pues incluye la valoración de una calidad ambiental, expresada como valores subjetivos de 0 a 1, a partir de los cuales se interpreta o califica cada magnitud o dato de la variable de impacto, como un valor en una escala de calidad ambiental. Si bien este proceso deber ser realizado por expertos no trasciende la subjetividad (y a lo más resulta intersubjetivo) pues calidad ambiental es una variable subjetiva por naturaleza; no hay artificio matemático que la convierta en una variable objetiva.

Lo señalado hace cualitativo, a lo más, semicuantitativo, al método de Battelle-Columbus. Esta asunción no agrega nada a las ventajas y desventajas del método, solo deja sentada su naturaleza. Es más, el método es denominado por sus autores como Sistema de Evaluación Ambiental (Dee et al., 1973) y no sistema de medición ambiental o método cuantitativo. Es Conesa (2010, p. 194) quien lo denomina “Método cuantitativo del Instituto Battelle-Columbus” y no los propios autores.

¿Por qué es importante dilucidar la naturaleza del método? Si el método reuniera las características de empiricidad y objetividad como cualquier instrumento cuantitativo (en el sentido métrico) un especialista podría hacer la medición y cualquier otra persona del público podría repetir la medición y llegar al mismo resultado. Si es un instrumento cualitativo o semicuantitativo (o cuantitativo en un sentido figurado) su aplicación necesariamente tendría que considerar una muestra representativa de la población. Antes de ello tendría que validarse el instrumento. Otra alternativa sería evaluar los impactos a partir de la técnica del diferencial semántico o bajo las premisas del método Delphi, opción que es considerada por los autores del método mencionado.

El método de Battelle-Columbus no determina la magnitud del impacto. Es otra forma de valorar la importancia del impacto a partir de un concepto particular de calidad ambiental. Dicho de otra manera, las magnitudes de impacto deben ser valoradas sobre la base de un criterio de calidad ambiental, que es lo mismo que decir que cada variable debe ser calificada por su importancia en tanto calidad ambiental.

En lo que sigue se hace un repaso del contexto del artículo, se agrega información de base sobre lo cualitativo y cuantitativo, los conceptos científicos y las escalas de medición; y luego se expone la argumentación del porqué el método Battelle-Columbus es semicuantitativo.

 

ALGO DE CONTEXTO

El Sistema de Evaluación Ambiental de Battelle-Columbus es un método para el análisis de impacto ambiental, desarrollado por un equipo interdisciplinario del Laboratorio Battelle-Columbus, para el US Bureau of Reclamation (Dee et al, 1972 citado por Dee et al., 1973).

Dicho sistema, según señalan sus autores, es “de naturaleza jerárquica y mide los impactos ambientales en unidades proporcionales, y alerta al usuario sobre los temas ambientalmente sensibles”.

“The Environmental Evaluation System (EES) developed for the Bureau of Reclamation is hierarchical in nature, measures environmental impacts in commensurate units, and alerts the user to environmentally sensitive areas” (Dee et al., 1973).

Este sistema es descrito, en todos los textos y manuales de evaluación de impacto ambiental. Una descripción original y completa del método puede encontrarse en el artículo “An environmental evaluation system for water resource planning” de Dee et al. (1973). En el Perú, su uso viene siendo exigido por los revisores de EsIA, recientemente, con mayor énfasis, como método cuantitativo.

Los Términos de Referencia (TdR) de los EsIA, en el Perú, por ejemplo, el que corresponde a los estudios de impacto ambiental detallados de las operaciones mineras metálicas PERÚ-MEM (2015), señalan que la “caracterización de impactos ambientales comprenderá la identificación, evaluación cualitativa y cuantitativa de los impactos” y que deberá precisarse “las herramientas y criterios para la identificación, análisis y cuantificación de los impactos”. Los mencionados TdR también indican que “se utilizarán variables ambientales representativas para identificar los impactos ambientales, justificando la escala, el nivel de resolución y el volumen de los datos, la replicabilidad de la información mediante el uso de modelos matemáticos adecuados en la determinación de impactos significativos negativos y positivos”.

La exigencia de la cuantificación de los impactos, que exigen los TdR en el Perú, viene siendo interpretada por muchos analistas de impactos y revisores de EIA como la obligación de emplear el método de Battelle-Columbus. El argumento de tal interpretación estaría en la aseveración que hacen  Dee et al. (1973), autores del referido método, sobre la medición del impacto: “La EEE proporciona un medio para medir o estimar los impactos ambientales que ocasionan los proyectos de recursos hídricos, de gran escala, en unidades conmensurables denominadas “unidades de impacto”.

The EES provides a means for measuring or estimating selected environmental impacts of large-scale water resource development projects in commensurate units termed ‘environmental impact units’ (EIU). (Dee et al., 1973, p. 523)

Cuando se lee todo el artículo se puede comprobar que los autores usan la expresión “medición” en sentido amplio (al modo como se usa en las ciencias sociales y del comportamiento) y no se refieren a la medición en el sentido estricto, el cual implica conceptos métricos y una escala de intervalo o proporcional (al modo como se emplea en la física o ingeniería). Por lo mismo, el método no puede denominarse cuantitativo pues no reúne las exigencias de una escala de cociente o de proporciones. En todo caso podría denominarse semicuantitativo dado el empleo de variables cualitativas ordinales semicuantitativas.

 

LO CUALITATIVO Y LO CUANTITATIVO

Puesto que se ha postulado que el método de Battelle-Columbus tiene naturaleza cualitativa será necesario dilucidar lo cualitativo y lo cuantitativo.

“A veces se afirma que hay propiedades o fenómenos del mundo real que son en sí mismos cualitativos y otros que son en sí mismos cuantitativos; es decir, se supone que la realidad es en ciertas partes cualitativa y en otras cuantitativa, y que nuestro uso de conceptos cualitativos o cuantitativos depende del tipo de realidad que estemos investigando, por lo que no podemos o no debemos aplicar conceptos cuantitativos a una parte cualitativa de la realidad, o a la inversa. […] Todo esto son confusiones […]. Ni el mundo globalmente considerado, ni ninguna parcela del mismo es en sí misma cualitativa o cuantitativa. Carece de sentido decir que un fenómeno o proceso real es en sí mismo cualitativo o cuantitativo. No es la realidad misma o un fenómeno particular lo que es cualitativo o cuantitativo, sino el modo como lo describimos, es decir, el aparato conceptual que utilizamos para aprehenderlo. (Díez y Moulines, 1997, p.98-100)

Conceptos científicos

Los tres tipos principales de conceptos que pueden distinguirse en la articulación del conocimiento científico son: conceptos clasificatorios, conceptos comparativos y conceptos métricos. Los dos primeros son clasificados como “cualitativos” y los métricos son “cuantitativos”. Estos últimos, son característicos de las teorías cuantitativas. Nuestro sistema conceptual será cualitativo si empleamos conceptos clasificatorios o comparativos. Será cuantitativo si empleamos conceptos métricos. (Díez y Moulines, 1997, p.91)

Los conceptos científicos pasan a formar las hipótesis o preguntas de investigación, en la investigación científica, como variables, dimensiones o variables intermedias, indicadores o categorías.

Conceptos clasificatorios

Por concepto clasificatorio se entiende simplemente un concepto que ubica un objeto dentro de una cierta clase. Cuando se ubica el objeto en una clase cada vez más restringida aumenta la información. Un concepto clasificatorio sirve para referirnos a un grupo determinado de objetos o sucesos que tienen algo en común. Los sustantivos y adjetivos del lenguaje ordinario suelen corresponder a conceptos clasificatorios: hombre, mujer, árbol, camión, azul, etc. El repertorio de conceptos clasificatorios de un lenguaje natural es siempre muy limitado. Por ello, las comunidades científicas se ven obligadas a introducir numerosos conceptos clasificatorios nuevos y artificiales en el lenguaje científico (Díez y Moulines, 1997).

En relación con el impacto ambiental se puede decir que los términos “medio receptor”, “clima”, “suelo”, “cobertura vegetal”, “bosque húmedo tropical”, “aspecto ambiental” corresponden a conceptos clasificatorios.

Conceptos comparativos

Los conceptos comparativos implican un ordenamiento de los objetos que en ocasiones puede realizarse mediante números, lo que se conoce como “escala ordinal”. En la escala ordinal, el orden de los números refleja únicamente el orden de los objetos a los que se adscriben dichos números. Ejemplos de conceptos comparativos: dureza, introducido en mineralogía por Friedrich Mohs; en psicología, introversión, neuroticidad, inteligencia al cual se le asignan números llamados “cocientes de inteligencia”; peso y calor (antes de que se pudieran manejar apropiadamente como conceptos cuantitativos en sentido genuino); en biología, adaptación y otras nociones de la teoría de la evolución; en química clásica, acidez (Díez y Moulines, 1997).

La asignación de números (escalas numéricas no métricas) a los conceptos comparativos no implica que puedan ser tratados como conceptos realmente cuantitativos o métricos. Con los números asignados a tales conceptos no tiene sentido efectuar las operaciones aritméticas y algebraicas, como sumar, multiplicar, sacar raíces, etc., y aplicar las operaciones de cálculo superior. Tales números no expresan realmente la medida de ninguna magnitud, sino que son sólo un modo simple y conveniente de expresar un orden. Tales números son en realidad únicamente numerales, no expresan cantidades o magnitudes; no presuponen una métrica definida de manera “natural”, es decir, una métrica asociada a operaciones matemáticas que reflejan operaciones o relaciones empíricas (Díez y Moulines, 1997).

En la evaluación de impactos ambientales, conceptos comparativos son los que corresponde a los términos: “fertilidad del suelo”, “vulnerabilidad del medio receptor”, “variabilidad climática”, “vigorosidad de la cobertura vegetal”, “resiliencia”, “adaptabilidad”, “fragilidad”, entre otros.

Los descriptores de impacto de la ecuación de Conesa (2010), también son conceptos comparativos, como es el caso de la intensidad (IN) o grado de destrucción, reversibilidad (RV) o reconstrucción por medios naturales, sinergia (SI) o potenciación de la manifestación, acumulación (AC) o incremento progresivo, efecto (EF) o relación causa efecto,  recuperabilidad (MC) o reconstrucción por medios humanos. Si bien los conceptos que siguen pueden tener un sentido métrico, en la ecuación mencionada, están planteados como conceptos comparativos: extensión (EX) o área de influencia; momento (MO) o plazo de manifestación; persistencia (PE) o permanencia del efecto; periodicidad (PR) o regularidad de la manifestación.

Si un medio es frágil o poco resiliente, los impactos ambientales serían mayores. Quizá solo pueda decirse, asociando una escala ordinal, que hay medios receptores muy frágiles, medianamente frágiles y poco frágiles, y a cada calificativo otorgarle un numeral de orden como 3, 2 y 1, en cuanto importancia para la sociedad. Sobre la base de dicha operación no hay manera que se pueda decir con sentido real o físico que entre la condición poco frágil y la de mediamente frágil hay un punto de diferencia. No es una escala de intervalo donde sí cuenta la distancia.

Conceptos métricos

Los conceptos métricos están íntimamente conectados con la idea de medir cosas y procesos. Medir no consiste simplemente en asignar número a las cosas, puesto que ello también puede realizarse de manera trivial en el caso de los conceptos clasificatorios y comparativos. Al contrario del caso de los conceptos comparativos, la asignación de números a objetos empíricos no es arbitraria y no operacional, sino que con ella se expresan importantes y reales conexiones empíricas entre los mismos objetos. Operamos con los números “como si” operásemos con los objetos. Algunos ejemplos de conceptos métricos son: masa, longitud o temperatura (termométrica), intensidad de campo en el electromagnetismo, entropía en termodinámica, lagrangiano en mecánica clásica o función de onda en mecánica cuántica (Díez y Moulines, 1997).

La escala proporcional traduce adecuadamente la operación empírica de concatenación de objetos como una adición de números. Los conceptos métricos que cumplen esta exigencia son denominados aditivos o extensivos. Solo en este caso, se puede emplear para ellos, la escala proporcional. La masa, longitud en línea recta, población, volumen, tiempo son ejemplos de conceptos métricos extensivos. En el caso que no se cumpla esta exigencia de aditividad, se tienen los conceptos métricos intensivos o no aditivos. La densidad, temperatura, renta per cápita son conceptos métricos intensivos o no aditivos y para ellos es pertinente la escala de intervalo (Mosterín, 2002).

En la evaluación de impactos ambientales se tienen conceptos métricos como la “altura del bosque”, “cobertura forestal”, “biomasa”, “profundidad efectiva del suelo”, “duración del efecto”, “extensión del efecto”.

Transformación de la escala ordinal a la escala de intervalo

La variable cualitativa ordinal es aquella variable que expresa categorías ordenadas por rango (variable cualitativa ordinal de escala) o que expresan un grado de intensidad o frecuencia que establece un orden lógico (variable cualitativa ordinal semicuantitativa). Aunque tenga números, no se puede manejar numéricamente (Universidad Nacional de Colombia, Seminario de investigación científica).

La variable ordinal puede usar números y formar escalas de medición ordinal. Por ejemplo, el sueldo de los profesores de la Universidad Federico Villarreal (Perú). La escala propuesta puede ser:

  • 1: Profesores que ganan de 1 a 3 salarios mínimos
  • 2: Profesores que ganan de 4 a 6 salarios mínimos
  • 3: Profesores que ganan de 7 a 9 salarios mínimos
  • 4: Profesores que ganan más de 10 salarios mínimos

O que expresa un grado de intensidad o de frecuencia que establece un orden lógico. Ejemplo, una escala de intensidad de dolor: dolor leve, moderado y severo; un índice de movilidad dental, en una escala de 0 a 4.

Para el análisis de los datos ordinales se tienen dos opciones: (1) emplear métodos estadísticos diseñados explícitamente para analizar datos ordinales, los cuales incluyen procedimientos no paramétricos, análisis de tablas de contingencias, modelos de regresión para datos ordinales, modelado jerárquico lineal (HLM), modelos de ecuaciones estructurales especializados (SEM); (2) reescalar los datos ordinales a una escala de intervalo y luego emplear procedimientos estadísticos estándar para analizar datos de intervalo (Harwell y Gatti, 2001).

Respecto a las escalas de intervalo, Hernández, Fernández y Baptista (2010), mencionan que “que diversas mediciones en el estudio del comportamiento humano son verdaderamente de intervalo (por ejemplo, escalas de actitudes, pruebas de inteligencia y de otros tipos); pero se acercan a este nivel y se suele tratarlas como si fueran mediciones de intervalo. Esto se hace porque este nivel de medición permite utilizar las operaciones aritméticas básicas y algunas estadísticas modernas, que de otro modo no se utilizarían. Aunque algunos investigadores no están de acuerdo con suponer que tales mediciones sean de intervalo” (p. 216)

Con frecuencia, los investigadores emplean variables, que corresponden a escalas ordinales, en procedimientos estadísticos típicos para variables de intervalo, asumiendo que sus variables son justamente medidas en escalas de intervalo. Por ello el reescalado cobra interés para resolver tal situación. Existen varias técnicas para el cambio de escala, tales como escalamiento multidimensional o la teoría de respuesta al ítem (IRT), (Harwell y Gatti, 2001). En esta línea de ideas queda pendiente un análisis sobre el “reescalamiento” del Índice de Calidad Ambiental (ICA) a una escala de intervalo, si ese fuera el caso.

 

MEDICIÓN, EVALUACIÓN Y PREFERENCIA

Podemos utilizar el número como nombre, orden o medida. Para Cohen y Nagel (1968), los números pueden tener por lo menos tres usos distintos, como rótulos o marcas de identificación; como signos que indican la posición de un grado en una serie de grados; o como signos que indican las relaciones cuantitativas entre cualidades. De lo dicho se desprende que sólo la última de las acepciones relaciona el número con la medición.

Esta forma de concebir los números conduce a una clasificación de variables o escalas en función de los atributos que presenta una serie numérica. Dichos atributos son: el orden, la distancia y el origen. Las escalas nominales carecen de todas estas propiedades, y en este caso el número sólo puede adoptarse como nombre o identificación. Las escalas ordinales sólo poseen orden, es decir que organizan sus datos a través de las relaciones de igualdad, mayor o menor. Las escalas interválicas poseen atributos de orden, y distancia o estimación precisa de las unidades, pero carecen de origen, o cero natural, o ausencia de la propiedad. No obstante estas escalas acuden a la utilización del cero convencional. Las escalas proporcionales, racionales o de cociente son las únicas que cuentan con las tres propiedades y, por lo tanto, se constituyen en verdaderas series numéricas. Las dos últimas clases de escalas son las que realmente miden, no obstante, al carecer las interválicas de cero natural, no pueden establecerse proporciones (Cohen y Nagel, 1968).

A menudo, datos provenientes de escalas ordinales numéricas son tratados como si fuera información verdaderamente cuantitativa, lo que constituye una falacia, pues no miden, aunque sí clasifican. En este caso se encuadran, por ejemplo, las pruebas psicométricas, (las evaluaciones de desempeño, las calificaciones de los alumnos en la facultad), los cuales únicamente pueden estimar el orden de puntuación, pero nunca la distancia entre dos valores. Con mucha frecuencia, las puntuaciones de dichos procedimientos reciben tratamiento de variables interválicas y, consecuentemente, el cálculo de medidas de tendencia central y dispersión, además de otras operaciones derivadas de ellas. Dichas operaciones no son válidas por cuanto asignan a las escalas un status que en realidad no tienen (Cohen y Nagel, 1968).

Hernández et al. (2010), en su libro Metodología de la Investigación señalan lo siguiente: «De acuerdo con la definición clásica del término, ampliamente difundida, medir significa “asignar números, símbolos o valores a las propiedades del objetos de acuerdo con reglas (Stevens, 1946). (…) Sin embargo, (…) esta definición es más apropiada para las ciencias físicas que para las ciencias sociales, ya que varios de los fenómenos que son medidos en estas no pueden caracterizarse como objetos o eventos, ya que son demasiados abstractos para ello. (…) Este razonamiento nos hace sugerir que es más adecuado definir la medición como el “proceso de vincular conceptos abstractos con indicadores empíricos”, el cual se realiza mediante un plan explicito y organizado para clasificar (y con frecuencia cuantificar) los datos disponibles (los indicadores), en términos del concepto que el investigador tiene en mente (…). En este proceso, el instrumento de medición o de recolección de datos tiene un papel central.» Tal operación que propone Hernández et al. (2010) equivaldría a evaluación en el planteamiento de Cecconi, Franceschini y Galetto (2006).

Cecconi et al. (2006), sobre la base de la teoría representacional de la medición, plantea que las propiedades observables o no directamente observables pueden ser juzgadas o descritas mediante las operaciones siguientes: medición, evaluación o preferencia. La medición es una operación empírica y objetiva. La evaluación es una operación que mantiene la empiricidad pero no la objetividad de la medición: no hay referencia reconocida por unanimidad para la descripción de los constructos latentes. La preferencia es una operación ni empírica ni objetiva: cada quien posee un juicio que no se puede conocer de forma exógena.

La evaluación es un proceso entre la medición y la preferencia. No es un proceso objetivo, porque las evaluaciones son las percepciones individuales, realizadas sin el uso de un instrumento unívoco como en el caso de la medición. Sin embargo, es una operación que quiere ser empírica: el significado de las apreciaciones personales intangibles es circunscrito por medio de un proceso exógeno de definición semántica (mediante algún instrumento no físico). Los sujetos que evalúan están llamados a cumplir con este proceso para lograr empiricidad. (Cecconi et al., 2006).

La empiricidad es el resultado de observaciones y no, por ejemplo, de un experimento mental, o de convenciones. Hay empiricidad cuando la relación es observable, es decir, la propiedad del objeto puede ser bien definida y caracterizada sin ambigüedad. La objetividad implica resultados independientes de los sujetos, así los experimentos pueden ser repetidos por diferentes observadores y cada uno llegará al mismo resultado (Cecconi et al., 2006).

Los autores del Método Battelle-Columbus han adoptado el concepto de medición en el sentido que propone Hernández et al. (2010), “proceso de vincular conceptos abstractos con indicadores empíricos”. Es el caso cuando los mencionados autores señalan “la medición de la calidad ambiental”, “medición del impacto ambiental”. El concepto pertinente sería evaluación de la calidad ambiental o evaluación del impacto ambiental, si nos atenemos a lo que señala Cecconi et al. (2006). Por lo señalado el método mencionado no mide sino evalúa. Los autores del Método de Battelle-Columbus señalan que utilizaron técnicas de escalamiento socio-psicológico y el procedimiento Delphi para cuantificar los juicios de valor. Entendemos que con ello se pretendía lograr empiricidad.

Habíamos señalado, en la sección anterior, que el Método Battelle-Columbus es reconocido por sus autores como Sistema de Evaluación Ambiental y no sistema de medición o método cuantitativo. Es Conesa (2010, p. 194) quien lo denomina “Método cuantitativo del Instituto Battelle-Columbus” y no los propios autores. Cuando se revisa el artículo de los autores, (Dee et al., 1973), se aprecia que ellos no hacen una referencia a un método cuantitativo; se remiten a nominarlo Sistema de Evaluación Ambiental (EEE), y precisar que es una metodología para el análisis de impacto ambiental.

The Environmental Evaluation System (EES) is a methodology for conducting environmental impact analysis (Dee et al., 1973).

Los autores añaden también que la “EES proporciona un medio para medir o estimar los impactos ambientales en unidades denominadas “unidades de impacto ambiental” (EIU). Como resultados de la utilización de la EEE se obtiene una puntuación total en EIU “con” y “sin” el proyecto propuesto; y la diferencia entre los dos puntajes es una medida de impacto ambiental. Asimismo, los puntajes de impacto ambiental desarrollados en la EES se basan en la magnitud de los impactos ambientales específicos y su importancia relativa.

Con respecto al párrafo anterior, se había mencionado que  Dee et al. (1973) hacían un uso metafórico del término “medición”. De igual manera, Conesa (2010, p. 194) también hace un uso “distendido” de tal concepto cuando afirma que se puede usar el método de Battelle-Columbus para medir el impacto ambiental y que es uno de los pocos estudios serios sobre valoración cuantitativa. Como comentario al margen, es conveniente acotar que la disciplina de la evaluación de impacto ambiental no podría usar indiferentemente los términos “medir” y “valorar” como sinónimos, si es que plantea ser un discurso técnico coherente. Medir y valorar son dos operaciones diferentes. Es posible medir un impacto ambiental (magnitud física) y luego valorarlo (preferencia o importancia); en ambos casos se está frente a dos operaciones diferentes.

Conesa (2010, p. 206) propone su propio método y señala que está  “basado en el método de las matrices causa efecto, derivadas de la matriz de Leopold con resultados cualitativos, y del método del Instituto Battelle-Columbus, con resultados cuantitativos”. Queda pendiente comentar la supuesta naturaleza cuantitativa del método de Conesa (2010).

 

EL SISTEMA BATTELLE-COLUMBUS ES UN MÉTODO SEMICUANTITATIVO

El ambiente no es ni cuantitativo ni cualitativo. Tampoco, nuestras disciplinas científicas o técnicas se pueden asumir como cuantitativas o cualitativas. Es nuestro sistema conceptual, el que otorga la categoría de cualitativo o cuantitativo a los conceptos y variables.

La descripción del ambiente, dada su complejidad, requerirá un abordaje multivariable. No todas las variables podrán ser medidas en todo el sentido métrico del término. Gran parte de las variables que empleemos para calificar los impactos serán cualitativas y con algo de esfuerzo podríamos tratarlas como variables cualitativas ordinales de escala o semicuantitativas.

Si proponemos un método sintético o integrado que ofrezca valores finales de impacto, integrando todas las medidas de los impactos ambientales sobre los diferentes componentes del medio, dicho método estará obligado a uniformizar las “medidas” de las variables (en las escalas obtenidas) a escalas ordinales de escala o semicuantitativas, por lo mismo tal método sintético se hará cualitativo con escala ordinal. Si nuestra preferencia de lo cuantitativo es extrema nos tranquilizará denominarlo “método semicuantitativo” pero no podremos ocultar que es un método cualitativo ordinal, en su naturaleza primera. Es el caso del Método Battelle-Columbus. Por ejemplo, la calidad del paisaje es una variable subjetiva que bien podría expresarse sobre la base de un cierto puntaje de gradación de calidad. Cuando tal escala de calidad del paisaje se “transforme” en un índice de calidad ambiental seguirá manteniendo su naturaleza subjetiva (expresable como una variable cualitativa ordinal).

Una salida de amplio uso es transformar la escala ordinal en una escala de intervalo, por la vía de cambiar la unidad de medida subjetiva, por ejemplo de calidad de paisaje, propia de cada quien, por una escala de puntaje (pero puntaje no es lo que sentimos cuando apreciamos un paisaje hermoso u otro que nos desagrade). No debemos olvidar  que en las escalas de intervalo cuentan las distancias entre los números y no solo el orden (como en el caso de las escalas ordinales). El índice de calidad ambiental que se emplea en el método de Battelle-Columbus necesita que las distancias entre los numerales de la escala tengo sentido real, material, fáctico. ¿Pero cómo llegar de una simple escala de numerales que expresan orden de subjetividades a otra escala que exprese distancias objetivas?

Dado que el sistema de evaluación ambiental de Battelle-Columbus queda obligado a trabajar con todas las variables ambientales, con sus diferentes escalas de “medición”, y por tanto, a  uniformizar o reducir a escalas ordinales, las “medidas” de las variables (en las escalas obtenidas), no podría trascender su naturaleza cualitativa o semicuantitativa, lo cual no agrega nada a sus ventajas  y desventajas, solo deja sentado su naturaleza.

Canter (1977), indica que la definición de “la  acción principal que afecta significativamente la calidad del medio ambiente humano”, frase que se encuentra en la sección 102 de la  Política Ambiental de los Estados Unidos (NEPA, por sus siglas en inglés), históricamente, ha involucrado muchas consideraciones cuantitativas y cualitativas. “La forma más sencilla de definir una acción tan importante es comparar un impacto pronosticado con una norma de calidad medioambiental para un parámetro dado. Es posible hacer esto para muchas sustancias que se encuentran en el aire y el agua, por ejemplo, monóxido de carbono en la atmósfera y el oxígeno disuelto en el agua. Sin embargo, hay muchos parámetros del medio ambiente para los que la única norma descriptiva está disponible, como paisajes escénicos y sitios arqueológicos” (p. 12).

Lo señalado por Canter (1977), lleva al punto de casi abandonar la búsqueda de un instrumento cuantitativo (en el sentido métrico) para medir el impacto. No podemos medir el impacto solo evaluarlo. Además, si nuestra teoría del impacto propone que el impacto es una función de la magnitud del cambio y de su importancia para la salud y el bienestar humano, no hay forma de contar con un instrumento cuantitativo, que pueda medir la importancia pues esta variable no reúne los criterios de empiricidad y objetividad. Se podría evaluar la importancia buscando alguna forma de darle una característica de empiricidad.

Respecto a los TdR de EsIA, que el Perú, recomiendan los métodos cuantitativos para medir impactos habría que corregirlos o solicitar a los autores que definan “sus conceptos” de medición y métodos cuantitativos. Probablemente se estén refiriendo al componente magnitud del impacto o magnitud del cambio de la variable que ocasionaría el proyecto y no toda la ecuación (magnitud por importancia). Indudablemente, que se pueden contar con instrumentos cuantitativos en el sentido métrico para medir tales cambios, aunque solo para las variables de orden físico, material o fáctico, las objetivas y empíricas; para las demás (no empíricas y no objetivas)  solo queda evaluar (no medir) la magnitud al igual que para la importancia del impacto.

 

LA TRANSFORMACIÓN Y LA INTERPRETACIÓN

Una transformación de escala es una operación aritmética que transforma o cambia la escala de los datos originales (Díez y Moulines, 1997) a otras escalas. Otro concepto relacionado con las escalas de medidas es el de transformación admisible, el cual hace referencia al problema de la unicidad de la medida y que puede plantearse de la siguiente forma: ¿son las representaciones numéricas que hacemos de las escalas mencionadas las únicas posibles? NO (Mars Llopis, 2000).

En el método Battelle-Columbus, en sentido estricto, no hay una transformación sino una interpretación o calificación de las variables de impacto por su importancia expresada como calidad ambiental. Así, ciertos valores de la escala de la variable de impacto (magnitudes dispuestas en el eje X) son calificados con numerales de 0 a 1 de calidad ambiental. Esta calificación, en unidades de calidad ambiental (dispuestas en el eje cartesiano Y), puede ser considerara como una calificación de importancia pues, justamente, el criterio de calidad ambiental (valores de 0 a 1) tiene ese atributo de importancia para la sociedad.

 

ICA         Clase de acidez                 pH

  • 0     Extremadamente ácido     Menor de 4,5
  • 0,2  Muy fuertemente ácido     4,5 – 5
  • 0,4  Fuertemente ácido             5,1 – 5,5
  • 0,9  Medianamente ácido         5,6 – 6
  • 1     Ligeramente ácido             6,1 – 6,5
  • 0,8  Neutro                                6,6 – 7,3
  • 0,6  Medianamente básico       7,4 – 7,8
  • 0,4  Básico                                 7,9 – 8,4
  • 0,3  Ligeramente alcalino         8,5 – 9
  • 0,2  Alcalino                               9,1 – 10
  • 0     Fuertemente alcalino        mayor de 10

 

Si tenemos una lista de valores de pH del suelo (como la precedente), y su interpretación de lo que significa cada valor numérico de pH en tanto efectos sobre la fertilidad del suelo, podemos asignar valores de índices de calidad ambiental (ICA), como los que se muestran en la lista respectiva. Tales ICA nos informarían que alguno suelos son mejores que otros; es todo lo que podemos decir. Podríamos haber usado otro juego de números naturales manteniendo el mismo orden. ¿Cuál es la distancia de calidad ambiental entre las diferentes clases de acidez de suelo? No podría responderse objetiva  y empíricamente con alguna escala de intervalo o proporcional.

Cuando intentamos aplicar el método Battelle-Columbus podríamos pensar que la escala de pH es la que estaríamos directamente intentando “transformar” a una escala de calidad ambiental. En realidad hay varias operaciones mentales de evaluación y valoración por su potencial para producir cultivos, digamos su importancia, el cual estaríamos expresando en índices de calidad. En suma no estamos trasladando una magnitud de pH hacia unidades de calidad ambiental sino estableciendo una calificación de importancia expresada en unidades de calidad ambiental.

 

PARA EL DEBATE

Una pregunta para usted ¿Está de acuerdo en que el método Battelle-Columbus es cualitativo y por tanto en desacuerdo con Conesa (2010), p. 94, que señala que el referido método es cuantitativo? Si considera que el método es cuantitativo anote un argumento definitorio que establezca alguna naturaleza cuantitativa del método.

 

LITERATURA CITADA

Canter, L. W. (1977). Environmental impact assessment. McGraw-Hill.

Cecconi, P., Franceschini, F., & Galetto, M. (2006). Measurements, evaluations and preferences: A scheme of classification according to the representational theory. Measurement, 39(1), 1–11. http://doi.org/10.1016/j.measurement.2005.10.012

Cohen, M., & Nagel, E. (1968). Introducción a la lógica y al método científico II. Buenos Aires: Amorrurto.

Conesa, V. (2010). Guía metodológica para la evaluación del impacto ambiental (4th ed.). Madrid: Mundi Prensa.

Dee, N., Baker, J., Drobny, N., Duke, K., Whitman, I., & Fahringer, D. (1973). An environmental evaluation system for water resource planning. Water Resources Research, 9(3), 523–535. http://doi.org/10.1029/WR009i003p00523

Díez, J. A., & Moulines, C. U. (1997). Fundamentos de filosofía de la ciencia. Barcelona: Ariel. Retrieved from http://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=33568

Harwell, M. R., & Gatti, G. G. (2001). Rescaling ordinal data to interval data in educational research. Review of Educational Research, 71(1), 105–131.

Hernández, R., Fernández, C., & Baptista, M. del P. (2010). Metodología de la investigación (5th ed.). México D.F.: Mc Graw Hill.

Mars Llopis, V. (2000). Psicología Experimental: Conceptos, Clasificación de Variables y Representación Gráfica. Retrieved from http://www.psicologia-online.com/pir/medicion-y-escalas-de-medida.html

Mosterín, J. (2002). Epistemología y racionalidad. Universidad Inca Garcilaso de la Vega.

PERÚ-MEM. Aprueban Términos de Referencia Comunes para la elaboración de Estudios de Impacto Ambiental Detallados y Semidetallados de las Actividades de Exploración, Beneficio, Labor General, Transporte y Almacenamiento Minero y otros, en cumplimiento del D.S.No 040-2014-EM, R.M. No 116-2015-MEM/DM (2015).

Stevens, S. S. (1946). On the theory of scales of measurement. Bobbs-Merrill, College Division. Retrieved from http://gaius.fpce.uc.pt/niips/novoplano/mip1/mip1_201314/scales/Stevens_1946.pdf

Universidad Nacional de Colombia. (n.d.). Seminario de investigación. Retrieved from http://www.virtual.unal.edu.co/cursos/odontologia/2002890/index.html

Reflexiones sobre la formación de los especialistas en evaluación de impacto ambiental

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Oscar Cuya Matos

El expositor toma posición en el atril e inicia su discurso con esta introducción:

– Muchos saludos a la distinguida concurrencia. Deseo tratar el tema sobre la formación actual de los especialistas que elaboran los estudios de impacto ambiental o los revisan; incluso, sobre la formación de los profesores que enseñan el curso de evaluación de impacto ambiental. Todos sabemos que las autoridades están muy preocupadas sobre la duración excesiva del trámite de obtención de la certificación ambiental de proyectos y que hay una cierta percepción negativa sobre las competencias de los profesionales que revisan los estudios de impacto ambiental. Por ello este tema es importante –

Sería arrogante y pretencioso suponer que se tiene la solución, pero podríamos empezar por solicitar “cuentas” a los docentes de los curso de evaluación de impacto ambiental, en especial a los que tienen una cantidad apreciable de años a cargo de este curso.  ¿Y con toda esa experiencia, qué está usted haciendo para mejorar los tan criticados estudios de impacto ambiental (EsIA)? La presentación del expositor pasaría a ser una suerte de confesión de responsabilidad sobre el estado actual de la gestión y aplicación de este instrumento.

Lo que intento es persuadirlos sobre la necesidad de una reflexión profunda sobre la forma en que hemos venido realizando los estudios de impacto ambiental y sobre todo, el cómo hemos abordado la enseñanza de la evaluación de impacto ambiental.

La comunidad especializada en el tema y los diferentes grupos de interés cuestionan la calidad de los estudios de impacto ambiental y sobre todo las capacidades y competencias de los consultores ambientales y evaluadores de tales estudios. Indirectamente, estos cuestionamientos alcanzan a los formadores de los especialistas en impacto ambiental: profesores y entidades. Si escuchamos a un empresario decir que no es posible poner la decisión de inversión de varios millones de soles en la voluntad de un revisor de estudio ambiental sin las competencias necesarias, para la envergadura de la tarea, una parte de la responsabilidad sobre las pertinencias de dichas competencia queda trasladada inmediatamente a los profesores y entidades que forman tales especialistas.

Necesidad de cambio en las base teórica que sustentan los EsIA

¿Será que la actual deficiencia técnica de los estudios de impacto ambiental se deba a los marcos teóricos y estrategias de aprendizaje-enseñanza, insuficientes, de profesores y entidades que forman los especialistas en estudios de impacto ambiental? Evidentemente la respuesta a esta pregunta general de investigación no la sabremos hasta no completar la investigación: un estudio de caso, un diagnóstico, una sistematización o alguna otra modalidad de investigación cualitativa. Mientras no completemos la investigación algunas conjeturas podríamos seguir haciendo.

Probablemente una de las causas de las deficiencias de los estudios de impacto ambiental se encuentra en la base teórica que sustentan los EsIA. Se parte de conocimientos dispersos, de diferentes disciplinas, no organizados, que derivan en prácticas que originan estudios agregativos más que interdisciplinarios e integrados.

Los profesores seleccionan el contenido de los cursos de impacto ambiental sobre la base de su experiencia y revisión de los textos convencionales, recreando el mismo marco conceptual estándar, convencional, agotado, y generando todo un encadenamiento de deficiencias que se escalan y ganan amplitud. ¿Cuáles son las ideas que dan pie a esta apreciación?

Como respuesta: los cursos sobre evaluación de impacto ambiental, los diplomados y maestrías sobre gestión ambiental que las universidades y otras instituciones educativas ofrecen tienen amplia acogida y están siempre colmados, unos más que otros, en la medida de sus precios. Acuden como dicentes, profesionales que trabajan en la administración pública, profesionales independientes que ejercen consultoría, profesionales que trabajan en empresas mineras o petroleras, deseosos de obtener el dominio de los temas ambientales, y entre ellos, de la disciplina de la evaluación de impacto ambiental.

Dicha constatación permite entonces afirmar que los profesionales que elaboran o revisan los estudios de impacto ambiental están capacitados y tienen un dominio de los conocimientos convencionales actuales sobre el EsIA. A modo de recuento de evidencias, por ejemplo, si se revisan las observaciones que se hacen a los estudios de impacto se notará que ha aumentado la temática técnica sobre las que se observan tales estudios. Así es como, de un tiempo a esta parte, se ha empezado a solicitar el empleo de la matriz de importancia de Conesa, haciéndolo casi obligatorio y oficial. En suma los profesionales están cada vez mejor capacitados y por ello las observaciones crecen haciendo que el proceso de aprobación sea más lento. ¿Entonces, que es lo que falla? ¿Su capacitación es apropiada?

Lo que estaría fallando sería la oferta educativa en cuanto a sus contenidos, diseño curricular, proyecto educativo; o quizá la pertinencia de los docentes que imparten los cursos de evaluación de impacto ambiental. En suma, la calidad de lo que se enseña en los cursos de evaluación de impacto ambiental estaría siendo deficiente: se repite una base teórica, que ha llevado a estudios voluminosos y poco útiles como soporte para decisiones sobre la certificación ambiental de proyectos. La solución es el cambio del paradigma o modelo vigente en la base teórica de los estudios de impacto ambiental.

Habría que precisar que complementariamente se debe mejorar en la pertinencia y efectividad de los procedimientos del EsIA (evaluar la eficacia y eficiencia de los procedimientos) y mejorar en la aplicación de los procedimientos (mapear los procesos en todas las escalas, monitorearlos y adaptarlos).

Como reiteración, se requiere un cambio radical en la base teórica que sustentan los estudios de impacto ambiental, así como en la base teórica que subyace en la oferta educativa actual sobre la evaluación de impacto ambiental, de las instituciones educativas. El repetir lo que los libros convencionales anotan y lo que los profesores (que generalmente no investigan en el tema) repiten curso tras curso no es norte a seguir. Se requieren cambios de paradigmas o modelos en las bases teóricas, así como adaptaciones creativas para ofrecer programas educativos válidos.

En enunciado que propone un cambio conceptual: “La búsqueda de la sostenibilidad basada en la maximización de los rendimientos sostenidos ha devenido en un marco teórico problemático e insuficiente. La alternativa es la gestión de los ecosistemas basado en su resiliencia y su manejo adaptativo” (UNALM. Escuela de Postgrado).

La elaboración de sílabos por competencias, que precisen con detalles las unidades de aprendizaje y las sesiones de aprendizaje, aseguraría que lo impartido por el profesor se alinee con los objetivos del nuevo paradigma. Este punto es importante y es la única forma de tener el control del proceso educativo para lograr que los docentes concreten el proyecto educativo y los planes de estudio. Así se reduciría la discrecionalidad del profesor quien (si no es seleccionado con pertinencia) tratará de enseñar sobre la base de sus paradigmas convencionales, anulando todo el proceso y echando a tierra el cambio paradigmático.

Cada clase tendría que tener una sesión de aprendizaje (sobre la base de un formato), de tal modo de controlar la ejecución del proceso educativo que propone el cambio paradigmático.

A modo de conclusión de esta sección, la actividad inmediata es la organización de una base teórica alternativa al modelo actual, a modo de fijar los ejes de la disciplina y establecer sus fundamentos teóricos y prácticos. Esta actividad sistematizaría una estructura conceptual, seleccionaría, adaptaría o crearía instrumentos conceptuales. Y así, en términos prácticos se habría establecido los conocimientos y destreza especificas para los profesionales que elaboran o revisan los EsIA.

Necesidad de un programa comunicacional

Un cambio de paradigma no se logra por el solo hecho de presentarlo. Requiere procesos comunicacionales; es más se requiere estrategias propias del campo del marketing o mercadeo social o mejor desde la disciplina de la “comunicación para el desarrollo” para fijarlos, arraigarlos en las mentes de los profesionales de la disciplina de la evaluación de impacto ambiental.

Es claro que la formación de profesionales en gestión ambiental y evaluación de impacto ambiental es una tarea de la universidad y los sistemas de educación del país. Si allí está arraigado el paradigma estándar que hay cambiar ¿Cómo cambiarlos? Se debe elaborar un programa comunicacional y de mercadeo para lograr el cambio de percepción o paradigma.

Programa de adiestramiento en evaluación de impacto ambiental

Una primera tarea será cambiar el paradigma de los cursos de actualización en evaluación de impacto ambiental, diplomados en gestión ambiental y evaluación de impacto, programas de capacitación. Todos ellos, más orientados a repetir los actuales marcos teóricos, a brindar conocimientos, ejemplos de libro y presentar alguna evidencia práctica sin mayor sistematización, deben ser cambiados en sus paradigmas de base.

¿Qué es el adiestramiento? Para la respuestas recurriremos a dos autores muy reconocidos y ampliamente citados en las disciplina de la gestión de recursos humanos.

Chiavenato (2002) anota que “el adiestramiento es el proceso de desarrollo de cualidades en los recursos humanos para habilitarlos, con el fin de que sean más productivos y contribuyan mejor a la consecución de los objetivos organizacionales. El propósito del entrenamiento es aumentar la productividad de los individuos en sus cargos, influyendo en sus comportamientos. (p 386)

Alles (2000) afirma que “el adiestramiento es un proceso de aprendizaje en el que se adquieren habilidades y conocimientos necesarios para alcanzar objetivos definidos, siempre en relación con la visión y la misión de la empresa, sus objetivos de negocios y los requerimientos de la posición que se desempeña o a desempeñar. (p. 308)

En resumen el adiestramiento sería un proceso de enseñanza – aprendizaje que permitiría al individuo adquirir y/o desarrollar conocimientos, habilidades, destrezas y mejorar las actitudes hacia el trabajo, con el fin de lograr un excelente desempeño en su cargo.

Si partimos de la premisa que la elaboración de un estudio de impacto o su revisión supone un conjunto de tareas y actividades, que corresponden a las funciones de un especialista con un puesto o cargo definido, llegamos a la inferencia de la necesidad de adiestrar en el cargo.

¿Y de que cargos estamos hablando? La respuesta nos lleva más adelante, pero antes de proseguir, deberíamos dejar sentada la conjetura acerca de que la enseñanza de los estudios de impacto debe suponer el adiestramiento en los cargos específicos de los funcionarios y consultores.

Funciones y cargos en el equipo revisor de impactos

El estudio de impacto ambiental es elaborado por todo un equipo de profesionales, los cuales cumplen funciones como elaborar términos de referencia, convocar a expertos, realizar la colecta de información en campo, liderar los procesos de diagnóstico participativo, organizar los talleres, revisar los informes disciplinarios, integrar la información para producir los capítulos del EsIA, interpretar imágenes de satélite, elaborar mapas bases y temáticos, editar los informes, efectuar el control de calidad en todo el proceso, sustentar el EsIA en talleres y audiencias, realizar el seguimiento del trámite de aprobación del EsIA. Es un recuento parcial, desordenado, pero útil para reconocer la multiplicidad de tareas, actividades, funciones que conlleva la elaboración de un EsIA. Se infiere que la tarea de revisión implica otro equipo con tareas, actividades y funciones particulares.

Es oportuno aclarar algunos términos: Tarea: todo lo que exige un esfuerzo humano para lograr un fin físico (mover, empujar,…) o mental (planear, explicar,…). Las tareas son respuestas a la pregunta ¿Qué hace el trabajador? Actividad: grupo de tareas para lograr un objetivo. Función: conjunto de actividades para lograr objetivos. Puesto: conjunto de funciones que justifican el empleo de una persona que las realice.

Si se mapean los múltiples procesos que se ejecutan para elaborar un estudio de impacto ambiental, al igual que para su revisión, se podrán gestionarlos, es decir, realizar los seguimientos para retroalimentarlos y adaptarlos continuamente, para lograr su efectividad, eficacia y eficiencia. Es más o menos lo que recomienda un sistema de aseguramiento de calidad. En la misma línea de raciocinio, si se determina con claridad los puestos necesarios para llevar adelante los procesos de elaboración de un estudio de impacto ambiental y su posterior revisión en las oficinas de las autoridades ambientales se podrá gestionar los equipos respectivos, para su mejora continua, y con ello se asegurará la calidad de los procesos implicados, y así el producto final, la elaboración del EsIA o su revisión.

Las tareas anotadas corresponden principalmente a la gestión de RRHH. Una gestión por competencias permitirá tener los profesionales idóneos para los puestos que se requieren en la elaboración y revisión del EsIA. Se deberá seleccionar a la mejor persona para cada puesto. La gestión se inicia por establecer los procesos y los puestos; luego, los requisitos para los puestos. Seguidamente, se deberá precisar las funciones de cada puesto y establecer las capacidades que una persona debe contar para el correcto desempeño del puesto.

La ‘capacidad’ es un término que engloba conocimientos teóricos y prácticos, explícitos e implícitos; destrezas y competencias o características de personalidad. Las organizaciones establecen las competencias genéricas que deben contar todos sus colaboradores y las competencias específicas en la medida de cada cargo. Estas competencias se alinean a su misión, visión y modelo de negocio, y se registran en documentos denominados “diccionario de competencias”, que orientan los procesos de reclutamiento y selección de candidatos. En organizaciones con alta tasa de rotación es imprescindible ayudarse a partir de los postulados de la gestión de recursos humanos por competencia.

Si el trabajador no reúne las capacidades para el puesto que detenta estamos frente a una brecha. Esta brecha deberá cerrarse mediante capacitación, adiestramiento en el trabajo, procesos de coaching y otras técnicas existentes. Si no se tiene documentado los requisitos para el puesto, la descripción de funciones del puesto y el perfil de capacidades o competencias para el puesto no es posible detectar fehacientemente las brechas.

Y así es como se relaciona los recursos humanos y las brechas de capacidades para el puesto con los procesos educativos (educación, instrucción, formación, capacitación, adiestramiento). Se podrá mejorar el nivel de los profesionales que elaboran o revisan los estudios de impacto ambiental si se aborda a esta escala de detalle su formación específica en la disciplina de la evaluación de impacto ambiental.

Mantener a los talentos y gestionar el conocimiento implícito es una tarea para un gestor de recursos humanos y conocimiento, que debe ser parte del equipo de revisión de estudios ambientales (algo así como el mentor) y estar preparado para la renovación de los cuadros técnicos. Esta función debería ser clave en una entidad pública que revisa EsIA.

La tarea principal será reconocer los roles, funciones y cargos formales e informales, con el fin de elaborar descripciones de puestos y proponer perfiles de capacidades (conocimientos, destrezas, competencias y actitudes) para los diferentes “puestos” en los equipos de revisión de un EsIA. Con ello se puede discernir sobre las brechas entre lo que exige la función o el puesto y lo que realmente detentan los profesionales encargados de tales puestos o funciones.

Como parte de esta tarea se deberá comprobar hipótesis y conjeturas sobre las causas de la problemática en cuanto a la elaboración y revisión de los estudios ambientales. A partir de hipótesis o preguntas de investigación, variables, indicadores, instrumentos (encuestas, cuestionarios cerrados o abiertos, escalas de percepción) y alguna técnica de aplicación (encuesta, entrevista, focus, etcétera) se tendría una realidad específica a abordar. Esta actividad inicial se orienta al diagnóstico situacional de fortalezas y debilidades (FODA) de las bases teóricas, destrezas, competencias y actitudes de los profesionales que elaboran o revisan los EsIA.

Algunas ideas para el contenido de los cursos de evaluación de impacto ambiental

La prioridad no sería más cursos disciplinarios sobre biología, ecología, suelos, sociología, etcétera sino el énfasis tendría que ir sobre los instrumentos para elaborar o revisar EsIA.

Una primera tarea sería abordar lo que se entiende por calidad de un estudio de impacto ambiental. ‘Calidad’ es un término que requiere operacionalizarse para su correcto entendimiento y aplicación en consenso, en una determinada disciplina y práctica. Será necesario definir la calidad de un estudio, en términos del Estado (el MINAM), las Empresas o sus gremios representativos y la Sociedad Civil (universidades, gremios profesionales, gremios laborales, organizaciones no gubernamentales, instituciones representativas de la población). A partir de dicha consenso se puede establecer objetivos y estrategias para un programa de adiestramiento de los profesionales que participan en la elaboración y revisión de los EsIA.

Un grupo de temas estaría asociado a los conceptos científicos (clasificatorios, comparativos o métricos); luego los principios, leyes y teorías que permiten la aplicación del método hipotético deductivo. El conocer que tales principios se enuncian como una proposición susceptible de falsar (falso o verdadero) será un gran avance. Para facilitar esta labor no sería descabellado incluir cursos de lógica en la formación básica del profesional que realiza o revisa EsIA. Ello le permitiría realizar inferencias, deducciones e inducciones, con facilidad. Los métodos avanzados para el análisis de impactos incluyen la lógica difusa y el análisis multicriterio por ello es conveniente incluir en el temario conocimientos sobre lógica.

Dado que el EsIA es un documento, que predice impactos o quizá mejor decir que argumenta el porqué tal impacto tiene una mayor o menor significación, ayudaría que el profesional que lo elabora o revisa tenga un buen conocimiento sobre las falacias lógicas (formales, verbales o materiales) y las falacias no formales (de atingencia y de ambigüedad). Incluso, el conocimiento sobre argumentación y análisis del discurso ayudará mucho en su labor. Si empezamos un texto, con la siguiente frase: “Se sabe y se ha demostrado que los proyectos mineros son contaminantes…”, habríamos incurrido en una falacia de énfasis.

Otro punto importante en un temario idealizado es la teoría de la medición, las escalas y la operacionalización de variables. Conocer esta temática le permitirá un dominio sobre lo que realmente “hacen” las tablas de impactos. Las escalas ordinales o semi-cuantitativas no pueden ser tratadas como cualquier métrica a la cual aplicar toda la matemática posible. Las escalas ordinales solo mantienen el orden no la distancia entre los elementos categorizados, y es lo que emplean las matrices de impacto que se usan en nuestro medio.

Con relación a las matrices de impactos o matrices de importancia como instrumentos de medición se podría recomendar lo siguiente:

Las tablas de Leopold, Batelle, Conesa y demás autores deben ser usadas como instrumentos de valoración de los diferentes grupos de interés sobre la importancia del impacto ambiental.

Las mayores o menores variaciones de las magnitudes de los indicadores de las variables, que miden los efectos del proyecto sobre su entorno físico, biológico y social, deberán ser valoradas, mediante juicio de experto u otra técnica (frónesis), para obtenerse la significación del impacto.

Las predicciones (fase de estudio de impacto ambiental) y las posteriores mediciones (fase de monitoreo ambiental) de los cambios en las magnitudes de los indicadores de las variables, que miden los efectos del proyecto sobre su entorno físico, biológico y social, deberán ser realizadas aplicando el método científico (campo epistemológico y metodológico de la ciencia)

Las tablas de Leopold, Batelle, Conesa y demás autores corresponderían a la “fase de recolección de datos cualitativos – cuantitativos”. Esta fase se realiza mediante instrumentos que deberían representar verdaderamente las variables de la predicción del impacto; y justamente las mencionadas tablas son esos instrumentos de valoración que se emplean en la elaboración de un EsIA.

Dado que las referidas tablas intentan medir la importancia del impacto ambiental, es decir las actitudes, percepción o importancia que otorgan los grupos de interés a los efectos sociales y ambientales del proyecto, se las puede tipificar como “escalas de medición de actitudes” al modo del Escalamientos tipo Likert, Diferencial semántico, Escalograma de Guttman (diferente a los cuestionarios o listas de revisión).

Los requisitos que deben cumplir estas tablas son: confiabilidad (grado en que un instrumento produce resultados consistentes y coherentes), validez (grado en que un instrumento mide la variable que pretende medir) y objetividad (grado en que el instrumento es permeable a los sesgos y tendencias del investigador que lo administra, califica e interpreta).

Sobre la necesidad del método científico para la predicción de impactos

La predicción, calificación y valoración del impacto ambiental tal como se hace cotidianamente en los EsIA, en nuestro medio, es muy limitada; ello, quizá debido a la falta de preparación del analista, aunque probablemente se deba más a los métodos que aplica, que aprendió de sus profesores, quienes se nutrieron de los libros paradigmáticos de evaluación de impacto ambiental. Lo cierto es que el analista tiene ya una lista de impactos (por actividad productiva), elaborada a partir de su experiencia o su análisis bajo el concepto de juicio de experto, adaptada posiblemente a partir de los manuales y guías que la literatura especializada ofrece.

Dicha lista, el analista los recicla, es decir cada vez que tiene que elaborar un estudio lo incluye como axioma, información que ya no tiene que demostrar, y luego procede a valorar los impactos (dicho mejor a dar puntajes a descriptores de impactos ambientales) a través de una “tabla de Leopold modificada” o una “matriz de importancia de Conesa”.

Lo señalado explica que casi todas las tablas de calificación de impactos de una misma actividad se parezcan. Aún más, si el analista tiene la tabla de impacto ya casi elaborada con antelación a la salida de campo e incluso antes de iniciar el estudio, y tiene también la tabla de medidas de prevención, corrección o mitigación (recicladas y listas para el ensamble), supone que ya tienen gran parte del estudio avanzado. Solo debe completar su EsIA con el informe de línea de base ambiental de las dos estaciones y con ello completar el “ensamble” del EsIA. Bajo este proceder, bajo esta práctica usual, sale sobrando algún método que tenga como soporte el método científico.

Los titulares de proyecto cuando notan que todos sus estudios tienen la misma lista de impactos llegan a la conclusión que los impactos ambientales de sus actividades están bien conocidos, incluso se conocen las medidas ambientales que se deben considerar, y postulan que sus actividades ya no deben pasar por el proceso de evaluación de impacto ambiental o en todo caso debe tener alguna categoría menor de exigencia ambiental. Evidentemente este espejismo alimentado por EsIA “corte y pega” no tiene sustento.

En este punto se puede anotar también que la clasificación anticipada de proyectos o categorización por su nivel de riesgo (screening) debe suponer la predicción científica antes que la expectativa o la simple conjetura de impactos.

Literatura citada

Alles, Martha. (2005) Dirección Estratégica de Recursos Humanos. Gestión por competencias. Granica. Buenos Aires.

Chiavenato Idalberto. (2002). Gestión del Talento Humano: Bogotá: Mc Graw Hill

Universidad Nacional Agraria La Molina (UNALM). Escuela de Postgrado. Maestría en Ecología Aplicada. Presentación. Consulta: 30 de julio 2013.
http://www.lamolina.edu.pe/Postgrado/ecologiaplicada/ecologia.htm

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Operacionalización de las variables de impacto ambiental

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Oscar Cuya

La evaluación de impacto ambiental supone tratar con variables; incluso algunas de sus definiciones así lo establecen explícitamente, por ejemplo: un impacto es cualquier cambio registrado por una variable ambiental, tras una acción determinada. Así lo expresa Damián de Torres en el “Manual de Evaluación de Impacto Ambiental para Ingenieros y Arquitectos.

Las variables son importantes en la investigación. Hernández (2010), afirma con contundencia, que sin definición de variables no hay investigación. El investigador necesita definir las variables que se utilizan en su hipótesis, en forma tal que puedan ser comprobadas y contextualizadas.

Si consideramos que un proyecto afectará el fervor religioso de una comunidad, dado que se requerirá contratar un número elevado de trabajadores y ellos provendrán de otros lugares fuera de la comunidad, en el análisis de impactos, deben tanto los analistas, el titular del proyecto, el funcionario revisor del Estudio de Impacto Ambiental (EIA), como la población afectada, comprender lo se está entendiendo por religiosidad. Ello obliga a definir la variable religiosidad en el EIA.

Señala Gómez (2003) que las unidades básicas de lenguaje científico son los conceptos y los enunciados, los cuales permiten realizar aseveraciones. Una “clase especial de enunciados relevantes en el discurso científico son las leyes, que a su vez puede articularse formando teorías” (p.121). De acuerdo con Ander-Egg (1995), una teoría explica la significación de los hechos y las relaciones existentes entre ellas (p. 64). La teoría orienta la investigación, ofrece un sistema conceptual, ofrece una clasificación y de unificación sistemática, sistematiza los hechos, permite la predicción de los hechos (p.66). En el análisis de impactos es usual que se empleen algunos principios teóricos para predecir la magnitud de los mismos, lo cual exige que los conceptos usados estén totalmente explicitados.

Si nos referimos a principios teóricos, en general, los analistas ambientales toman como premisa fundamental que el valor del impacto está en función de la magnitud del impacto y su importancia. Asimismo, que la magnitud del impacto depende de la fragilidad del componente afectado. También se suele decir que si el factor ambiental afectado tiene alta resiliencia el impacto será menor. Ello parece bastante claro, pero no es así. Revisemos los enunciados siguientes:

Las lomas son ecosistemas tan sensibles que son vulnerables a cualquier cambio.
Se debe fortalecer los elementos más sensibles del ecosistema para reducir su fragilidad.
Un ecosistema frágil, árido o semiárido, será más sensible a la declinación de la precipitación que uno tropical.
Los ecosistemas de montaña son indicadores muy sensibles del cambio climático.

El uso de los términos de sensibilidad y fragilidad no queda claro, por lo que se debe operacionalizar tales variables.

Método científico y evaluación del impacto ambiental

En la investigación cuantitativa, de acuerdo con Hernández (2010), se puede enumerar las fases siguientes: (1) Idea, (2) planteamiento del problema, (3) revisión de la literatura y desarrollo del marco teórico, (4) visualización del alcance del estudio, (5) elaboración de hipótesis y definición de variables, (6) desarrollo del diseño de investigación, (7) definición de la muestra, (8) recolección de datos, (9) análisis de datos y (10) elaboración del reporte de resultados (p. 4).

Si se hace un paralelo con el proceso ideal de análisis de impactos se puede encontrar una gran similitud, incluso podría decirse que dichas fases de la investigación científica también deben ser las fases metodológicas del análisis de impacto ambiental, si es que se pretende tener un documento objetivo, soportado en el método científico.

Así, la elaboración de la hipótesis se corresponde con la predicción de impactos, pues en sentido estricto, en el EIA, se plantean hipótesis de impactos, dado que el análisis corresponde a una actividad futura de un proyecto.

No hay nada que medir en el campo en cuanto al impacto del proyecto, pues el proyecto no está en ejecución, aún. Cuando se elabora el EIA se está en la fase de predicción de impactos, la cual se espera sea una predicción científica, antes que alguna conjetura por muy informada que sea.

Adaptando el planteamiento de Hernández (2010) sobre alcances de la investigación (p. 79-84) se puede anotar que en la medida del conocimiento del factor ambiental afectado y sus fenómenos, el analista ambiental, en su intento de predecir el impacto ambiental, podrá plantear un alcance exploratorio (examinar el impacto en caso que no sea muy conocido), descriptivo (especificar los rasgos del impacto y describir sus tendencias), correlacional (asociar las variables de impacto con las del medio) o explicativo (establecer los fenómenos que desencadena el impacto y sus efectos).

Al formular una hipótesis es indispensable definir los términos o variables incluidas en ella, pues dado que los términos no siempre aluden al mismo concepto, los especialistas podrían no entender de qué trata la investigación. Debe fijarse por tanto el concepto tras el término para poder comunicar correctamente el trabajo. Por otro lado debemos asegurar que las variables puedan ser medidas, observadas, evaluadas o inferidas, es decir que de ellas se puedan obtener datos de la realidad.

Definición conceptual y operacional

“…las variables se transforman en conceptos en el proceso de interpretación y conceptualización que tiene lugar en la investigación científica. Los conceptos son unidades básicas del conocimiento científico y se expresan lingüísticamente en los términos de un lenguaje.” (Gómez, 2003, p. 115)

Las variables deben ser definidas de dos formas: conceptual y operacional. Una definición conceptual es como una definición de diccionario especializado; la variable se define a partir de otros términos (Hernández, 2010).

Un ejemplo, en una investigación del clima organizacional. La variable “clima organizacional”, en el plano conceptual puede definirse como un conjunto de percepciones compartida por los empleados respecto a los factores de su entorno laboral.

La definición operacional implica expresar el conjunto de procedimientos y actividades que se desarrollan para medir una variable. Para asegurarse que se ha operacionalizado correctamente la variable existen criterios para evaluar una definición operacional, los cuales son: adecuación al contexto, capacidad para captar los componentes de la variable de interés, confiabilidad y validez (Hernández, 2010).

Un ejemplo de definición operacional para la variable “clima organizacional” sería la siguiente: escala de clima UNI con 73 ítems para medir las siguientes dimensiones del clima organizacional: moral, apoyo a la dirección, innovación, percepción de la empresa-identidad-identificación, comunicación, percepción del desempeño, motivación intrínseca, autonomía, satisfacción general, liderazgo, visión y recompensa o retribución.

Prácticamente todas las variables requieren una definición operacional para ser evaluadas de manera empírica, aun cuando el estudio no se formulen hipótesis. Siempre que se tenga variables debe definirse operacionalmente.

Operacionalización de las variables

Las variables para ser utilizadas deben ser operables u operacionales. El proceso de operacionalización de variables requiere una serie de pasos. En el fondo, es el procedimiento de pasar de variables generales a las intermedias y de estas a los indicadores. Atendiendo a Ander-Egg (1995) los pasos para la operacionalización son los siguiente (p.103):

a) Representación del concepto de variable: Expresar en palabras las imágenes iniciales o de clasificación elaboradas mentalmente. En esta primera fase se realiza un intento de definición.

b) Especificación del concepto propuesto. En el curso de esta verbalización – a veces denominada análisis conceptual – se mencionan o van apareciendo varios indicadores. Con este proceso se trata de especificar, en el concepto utilizado, los aspectos o dimensiones de interés operativo; se escogen indicadores.

c) Elección de indicadores: Como el universo de indicadores es muy amplio, por razones prácticas hay que seleccionar “un subconjunto de indicadores”. Esta fase lleva a una mayor concreción de la operacionalización y constituye la base del trabajo empírico
d) Construcción de índices: Finalmente hay que construir índices, combinar los indicadores en alguna clase de índice que agrupe en una medida común todos los indicadores referentes a una dimensión. A cada índice según su importancia se le asigna un valor.

Los indicadores

Una variable tiene un grado de abstracción que de ordinario no puede ser utilizada como tal en la investigación. Para operacionalizar las variables es menester valerse de los indicadores. Estos constituyen las subdimensiones de las variables y se componen de ítem (medida del indicio o indicador de la realidad que se quiere conocer). Respecto a su elaboración esta no se realiza a priori sino que su elección surge de la observación. Esto no significa sin embargo que existe certeza de que el indicador mide lo que quiere medir.

Desde un punto de vista metodológico podemos caracterizar a los indicadores como el máximo grado de operacionalización de las variables para el control empírico de los enunciados conceptuales. Constituyen un antídoto contra la vaguedad y una garantía para la precisión y concreción en la investigación.

Los indicadores son instrumentos, no operan por sí mismos. El error es pensar que con ellos se pueda comprender la realidad. Esto solo puede realizarse desde una teoría que rinda cuenta de algún fenómeno empírico (los que se estudian y de los que forma parte el indicador).

Indicador de impacto ambiental

A continuación algunas definiciones vinculadas al indicador de impacto ambiental

Valor de un Impacto:

Simboliza el grado de destrucción o disminución de la calidad ambiental de un factor, cuando tiene el carácter positivo, y el grado de mejora o aumento de la calidad, cuando es negativo. El valor, representa el grado cualitativo y cuantitativo en que un factor ambiental es alterado por la presión de una acción de la actividad. El valor se determinará en función de la Importancia del Impacto y su Magnitud (Conesa, 2010, p. 69).

Magnitud del Impacto:

Definimos como magnitud de un impacto a la cantidad del factor alterado. Puede expresarse en cantidades absolutas (temperatura, pH, concentración de un elemento, erosión, etc.), en unidades relativas (porcentaje de suelo ocupado por una industria, porcentaje de vegetación acuática, porcentaje de destrucción de empleo, etc.), mediante índices y expresiones matemáticas, (índice de calidad del agua, índice de calidad de aire, capacidad agrologica de suelos, nivel de expresión acústica, etc.) y mediante expresiones cualitativas, estimativas y/o adimensionales (frecuencia de ruidos, combinación de olores, detección o no de un compuesto, variedad estimada de la vegetación, etc.)

El fijar la magnitud debida a alteraciones producidas por el proyecto sobre el medio, es de tipo predictivo y precisa de equipos pluridisciplinarios con conocimientos específicos de los factores estudiados y la legislación que los regula, siendo un tema que debe ser tratado por expertos en cada factor, aplicando técnicas y modelos complejos (Conesa, 2010, p. 68, 69).

Indicador del Impacto Ambiental:

(…) elemento o concepto asociado a un factor que proporciona la medida de la magnitud del impacto, al menos en su aspecto cualitativo y también, si es posible, en el cuantitativo.

Importancia de un Impacto:

Valoración de nos da una especie de ponderación o medición cualitativa del impacto. Expresa la importancia del efecto de una acción sobre un factor ambiental. La importancia del Impacto es el ratio mediante el cual medimos cualitativamente el impacto ambiental, en función tanto del grado de incidencia o intensidad de la alteración producida, como de la caracterización del efecto, que responde a su vez a una serie de atributos de tipo cualitativo, tales como la extensión, tipo de efecto, plazo de manifestación, persistencia, reversibilidad, recuperabilidad, sinergia, acumulación y periodicidad. (Conesa, 2010, p. 68). Es una definición incompleta pues no alude en ningún momento lo que es la importancia para una persona, grupo social y la sociedad en su conjunto

Necesidad de operacionalizar variables en las normas jurídicas

Veamos a modo de ejemplo dos artículos de normas ambientales:

Artículo 26°.- Valorización económica del impacto ambiental de proyectos de inversión

Para valorizar económicamente el impacto ambiental en los estudios ambientales debe considerarse el daño ambiental generado, el costo de la mitigación, control, remediación o rehabilitación ambiental que sean requeridos, así como el costo de las medidas de manejo ambiental y compensaciones que pudieran corresponder, entre otros criterios que resulten relevantes de acuerdo al caso. (D.S. N0 019-2009-MINAM, Reglamento de la Ley del Sistema Nacional de Evaluación de Impacto Ambiental, 25 de Setiembre del 2009)

En una rápida lectura del artículo notamos que se tienen variables que bien podrían generar debates acerca de lo que cada término significa en la norma y la pertinencia en la implementación del mandato del artículo; términos como los siguientes por ejemplo:

Valorización económica del impacto ambiental
Valorización del daño ambiental generado (El EIA es predictivo por tanto no hay daño ambiental generado; además, el daño ambiental tiene una connotación jurídica)
Valorizar costo de mitigación, control, remediación o rehabilitación ambiental
Valorizar costo de las medidas de manejo ambiental y compensaciones

Solo por abundar en el análisis del término compensación ¿incluye compensaciones económicas y sociales de orden indemnizatorio? ¿Incluye solo compensaciones ecológicas (biodiversity offset)? ¿La norma tiene alguna relación con las externalidades ambientales negativas y los impactos residuales?

Incluir una definición conceptual y una respectiva definición operacional ayudará a la claridad de la norma y sobre todo servirá de puente entre el espiritu del mandato de la norma y la aplicación concreta.

Otro ejemplo podría ser el artículo del permiso de desbosque:

Artículo 36. Autorización de desbosque

El desbosque consiste en el retiro de la cobertura forestal mediante cualquier método que conlleve la pérdida del estado natural del recurso forestal, en áreas comprendidas en cualquier categoría del patrimonio nacional forestal, para el desarrollo de actividades productivas que no tengan como fines su manejo forestal sostenible, tales como la instalación de infraestructura, la apertura de vías de comunicación, incluyendo caminos de acceso a áreas de producción forestal, la producción o transporte de energía, así como operaciones energéticas, hidrocarburíferas y mineras.

Requiere la autorización previa del SERFOR o de la autoridad regional forestal y de fauna silvestre correspondiente, de acuerdo al nivel de evaluación ambiental exigible en cada caso, según lo dispuesto en el Sistema Nacional de Evaluación de Impacto Ambiental y conforme a lo que se establezca en el reglamento de la presente Ley.

Si estos desbosques pudiesen afectar a las comunidades campesinas y nativas, rige el derecho a la consulta previa del Convenio 169 de la OIT.

Junto con la presentación de la solicitud, el titular de la actividad adjunta la evaluación de impacto ambiental, aprobada por la autoridad competente según la actividad a desarrollarse. Dicha evaluación demuestra que la actividad propuesta no puede llevarse a cabo en otro lugar y que la alternativa técnica propuesta garantiza el cumplimiento de los estándares ambientales legalmente requeridos. Asimismo, asegura que el área materia de desbosque es la mínima posible y que se llevará a cabo con la mejor tecnología, prácticas y métodos existentes para reducir al mínimo posible los impactos ambientales y sociales, incluyendo evitar las áreas de alto valor de conservación. Se indica igualmente el destino de los productos forestales extraídos.

No se autoriza desbosque en reservas de tierras para pueblos indígenas en situación de aislamiento o contacto inicial. En caso de proceder la autorización, se paga por el valor de los recursos forestales a ser retirados sobre la base de una valorización integral y de plazo adecuado, y, en el caso de las actividades mencionadas en el primer párrafo, se habilitará un área de compensación ecosistémica de dimensiones equivalentes a las áreas afectadas, en la forma que indique la autoridad forestal correspondiente. En caso de que estos productos forestales sean materia de comercialización, se paga adicionalmente el derecho de aprovechamiento. El reglamento establece las condiciones aplicables (Ley Forestal actual, Ley N°29763).

Para elaborar el reglamento se requerirá además de establecer las definiciones conceptuales, precisar las definiciones operacionales de las variables incluidas en el mandato del artículo.

a) Pago por valor de los recursos forestales ¿Equivale a pago por derecho de aprovechamiento?
b) Valorización integral y de plazo adecuado ¿Se refiere a una valoración económica ambiental?
c) Área de compensación ecosistémica ¿Se refiere al concepto de biodiversity offset?
d) Dimensiones equivalentes ¿equivale al concepto de equivalencia ecológica de los planes de compensación ambiental?
e) Áreas de alto valor de conservación ¿Se refiere al concepto de componentes valiosos del ecosistema (VEC)?
f) Cobertura forestal ¿implica también matorrales u arbolados?

Operacionalización de variables de impacto ambiental

Siempre será un buen ejercicio operacionalizar las variables de impacto, por lo que queda invitado para la tarea siguiente:

a) Para un proyecto que afectará la religiosidad de la comunidad plantee una definición conceptual y una definición operacional de la variable religiosidad como base para el análisis de impacto ambiental.

b) Se prevé que un proyecto afectará el ecosistema, incluya una definición conceptual y una definición operacional de fragilidad del ecosistema, como inicio del análisis de impacto ambiental

Literatura citada

Ander-Egg, Ezequiel (1995). Técnicas de Investigación Social. 24ª ed. Buenos Aires: Lumen

Conesa, Vicente (2010). Guía metodológica para la evaluación del impacto ambiental. 4ª ed. Madrid: Mundi Prensa

Congreso de la República del Perú (2011). Ley Nº 29763, Ley forestal y de fauna silvestre. 22 de julio de 2011

De Torres, Damián (s.f). Manual de Evaluación de Impacto Ambiental para Ingenieros y Arquitectos. Extraído el 4 de julio del 2013
http://webpages.ull.es/users/ddtorres/Docencia/Impacto/Temario.htm

Gómez, Amparo (2003). Filosofía y metodología de las ciencias sociales. Madrid: Alianza Editorial

Hernández, Roberto (2010). Metodología de la investigación. 5ª ed. México D.F., Mc Graw Hill

Ministerio del Ambiente del Perú – MINAM (2009). Decreto Supremo Nº019-2009-MINAM Reglamento de la Ley 27446 Ley del Sistema Nacional de Evaluación de Impacto Ambiental. 25 de setiembre del 2009.

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