Autor: Eugene O’Neil
Eugene o’Neil, con su grandísimo talento, quiso interpretar los sentimientos de su perro Blemie, que estaba próximo a morir, y a quien toda la familia amaba entrañablemente, y escribió algo muy bello llamado “el testamento de blemie” para consolar a su esposa, cuando el perro muriera.
“Yo, Siherden Emblem O’Neil (a quien mi familia y amigos llaman Blemie) a consecuencia de mi edad y de las enfermedades que me agobian transmito a la mente de mi amo lo que deberá ser mi última voluntad y testamento.
En el aspecto material, tengo poco que dar, los perros somos más sabios que los hombres, y no conferimos gran valor a los objetos, los perros no desperdiciamos la vida acumulando propiedades, ni sufrimos de insomnio preocupándonos por cómo conservar lo que tenemos, y adquirir lo que deseamos. No tengo nada valioso que dar, excepto mi amor y mi fe, y eso lo lego a quienes me amaron.
Pido a mis amos, que me recuerden siempre, pero que no lamenten mi partida, durante demasiado tiempo, durante toda mi vida procuré ser un consuelo en los tiempos difíciles, y un motivo adicional de alegría, me resulta amargo pensar que mi muerte pueda causarles dolor.
Ahora que estoy ciego, cojo, sordo y hasta mi olfato me falla, siento que la vida me castiga por quedarme aquí más tiempo del conveniente, debo despedirme antes que me convierta en una carga para mí mismo, y para todos los que me aman, será una pena dejarlos, pero los perros no tenemos miedo a la muerte, la aceptamos como parte de la vida ¿Quién puede saber que hay después de la vida?
Junto con todos mis compañeros , me gustaría saber que hay un Paraíso en el que siempre es uno joven, donde todo el día juega uno con hermosas perras ; donde cada hora feliz es hora de comer, un lugar donde todas las noches hay un millón de chimeneas encendidas, y ante las cuales puede uno enroscarse, parpadear, soñar y recordar los viejos tiempos pasados en la Tierra, y el amor de nuestros amos.
Pero temo que es demasiado pedir, hasta para un perro como yo. Pero al menos estoy seguro de la paz. Quiero hacer una última petición. He escuchado decir a mi ama: “cuando muera Blemie no volveremos a tener otro perro”. Por lo que me ha querido yo le pido que tenga otro, no volver a tenerlo, sería un tributo muy pobre a mi memoria.
Me gustaría sentir que habiéndome tenido ya no podrá vivir sin un perro. A él le dejo mi collar, mi correa, mi suéter y mi gabardina, y una última palabra de despedida, siempre que pasen por mi tumba piensen con felicidad: Aquí yace aquel que nos amó.
Me hizo llorar es muy triste pero al mismo tiempo me hizo feiz porque es verdad el mejor regalo que le podemos dar al que nos deja es recordarlo con alegria.
Para siempre es una palabra que describe aquello que no se va, y que permanece, y eso se da solo cuando comprendemos que nuestros actos llegarán mas alla de un momento, el amor que permanece en el corazón es la herencia mas bonita que puede dejar cualquier ser…
Me ha puesto triste pero me da mas fuerza para seguir amandolos a cada perro que ese cerca.