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Es necesario cada vez una estrategia o diseño metodológico de evaluación de impacto ambiental

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Oscar Cuya Matos

Introducción

Intentaremos aclarar que una evaluación de impacto ambiental requiere reglas heurísticas más que algoritmos o ecuaciones de impacto. Así como un profesional de la medicina, antes de prescribir alguna recomendación o receta, se apoya en un conjunto de análisis, con métodos y técnicas particulares, para confirmar sus conjeturas y concluir su diagnóstico, un analista de impactos tendría a su disposición un conjunto de métodos y técnicas, a partir del cual elegir los más convenientes y con ellos elaborar una estrategia o diseño metodológico para la predicción y categorización del impacto ambiental del proyecto en estudio.

En general, los analistas de impactos ambientales no se preocupan por reflexionar sobre sus métodos; para ellos, el método es un medio, en cambio para el metodólogo es un fin. Adoptaremos, entonces, la actitud del metodólogo para tratar lo concerniente al método de evaluación de impacto ambiental.

Metodología, métodos y técnicas, estrategias y tácticas

Conesa (2010) anota como “metodologías más serias y representativas” (p. 201) lo siguiente: método de Ma Teresa Estevan Bolea (desarrollado y mejorado 1984-2001), método de Domingo Gómez Orea (desarrollado y mejorado 1986-2003) y método de Vicente Conesa Fernández – Vítora (desarrollado y mejorado 1990-2010). El citado autor elabora una clasificación de los métodos de evaluación de impacto ambiental, considerando las clases siguientes: matrices causa efecto (matriz de Leopold); listas de chequeo; redes (Sorensen); sistemas cartográficos; análisis de sistemas; sistemas de indicadores, índices e integración (Fisher – Davies, Índice Global) y sistemas cuantitativos (Batelle Columbus).

Para interpretar lo que señala Conesa (2010), y antes de proseguir con la exposición, será necesario clarificar a qué nos referiremos con los términos ‘método’ y ‘técnica’. Incluso, previo a todo ello, debemos saber que la metodología produce reglas o procedimientos cuyo seguimiento cuidadoso contribuye a la objetividad, confiabilidad y validez de la aplicación de cierto método. La metodología examina críticamente los métodos y procura la instrumentación de técnicas específicas para lograr productos cognoscitivos y tecnológicos confiables. Es una actividad instrumental pero depende (explícita o tácitamente) de una poderosa sustentación conceptual. Díaz (2002).

Hasta este punto no tendríamos mayores desacuerdos respecto a lo que entendemos por metodología. Toca, entonces, ahora referirse al método y la técnica. También habrá que comentar algo sobre los conceptos de estrategia y táctica, pues existe bastante relación, entre estos conceptos, pues todos ellos aluden a un conjunto de acciones.

El método y la técnica tienen en común que aluden a procedimientos, es decir a un conjunto de acciones en secuencia y sistemáticas, que conducen a la obtención del fin predeterminado. En ambos casos se está en contraposición a un quehacer desordenado y casual. Las diferencias de significado, entre ambos términos, serían solo de gradación y jerarquía.

Con relación al método se puede decir que es un procedimiento general orientado hacia un fin, que incluye diversos procedimientos, algunos organizados como técnicas. Entre sus características se puede anotar su pretensión de universalidad y objetividad. En cambio, la técnica es un conjunto de acciones secuenciadas y más específicas que se enmarcan en el método. Todo método incluye supuestos teórico-epistemológicos.

Referente a la evaluación de impacto ambiental podríamos considerar como técnicas a las matrices, listas de verificación, cuestionarios, redes de encadenamiento causal, mapas, modelos matemáticos, etcétera. Estas técnicas serían además los instrumentos. El uso de estos instrumentos, solo o en conjunto, conformarían un método, en la medida de alguna particularidad teórica o práctica. Así, se podría decir que el método de Vicente Conesa (2010) se basa en la técnica de matrices y el método de Sorensen, en la técnica de redes de encadenamiento.

Con relación a la estrategia y táctica podría decirse, en sentido amplio, que la estrategia es la coordinación de acciones para alcanzar un objetivo y que se organiza en tácticas. Es un accionar más flexible aunque más complejo, más organizado y apoyado en alguna teoría. Las tácticas son las maniobras o procedimientos específicos que se aplican de acuerdo a las circunstancias, para implementar la estrategia.

La evaluación de impacto ambiental de un proyecto específico requeriría una estrategia o diseño metodológico particular a los procesos y componentes del proyecto con potencial de causar impactos; y específico, a las sensibilidades y vulnerabilidades del medio.

Al “arsenal” de métodos y técnicas de evaluación de impacto ambiental, tales como se describen en los textos clásicos de Canter (1977), Gómez (2003) y Conesa (2010), habría que añadir o construir nuevos métodos sobre la base de los avances teóricos de las disciplinas ambientales, por ejemplo, el manejo adaptativo de Holling (1973), Holling y Gunderson (2001); también los hábitats críticos tal como lo detallan las normas de desempeño y guías de orientación del IFC (2012), las áreas biológicas sensibles (ABS), los servicios ecosistémicos, la integridad del ecosistema, los riesgos ecológicos, entre los desarrollos de las ciencias ecológicas.

El marco teórico que da soporte a los métodos de evaluación de impacto ambiental debe incorporar los conceptos de ciudadanía universal; desarrollo humano; sostenibilidad ecológica; enfoques transversales de género, interculturalidad y derechos humanos; justicia ambiental, discriminación ambiental.

Acerca de las metodologías de evaluación de impacto ambiental

Una propuesta metodológica para la evaluación de impacto ambiental debería proporcionar un conjunto de métodos objetivos, confiables y válidos, soportados en principios científicos; de tal manera que cada grupo de analistas ambientales, cuando elabore un EsIA, establecería una estrategia particular para la evaluación del impacto ambiental del proyecto en cuestión. Esta estrategia metodológica se conformaría con los métodos de evaluación de impacto que aplican al caso en estudio. En suma, la propuesta metodológica proporcionaría un conjunto de métodos, alguno o varios de los cuales integrarían una estrategia metodológica para abordar un estudio en específico.

Sería como el diseño metodológico de una investigación científica, en la cual no existe un diseño único y definitivo aplicable sin más. La investigación se diseña, y por tanto habrá tantos diseños como investigación se realice. Análogamente, la evaluación de impacto ambiental de un proyecto requiere el diseño metodológico específico o la elaboración de una particular estrategia metodológica.

Así como en la investigación no existirá un único instrumento automatizado que una vez aplicado proporcione los resultados y conclusiones de la investigación, en la evaluación de impacto ambiental tampoco existirá un único instrumento que proporcione la predicción y calificación de los impactos. Se explica esta asunción considerando que tanto la investigación como la evaluación de impacto ambiental son procesos con fases indagatorias en las cuales se plantean conjeturas e hipótesis, y luego fases de prueba o confirmatorias, en las cuales alguna hipótesis queda firme y otras habrán sido desechadas.

Podría decirse que la evaluación de impacto ambiental es una investigación de hechos que ocurrirán en el futuro: los impactos del proyecto; y para esta investigación de hechos futuros se podría contar con un “arsenal” de métodos y técnicas, en constante actualización. Evidentemente, no todos los métodos deberán aplicarse en todos los estudios sino los idóneos para el caso específico, los cuales pasarían a conformar la estrategia o diseño metodológico de la predicción y caracterización del impacto ambiental del proyecto en cuestión.

Probablemente, el analista de impacto ambiental, tanto si es un evaluador o revisor, esté esperanzado en un único instrumento, estandarizado y calibrado, al modo de un instrumento físico, que aplicado al proyecto en cuestión pueda ofrecer, como la lectura de un instrumento, la predicción y calificación de los impactos ambientales. Incluso, los analistas de pensamiento cuantitativo, probablemente, ansíen contar con la completa y definitiva formulación o “ecuación” del impacto ambiental. Nada más lejos de la realidad, puesto que las variables de impacto ambiental son más enunciados de preferencias o valoraciones axiológicas que variables evaluables o medibles. Algún desarrollo mayor sobre lo que significa medir, evaluar o valorar se necesitará para discutir este punto.

Las formulaciones de impacto ambiental constituyen un método más; y necesariamente requieren ser complementadas con otros métodos, para superar sus limitaciones. Dado que hay un sinnúmero de formulaciones o ecuaciones, cada una más extensa que la otra, podría ser suficiente la construcción de una ecuación con las variables comunes a las múltiples formulaciones (magnitud, duración y extensión); incluso, así sería más comprensible por la población cuando de explicarles la formulación se trate o cuando se realicen talleres participativos de evaluación de impacto ambiental con la población, y se procure dar legitimidad al proceso de evaluación de impacto ambiental del proyecto.

Metodologías para predecir y metodologías para caracterizar impactos

Es usual que los analistas de impactos ambientales cuando se refieren a metodologías de evaluación de impacto, inmediatamente, lo asocien a la calificación del impacto ambiental, sin tomarse mayor tiempo o preocupación en las metodologías de predicción de impactos. Dado que se tiene en la literatura o en estudios anteriores o similares una relacion de impactos, se da por sentado que tales serán los impactos ambientales que también ocasionará el proyecto que se está evaluando. Esta práctica acostumbrada, muy pragmática por cierto, podría  pecar de facilista e incluso arbitraria si no se emplean métodos de apropiados de predicción de impactos.

Es conveniente tener en cuenta que la fase más crítica es la predicción del impacto. En esta etapa se tendrá que considerar la predicción del algún cambio en los componentes ambientales ocasionado por el proyecto;  y además, seguidamente, una predicción subsiguiente del efecto del cambio en la salud y bienestar de la población. Para toda esta tarea la metodología de la explicación y predicción científica será de mucha utilidad. Ella requiere el uso de principios, leyes o teorías científicas.

Explicar científicamente supone establecer las condiciones suficientes que producen el evento deseado, la regularidad o el proceso. La explicación, también muestra que las circunstancias descritas incrementan la probabilidad de ocurrencia de un fenómeno; y por otro lado, elucidan el funcionamiento interno que produce el fenómeno. Asimismo, establece las tendencias implicadas en cuanto a la ocurrencia del hecho (Bunge, 2000).

Las explicaciones pueden estar basadas en diferentes modelos lógicos: el modelo de cobertura legal, que incluye los tipos nomológico-deductivos; estadístico-deductivos y estadístico-inductivos, las explicaciones funcionales o teleológicas, las mecanísmicas, las genéticas, las pragmáticas, las causales y las por unificación y subsunción teórica, (Nagel, 1961, p. 27-38), (Díez and Moulines, 1997, p. 223).

Por ejemplo, si se tiene equipos con motores se generará emisiones de partículas y gases; y por tanto, habrá un efecto de incremento de gases en la atmósfera. Podría cuantificarse las emisiones y estimarse su dispersión (ello implica un modelo matemático y un programa informático para generar isolíneas de dispersión). Una vez obtenida la magnitud del efecto queda la valoración en términos de importancia respecto a la salud y bienestar y con ello el efecto tendrá un significado ambiental.

No hay que olvidar que hay principios científicos involucrados implícitamente en el modelo predictivo. Para los casos en los cuales no se tiene modelos matemáticos y programas informáticos la predicción de efectos subsecuentes implica de igual modo acudir a principios científicos, para deductivamente establecer los efectos e intentar estimar un valor a partir de mediciones de las variables predictoras.

Objetividad, confiabilidad y validez del método

Dado que las tablas de impacto son instrumentos de evaluación, estas deben ser validadas antes, en cuanto a su consistencia y confiabilidad. Esta exigencia obliga a elucidar la naturaleza de los instrumentos de evaluación del impacto ambiental. Así, cuando decimos que un impacto es de mayor magnitud y es más significativo que otro, estamos frente a alguna acción que puede reconocerse bien como medición, evaluación o valoración

La metodología que se diseñe deberá problematizar lo referente a la “medición del impacto ambiental. Cuando se aborda el problema de la medición del impacto ambiental surgen preguntas como las siguientes: ¿Se mide, evalúa o valora los impactos? ¿Tiene sentido crear algoritmos o formulaciones al modo de ecuaciones para evaluar el impacto ambiental? Una propuesta metodológica para la evaluación del impacto ambiental deberá responder con claridad tales preguntas.

En la teoría clásica, formulada por Norman Robert Campbell, en 1920, la medición es concebida como medición de magnitudes, por tanto es posible definir, desde esta teoría, el proceso de medición como las operaciones que permiten asignar números a la cantidad de una determinada propiedad (para variables discretas) o magnitud (para variables continuas) que un objeto posee (Canales Cerón, 2006, p. 39-49).

La aplicación de esta teoría de la medición en la evaluación de impacto ambiental no es posible pues las variables principales, con las cuales trata la evaluación de impactos, son cualitativas en su mayoría, pues el impacto ambiental tiene que ver el bienestar y calidad de vida de la población, y muchos de sus indicadores no corresponden a conceptos métricos.

Stanley Steven, en 1946, planteó la denominada “Teoría representacional de la medida”. En esta teoría se define ‘medir’ no como asignar números de acuerdo a la magnitud o cantidad en que un objeto posee una determinada propiedad (definición clásica), sino como asignar número de acuerdo a un regla (Stevens, 1946, Canales Cerón, 2006, p. 39-49). Como consecuencia de la eliminación de la noción de magnitud o cantidad y reemplazarla por la noción de “regla de asignación”, se amplió el ámbito de la medición hacia propiedades para las cuales las nociones de cantidad o magnitud no parecen aplicables (Canales Cerón, 2006, p. 39-49). Los instrumentos de evaluación del impacto ambiental tendrían que cumplir, al menos, con la exigencia de la teoría representacional de la medición.

Conclusión

No hay un método único de evaluación del impacto ambiental. Es más apropiado considerar una estrategia o diseño metodológico propio para un determinado estudio de impacto ambiental. Esta estrategia deberá seleccionar los métodos y técnicas que mejor apliquen al caso específico. Digamos, entonces, que la evaluación de impacto ambiental requiere reglas heurísticas más que algoritmos.

Temas para investigar

Suponiendo que usted está investigando en metodologías de la evaluación de impacto ambiental, intente respuestas para las preguntas siguientes:

¿Cómo lograr objetividad metodológica en la aplicacion de las matrices de impacto ambiental?
¿Y cómo lograr objetividad empírica en el uso de la matrices de impacto ambiental?

Referencias bibliográficas

Bunge, M., 2000. La investigación científica: su estrategia y su filosofía. Siglo XXI.
Canales Cerón, M., 2006. Metodologías de la investigación social. Lom Ediciones, Santiago de Chile.
Canter, L.W., 1977. Environmental impact assessment. McGraw-Hill.
Conesa, V., 2010. Guía metodológica para la evaluación del impacto ambiental, 4th ed. Mundi Prensa, Madrid.
Díaz, E., 2002. Los discursos y los métodos. Métodos de innovación y métodos de validación. Perspect. Metodol. 2, 5–22.
Díez, J.A., Moulines, C.U., 1997. Fundamentos de filosofía de la ciencia. Ariel, Barcelona.
Gómez, D., 2003. Evaluación de impacto ambiental. Un instrumento preventivo para la gestión ambiental, 2 ed. ed. Mundi Prensa, Madrid.
Holling, C.S., 1973. Resilience and Stability of Ecological Systems. Annu. Rev. Ecol. Syst. 4, 1–23.
Holling, C.S., Gunderson, L.H., 2001. Resilience and adaptative cycles, in: Panarchy: Understanding Transformations in Human and Natural Systems. Island Press.
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Mari, L., 2003. Epistemology of measurement. Measurement, Fundamental of Measurement 34, 17–30. doi:10.1016/S0263-2241(03)00016-2
Nagel, E., 1961. La estructura de la ciencia: Problemas en la lógica de la investigación científica. Paidos, Barcelona.
Stevens, S.S., 1946. On the theory of scales of measurement. Bobbs-Merrill, College Division.